Desde los 10 años sabía que quería ser físico y he luchado toda la vida para cumplir ese sueño
Valentí Massana (Viladecans, 5 de julio de 1970) logró la primera medalla de oro española en un Mundial en los 20 km marcha de Stuttgart 1993. Un triunfo incontestable y liberador tras la descalificación en Barcelona 92 a las puertas de la medalla. No se bajó del podio en cuatro años tras ese Mundial. Plata en la Copa del Mundo de ese mismo año, bronce europeo en Helsinki (1994), plata mundial en Gotemburgo (1995) y bronce en Atlanta-96. Una carrera deportiva de ensueño que compaginó con la Física, su gran pasión. Massana se divierte enseñando cada rincón del Sincrotrón ALBA, donde trabaja, uno de los principales laboratorios científico-tecnológicos de Europa con su aceleradora de partículas que miles de investigadores y científicos utilizan para todo tipo de hallazgos e innovaciones científicas.
Soñaba con ser físico.
He tenido la suerte de que desde los 10 años sabía que quería ser físico y he luchado toda la vida para cumplir este sueño. Hice la carrera de Física en la Autònoma de Barcelona compaginándola con el alto rendimiento, cosa que no es fácil. Me matriculé de medio curso cada año y, como eran cinco cursos, la acabé en 10 años. Después hice los cursos de doctorado durante un año y cuando entré en el Sincrotrón en 2004 hice la suficiencia investigadora y el doctorado.
Empieza a hacer marcha con 13 años.
Yo soy orgulloso hijo de Viladecans. Y en mi época, en Viladecans o hacías fútbol o hacías marcha. Mi profesor de gimnasia era el señor Don Marcos, un enamorado del atletismo que tiene un ojo clínico espectacular y que no solo ha formado marchadores, sino también lanzadores de jabalina, corredores de cross o velocistas, y todos muy buenos. Cada semana hacíamos diferentes pruebas y cuando hicimos la de marcha me vio y me dijo: tú tienes que entrenar marcha. Y así empecé y ya no paré hasta la jubilación deportiva.
Valentí Massana, puño en alto en su entrada al Estadio Olímpico de Sídney 2000, cuarto en los 50 km marcha / Jordi Cotrina
¿Cuándo se da cuenta de que se puede dedicar al atletismo?
Más o menos en la época en que empecé la universidad, en el 89, cuando quedé campeón de Europa júnior. Tuve algunas dudas, acababa de entrar en Física y no sabía si podría compaginarlo. Finalmente, vi que si seguía con la misma progresión que llevaba podía hacer grandes cosas en la categoría absoluta. Precisamente ese año entro en el CAR de la mano de mi entrenador, Josep Marín.
Compaginarlo con los estudios no debió ser fácil.
No era fácil. Yo era un poco, diría, un rapiñador del tiempo. Si solo tenía media horita, hacía algún problema. Si ya tenía una hora y media o dos, miraba un poco de teoría. Pero nunca tenía dos horas seguidas. La cuestión era ir rapiñando minutos para estar un poco al mismo nivel que mis compañeros de clase. Hoy en día, yo lo veo, si no tienen dos horas ya ni se ponen. Yo no tenía ese lujo, no me lo podía permitir.
«Gracias a la descalificación de Barcelona-92 conseguí todo lo demás. Porque si hubiera quedado subcampeón olímpico no sé si hubiese tenido la motivación para seguir como lo hice»
En los JJOO del 92 en Barcelona es descalificado cuando ya rozaba la medalla. ¿Cómo vive ese momento?
Había estado lesionado y me recuperé tres semanas antes de los Juegos y sacrifiqué técnica por velocidad. Y eso en marcha atlética pocas veces funciona. A algunos les ha salido bien, a mí no me salió bien. Es, digamos, una mancha en el historial. Y más en un país donde lo único que se recuerda son los Juegos Olímpicos de Barcelona, los de casa. Después vienen los otros Juegos Olímpicos, ya ni hablamos de europeos ni de mundiales.
Valentí Massana, medallista olímpico en marcha y físico en el Sincrotrón ALBA, en la sección de imanes y dispositivos de inserción / Manu Mitru
Los cuatro años siguientes consigue medalla en todos los campeonatos. ¿Lo de Barcelona le impulsó?
Gracias a la descalificación, o a causa de la descalificación de Barcelona 92, conseguí todo lo demás. Porque si yo hubiese llegado a meta aquel día y hubiera quedado subcampeón olímpico no sé si hubiese tenido la motivación para seguir como lo hice. Pero aquella espina clavada hizo que al año siguiente quedara campeón del mundo. Y después, que consiguiera el bronce europeo, subcampeonato mundial y bronce olímpico. Es eso que dicen que no importa las veces que caes, sino las veces que te levantas.
Fue el primer español en lograr un campeonato mundial en Stuttgart-93.
No tendré falsa modestia y diré que aquel mundial era mío. Estaba claro que lo hubiera ganado siendo una carrera rápida, lenta o de cualquier otro tipo. Estaba en la plenitud de fuerza de toda mi trayectoria deportiva y sabía que no se me podía escapar. También gracias a la historia de superación de Barcelona-92.
¿Cómo entrenaba ese año?
Con mucha rabia. Lo daba todo y el cuerpo respondía, y las lesiones me respetaron. Incluso compañeros míos de la selección sabían que iba a ganar porque me habían visto entrenar los días previos y veían que la velocidad a la que podía ir era muy superior a la de los demás.
En Atlanta, antes de ganar el bronce en los 50 km compite en los 20 km, que no salen bien.
Fueron un desastre. Porque la preparación fue un desastre también. Estábamos haciendo muchos kilómetros, pero de muy poca calidad. Los 50 km eran lo que más había preparado. Había una semana de diferencia entre ambas pruebas. Y entonces me fui de la Villa. Yo creo que he sido el único atleta en toda la historia del atletismo español que se ha ido de la Villa Olímpica en unos Juegos, con permiso del presidente. Me fui a 100 kilómetros, a un pueblo que se llama LaGrange, con la familia. Dos días antes volví a la Villa Olímpica. Con la cabeza limpia, con las fuerzas renovadas, con otra actitud, y conseguí la medalla.
Valentí Massana, durante los 50 km marcha del Campeonato del Mundo de Sevilla 1999 en los que finalizó cuarto / Jordi Cotrina
¿Una medalla olímpica cambia la vida?
La medalla de Barcelona-92 me podría haber cambiado la vida porque hubiese tenido una beca vitalicia de La Caixa y seguramente ahora no tendría por qué trabajar. Eso sí que me habría cambiado la vida. Barcelona-92 fue un éxito tan grande a nivel local que La Caixa vio que tenía que dar tanto dinero que dijo que solo se cobraría cuando cumplieras 50 años. Yo lo cobré hace cinco. Y dijeron que hasta aquí. Una pena, porque si hubiesen continuado del 92 al 96 ahora mismo no necesitaría trabajar y tendría un sueldo vitalicio escandaloso.
Vivía del atletismo.
Sí, vivía del atletismo porque además las becas ADO estaban exentas de declarar y podía vivir. El atletismo, la natación o la gimnasia son deportes en los que, si eres bueno, puedes vivir, pero que cuando te retiras tienes que buscarte la vida. Eso está clarísimo. Yo ahorré mucho y pude comprarme un piso en el Eixample, que es donde vivo actualmente. Allí me dejé todos los ahorros. Y a buscar trabajo.
«El mundo del deporte tiene su lado oscuro con muchos actores. Uno son las federaciones, que son lo peor. Te utilizan o se aprovechan de ti mientras tú estás arriba, pero cuando te retiras se acabó»
¿Qué le ha aportado la marcha?
Me ha aportado unas experiencias maravillosas que seguramente no me dará ningún otro trabajo. Me ha dado la posibilidad de viajar, de saber lo que es el éxito y el fracaso, me ha dado una familia, porque a mi mujer también la conocí en el mundo del deporte. El atletismo me lo ha dado todo. Por tanto, para mí no fue ningún sacrificio dedicarme al deporte.
Se retira y llega al mundo laboral sin haber cotizado. ¿Se sintió abandonado por parte de las instituciones?
El mundo del deporte tiene su lado oscuro. En ese lado oscuro hay muchos actores. Uno son las propias federaciones, que son lo peor que hay en el mundo del deporte. Te utilizan o se aprovechan de ti mientras tú estás arriba, pero después se acabó. Otro es Hacienda y el hecho de que no hayas podido cotizar todos tus años de vida deportiva dando medallas para tu país. Pero cuando te retiras no importas. Ahora se está moviendo el tema para intentar que nos añadan años de cotización. ¿Cómo acabará? No lo sé. A mí si me dan cuatro años de cotización ya estoy contento, que son los que me faltarán.
«Yo tenía clarísimo que me tenía que buscar la vida después. Quise luchar por un sueño. Al final lo he conseguido y es maravilloso, trabajar en el Sincrotrón es una de las mejores cosas que me han pasado en la vida»
Usted estudió y ha podido encontrar un trabajo que le apasiona.
La gente antes pensaba que cuando dejara el deporte le iban a ayudar, o que tenían derecho a ser ayudados, a que les dieran un trabajo… Muchos deportistas se atribuían unos derechos que en realidad no tenían, ni los han tenido nunca, ni los tendrán. Yo tenía clarísimo que me tenía que buscar la vida después, como físico o de lo que fuera. Pero a mí me gustaba esto y quise luchar por un sueño. Al final lo he conseguido y es maravilloso, trabajar en el Sincrotrón es una de las mejores cosas que me han pasado en la vida. Pero si no, habría trabajado en otra cosa. Pero mucha gente no se preparó para la retirada, no se formó. Esa gente ha acabado muy mal.
Valentí Massana, medallista olímpico en marcha y físico en el Sincrotrón ALBA, en la sección de imanes y dispositivos de inserción / Manu Mitru / Manu Mitru
En los últimos años, ha sido entrenador y fue responsable de marcha atlética de la Federació Catalana de Atletisme durante nueve años.
Atletas becados por la federación solo he tenido tres: Mar Juárez, Raquel González y Cristina Montesinos. Pero aquí, en el CAR, la RFEA nunca ha tenido interés en ayudarme a hacer un grupo de marcha. Ellos han apostado siempre por la Blume de Madrid o por Granada porque está María Pérez; si no, ni eso. El CAR de Sant Cugat lo han dejado de la mano de Dios, y un grupo de marcha potente aquí habría ayudado a los otros grupos.
Dice que deja de entrenar definitivamente.
Sí, he dejado de entrenar y no entrenaré a nadie nunca más. El motivo principal es que ser entrenador es muy sacrificado y eso se juntó con que Cristina Montesinos decidió cambiar de entrenador. Otro motivo es que la dirección deportiva de la RFEA no me ha tratado bien, lo que hicieron conmigo fue una tomadura de pelo. Como entrenador responsable del CAR no cobraba nada mientras mis compañeros de otras disciplinas sí tenían un sueldo. Es la peor dirección deportiva de la RFEA de los últimos 40 años. No puedo trabajar con ellos, somos diametralmente opuestos. A mí, ni me cogían el teléfono ni me contestaban las llamadas. Mi atleta Cristina Montesinos fue la única marchadora de la selección española que no tuvo a su entrenador en ninguna competición internacional. En los Juegos Olímpicos de París, los siete marchadores pertenecían a cinco entrenadores. Cuatro de ellos tenían acreditación en los Juegos. Todos menos uno. Adivine quién. Ha sido una detrás de otra.
¿Por qué cree que sucedía esto?
Esto habría que preguntárselo a ellos.
¿Por qué no se aplica la tecnología a la marcha?
Hay tecnología, pero no la quieren aplicar. Está el proyecto RWECS, que yo supervisé y en el que aporté lo que pude, pero no hay ningún interés, ni de la Federación Española ni de World Athletics, en implementar el sistema de sensores acelerómetros en las competiciones. La World Athletics no hará nada en contra de la marcha, no la va a eliminar. Pero tampoco hará nada a favor. Y esto ya hace un año que debería estar implementado.
¿Qué opina de la marcha en la actualidad?
Yo desde hace tres años que no miro ninguna prueba de marcha. Es absurdo cómo están haciendo las cosas. En mi época, un tiempo de vuelo de 40 o 50 milisegundos ya te mandaba fuera de la pista y ahora hay atletas que terminan con 70 milisegundos. Este aumento de la permisividad, sumado al hecho de que no hay ningún gesto ni interés por implementar una tecnología que ya existe, es otro de los muchos motivos que me han hecho dejar la marcha. La marcha solo tiene sentido cuanto más se aleja de la carrera. Cuanto más nos acercamos a la carrera, no por velocidad, sino por movimiento y técnica, pierde sentido. Para eso ya vamos a correr.
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