Eres una vaga y una mentirosa
La espiral de profunda decadencia en la que han quedado sumidos Simón Pérez y Silvia Charro, los gurús de las hipotecas a tipo variable, ha despertado las alarmas de familiares y amigos, que temen por su estado de salud física y mental. Él ha quedado consumido por las drogas; ella se ha convertido en el objeto del odio de los seguidores del primero, e incluso de él mismo.
Porque, en los últimos meses, los comentarios despectivos de Pérez y sus seguidores hacia Silvia Charro se han multiplicado en sus directos. Alentado por su comunidad, él, al que popularmente se refieren como Maestro o Sensei, ha llegado a amenazarla en varias ocasiones, vejándola y denigrándola hasta extremos estremecedores.
En uno de los últimos live que retransmitieron en su cuenta de Kick, donde la pareja alojaba su canal, SS Conexion, hoy ya eliminado, él comenzó a gritarla en plena calle, ante los ojos atónitos de los viandantes. «Toma el teléfono», le espetó él, mientras le ponía la cámara del móvil en la cara. «No voy a hablar», se negó ella, con la voz entrecortada.
Simón Pérez y Silvia Charro en una entrevista con EL ESPAÑOL en 2019.
«Sí. Te encargas tú un ratito. Hablas y dices cosas«, insiste Simón Pérez, mientras ella pide que pare: «Me haces daño«, le contesta. «¡Pues lo haces! Es tu trabajo. Ponte a hablar por el chat. Ahora mismo. Dame tu móvil». Ella, de pronto, se echa a llorar. «500 € o hablar por el chat. O trabajas o te quedas sin dinero», le dice él.
– Toma tu dinero.
– Una polla. Ayer comiste y antes de ayer también. Y hoy vas a seguir comiendo. ¡Que te pongas al puto chat! Que yo llevo ya 12 horas.
– Que no quiero. Que tomes tu dinero.
– Que me da igual. Que me suda la polla. ¡Cógelo!
– Me haces daño.
– Que hables con el chat. Me estás dejando en ridículo y en evidencia. ¡Que quiero que hables con el chat! ¿Lo vas a hacer o lo tengo que hacer yo? Pide dinero para desayunar, pide algo.
– Deja de gritarme por la calle.
– ¡Haz ya lo que te estoy pidiendo!
– No puedo, estoy llorando. No paras de gritarme. Toma tu móvil.
– Que pares ya, Silvia. ¡No has hecho una mierda! Desde ayer a las 12:00 no estás haciendo una puta mierda. Te pasaste cinco horas fuera de casa. ¡Qué mierda es eso de que haces lo que puedes! ¡Puta mentirosa! ¡Vaga! ¡Mantenida, hija de puta!
La parte más estremecedora del relato llegaba justo en ese momento, en un susurro entrecortado de Silvia Charro. «Ahora es la hora de pegarme. Ahora me vas a pegar, ¿no?».
Durante la violenta discusión que la pareja tuvo en la calle, otros usuarios empezaron a increparla a ella, a pesar de estar siendo la víctima de los ataques: «Silvia, borracha, hasta las 7 en el Fortnite y ahora no quieres currar, ¿no? Eres una vaga«. «Menuda llorona». «Cállate, perroflauta».
Una minoría de seguidores, no obstante, vio en este encontronazo algo potencialmente delictivo. «Silvia, eres muy fuerte, no te dejes intimidar por nadie», le pedía una persona. «Silvia, vete y que le jodan al puto maltratador este», reclamaba otra. «¿Maltrato? ¿Qué maltrato?», contestaba Simón Pérez mientras leía los mensajes. «Tú vas a seguir en el stream conmigo hasta las cinco de la tarde«.
«Tengo que aguantar que me griten y me insulten todos los días, que me humillen constantemente. Si soy tan mala, déjame irme. Si soy tan mala chica, ¡que me dejes ir!», le rebatió ella, desesperada.
«Ya hablaremos tú y yo en privado«, zanjó Simón Pérez. «Te toca currar un rato. ¡Que trabajes, coño! A mí no me digas que te vas. Hoy no vas a casa de tu madre porque yo te lo prohíbo. A ver si tengo ese poder, ¿eh? Vamos a ver qué pasa».
En un audio que se hizo viral unos días después y del que se hizo eco el youtuber Javi Oliveira, la propia Silvia Charro reconocía que ambos estaban «muy mal».
«No quiero ir contando mierdas de él, pero estamos muy mal. Estoy yendo a la policía a denunciarle. Yo quiero hacer mi canal, mis putas cosas, y no volver a verle la cara en mi puta vida […] Lo detesto. En casa es horrible. Horrible. Hasta aquí hemos llegado. Voy a la policía para que me deje coger las cosas. A golpes y a gritos todo el puto día«.
El encontronazo sugiere que el declive psicológico de Simón Pérez, provocado, en gran medida, por el abuso desenfrenado de todo tipo de drogas, ya no sólo lo ha convertido en una persona disfuncional en su día a día, como puede verse en sus últimos directos, sino en un adicto que utiliza a los pocos seres queridos que tiene a su lado como chivo expiatorio de su frustración existencial.
No es la primera vez que Silvia Charro, otrora colaboradora en la prestigiosa empresa inmobiliaria Engels & Volkers, ha sido objeto de los ataques de Simón Pérez y de su comunidad de seguidores.
Es habitual que cuando ella se cuela en los directos de su pareja, la comunidad la abuchee, acusándola de ser una «falsa» y «una manipuladora» y hasta de haberle engañado con otro hombre. Otro rostro del machismo sistemático de la turba digital –compuesta, también, por menores de edad– que, durante todo este tiempo, ha imperado en sus canales.
«Escúchame, pedazo de guarra, que ayer te metiste con mi madre», le dijo en un directo uno de sus seguidores, que entró por llamada de audio. «Yonki de mierda. Sí, tú, asquerosa, retrasada, que bastante tiene tu madre contigo, pedazo de gilipollas. Doxéame esta, yonki, yonki, yonki retrasada, enganchada, yonki».
Imagen de los economistas en el vídeo para ‘Supervivientes’.
Auge y caída de Silvia Charro
Silvia Charro Butí empezó a mantener una relación con Simón Pérez en su ciudad natal, Vilanova, cerca de Sitges, hace más de una década. Aunque sus familias se conocían desde la infancia, no fue hasta los 25 años cuando ella se enamoró de él. En varias entrevistas contaron que el flechazo fue tan fuerte que esa misma noche se hicieron un tatuaje juntos.
Pérez introdujo a Charro en el mundo de las finanzas y, gracias a él, se decidió a forjar una prestigiosa carrera en el sector financiero. Se formó como asesora financiera europea (EFA) y completó varios posgrados especializados en administración de patrimonios, banca privada y análisis bursátil, tal y como reconoce en su cuenta de LinkedIn.
«Yo no acabé la carrera y con 28 años me puse estudiar másteres, posgrados y prácticas para dejar de ser camarera y acabar siendo banquera. A los 30 lo conseguí», confesó en una entrevista con EL ESPAÑOL.
Después, Charro llegó a trabajar como colaboradora en la consultora inmobiliaria Engel & Völkers, especializada en propiedades de lujo, yates y aviones privados. Poco antes del vídeo viral, ambos habían puesto en marcha Neotecalia, una empresa de asesoramiento financiero.
Sin embargo, el antes y el después ocurrió en diciembre de 2017. Silvia y Simón grabaron un vídeo para Periodista Digital explicando las ventajas de las hipotecas a tipo fijo. Su estado, visiblemente alterado, aparentemente bajo los efectos de las drogas, se hizo viral. El propio Simón admitió posteriormente que habían consumido varios «bocatas de pollo«, es decir, de cocaína, para superar los efectos del alcohol.
Las consecuencias fueron devastadoras. Engel & Völkers rescindió el contrato de Silvia tras apenas tres meses como colaboradora. «Ella estaba en periodo de prueba y no tenía autorización para hacer estos vídeos usando nuestro nombre«, explicaron desde la empresa. Simón Pérez perdió su puesto de trabajo como director académico y profesor en la Escuela Internacional de Administración y Finanzas (EIAF).
En cuestión de días se quedaron sin trabajo, sin casa y sin más de 600.000 euros en acciones. «Nadie la ha cagado tanto como yo. Mi apellido era lo más buscado en Twitter. Iba conduciendo y frenaban los coches frente a mí. La gente salía para gritarme: ¡Silvia! Si uno no tiene cagadas, no aprende. Teníamos una vida muy desfasada. Estábamos en una nube», confesó Charro en una entrevista en Playz.
Harta de los paparazzis, la pareja huyó a Galicia. Ya los conocían como los hipotecos. En 2018, sin un duro, trataron de capitalizar su mala fama creando un canal de YouTube, SS Conexion. Originamente ofrecían contenido sobre economía y finanzas, pero pronto derivó hacia algo más oscuro y perverso.
Comenzaron así a hacer retos virales humillantes a cambio de dinero. Silvia hasta llegó a tatuarse en logo de Forocoches, mientras que Simón hizo lo propio con la bandera de Tabarnia y la imagen del Banco Central Europeo.
Imbuidos de esa fama perversa, trataron de dar el salto al concurso Supervivientes. Se desnudaron en sesiones fotográficas y vídeos, asegurando que estaban dispuestos a dejarlo todo para entrar. Se comprometieron a «estar en una isla tres meses sin tomar nada de nada».
Silvia Charro y Simón Pérez junto a Jordi ENP.
No obstante, en febrero de 2018, tras un directo en el que ambos iban perjudicados por el alcohol, comenzaron a gritar: «¡Viva Tabarnia! ¡Muerte a Puigdemont! ¡A por Artur Mas!». Gabriel Rufián se hizo eco de las ‘amenazas’ de los youtubers de las hipotecas y, unos días más tarde, Bulldog TV, la productora de Supervivientes, les llamó para decirles que su candidatura había sido descartada.
Fue entonces cuando Silvia Charro y Simón Pérez pasaron por el programa de Risto Mejide. Corría mayo de 2018. El presentador les advirtió lo siguiente: «Podéis acabar muy mal. No confundáis la fama con el prestigio. Son dos cosas muy diferentes». Acto seguido, les sugirió que «necesitaban orientación», alguien que «les centrara la pelota».
Haciendo oídos sordos a las recomendaciones de Risto, semanas después de su aparición en Chester se vieron con el actor de cine para adultos Jordi ENP, lo que atrajo la atención de muchos medios. ¿Iba la extraña pareja a dedicarse al cine pornográfico? Falsa alarma: Silvia Charro y Simón Pérez sólo llegaron a realizar una entrevista con un tono picante para el canal de YouTube de Jordi.
Más adelante, ya en 2019, trataron de reinventarse con negocios relacionados, primero, con la asesoría financiera y, después, con el sector del cannabis medicinal. Volvieron a la prensa, ofreciendo entrevistas serias en las que hablaban de aquel vídeo maldito publicado por Periodista Digital y sobre aspectos más personales y hasta traumáticos de su vida.
«No me hubiera imaginado que la presión pública tuviera tantos efectos en la vida real de una persona. Yo pensaba que todo el tema mediático era muy de personajes, que hacían un papel y que realmente no se vivía tanto en primera persona», confesó Silvia Charro en la misma conversación con este diario.
«Tú imagínate que te levantas por la mañana y no puedes ni ir a trabajar, ni buscar trabajo porque nadie te quiere ni para limpiar lavabos. Te encuentras con el contraste de que la gente te conoce como si fueras un triunfador y estábamos casi viviendo en la calle. Tenía esa sensación en la barriga antes de caer en una montaña rusa. Una sensación de ‘me voy a morir‘».
«Nosotros no podemos pensar ‘qué hubiera pasado si no…’ porque es hacernos daño, así que lo que hicimos fue mirar hacia adelante. Ahora, es verdad, que al ser conocidos y retomar la carrera profesional y dar una imagen buena, se nos están acercando nuevas posibilidades y opciones de negocio».
No obstante, todos sus planes de negocio fracasaron y, a partir de ahí, su situación financiera fue insostenible, hasta el punto de llegar a la precariedad total. Ante la falta de un rumbo estable y profesional, y en busca de ingresos inmediatos, la pareja se sumergió en el mundo del contenido viral extremo y humillante en plataformas como YouTube, Twitch y, más recientemente, Kick y Rumble.
Realizaban «retos» humillantes, revelaban confesiones chocantes y protagonizaban episodios en estado de embriaguez o bajo los efectos de todo tipo de sustancias, aunque ella siempre ha negado que consuma drogas. Los retos incluían tatuajes absurdos, peleas y exposición de dramas personales en directo a cambio de donaciones de la audiencia.
El deterioro personal y profesional fue total. En una entrevista ella confesó, aunque sin especificar fechas, que hasta perdió un bebé cuando estaba embarazada de seis meses.
«Hubo un problema médico con el bebé. Con seis meses nos dijeron que tenía mal el corazón. Tenía medio súper encogido, la vena que regaba el cerebro no estaba bien. Había que operarlo nada más nacer. Había un 40% de posibilidades de que muriera; otro 40% de parálisis cerebral. Si salía bien, cada 15 años había que trasplantarle el corazón. Decidimos abortar. Fue una rotura de esquemas porque Simón es antiabortista y yo proabortista. Pero nos comimos nuestras propias palabras».
Una fama intoxicada por el esperpento a la que se sumaban los conflictos públicos de pareja –como el episodio de violencia verbal anteriormente narrado–, así como la clara degeneración de las aptitudes físicas y mentales de Simón Pérez, hicieron que Silvia Charro apareciera un día, sola, en el canal de SS Conexion para anunciar que él había entrado voluntariamente en una clínica psiquiátrica.
«Es un sitio para que tenga una base imprescindible para vivir», explicó. «Si sale del psiquiátrico y vuelve a recaer o tomar sustancias, tendrá que ir a un centro de adicciones. Si Simón toma bocatas de pollo [es decir, drogas], no le vais a ver durante mucho tiempo». Todo resultó ser un engaño.
Tras unos días, Simón Pérez volvió a los directos igual de drogado que antes. Dijo que Silvia se separaba de él. Que ya no le quería. «Es una complicación sin sentido. Voy to ciego de pastillas. Llevo 3 o 4 horas delirando en la cama. Porque Rusia, porque los altavoces… nada tiene sentido. No entendía nada […] Silvia se ha pirado sin decirme nada. Sin mirar hacia atrás […] Si no está Silvia, el canal va de esto, de meterme hasta que me cierren el canal o hasta que me muera«.
El deterioro cognitivo de Simón Pérez era extremo. Le costaba mantener los ojos abiertos. No se le entendía. Se atragantaba al hablar. Le costaba respirar.
Muchas personas ya temen presenciar una sobredosis letal en directo. Pero eso siguen al pie del cañón. Porque eso da dinero, da visitas, retroalimenta el círculo vicioso de voyeurismo cruel y enfermizo de la peor versión de internet.
El 4 de agosto Simón Pérez, ya sin Silvia, hizo su último directo antes de que sus cuentas quedaran censuradas. En el vídeo, el exasesor financiero pedía 60 € para ir al psicólogo. «¡Si te lo vas a meter en perico!», se burlaban de él. Desde entonces, silencio. Por el momento, nadie sabe nada de la pareja de las hipotecas a tipo fijo que convirtió su vida en un autodestructivo circo mediático.















