Y llegó la crisis… y nada. Y llegó otra… y tampoco. El poder de estar siempre invertidos

Y llegó la crisis… y nada. Y llegó otra… y tampoco. El poder de estar siempre invertidos



Desde 1970, el índice MSCI World —referencia global para la renta variable desarrollada— ha subido más de un 12.200%. Sí, has leído bien. Más de un 12.000%. Y eso a pesar de todas las recesiones, guerras, burbujas, pandemias y profecías económicas autocumplidas o no. ¿Cuál es el secreto? No hay ninguno, pero sí una verdad: estar siempre invertidos.

El mercado es un drama… hasta que dejas de mirarlo. La historia financiera está plagada de momentos de pánico, pero:
•    Llegó el crash del 87 y… nada.
•    Llegó la crisis de las puntocom y… nada.
•    Llegó la gran crisis financiera de 2008 y… bueno, dolió, pero nada.
•    Llegó el COVID con un -30% en semanas y… acabamos el año con +18% en el S&P 500.

Fuente: Carlos Arenas Laorga

Cada caída tuvo su narrativa de fin de ciclo. Pero el tiempo pone todo en su sitio. Si te hubieras salido del mercado en cualquiera de esas ocasiones, probablemente habrías perdido más por quedarte fuera que por haber aguantado el chaparrón.

Intentar adivinar cuándo salirse del mercado y cuándo volver a entrar (eso que llaman market timing) es más que difícil. Difícil, arriesgado y, por lo general, doloroso.
Los mejores días del mercado suelen venir justo después de los peores. En 2008, uno de los peores años que recordamos, hubo subidas de más del 10% en jornadas aisladas. Lo mismo pasó en marzo de 2020.

Si te pierdes los 10 mejores días del mercado en un periodo de 20 años, tu rentabilidad se reduce a la mitad en el S&P. Si te pierdes los 30, puedes acabar en negativo. 

Una inversión que sube un 10% anual se duplica en siete años. A los catorce, se ha multiplicado por cuatro. A los 21, por ocho. Así funciona el interés compuesto. Pero para que este efecto mágico ocurra, hace falta algo muy difícil: estar dentro. Y estar dentro no es solo no vender cuando hay miedo, sino tener un plan, una cartera diversificada y seguir invirtiendo.

El ahorro periódico —el famoso dollar cost averaging— es una de las mejores formas de lograrlo. No te preocupes por el momento perfecto. Invierte todos los meses y deja que el mercado haga su trabajo. Y cuando vengan las caídas, que vendrán, aprovecha para meter un poco más.

El miedo es lógico, pero no debe dictar tus decisiones financieras. Tener un horizonte de largo plazo, un asesor de confianza y una estrategia clara es lo que siempre aconsejamos.

Porque vendrán más crisis. Habrá más guerras, más pandemias, más titulares alarmistas. Pero si la historia sirve de guía —y suele hacerlo—, estar siempre invertidos sigue siendo la decisión más rentable.
 



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