¿Vale la pena seguir en monetarios? Los expertos están adaptando ya sus carteras

¿Vale la pena seguir en monetarios? Los expertos están adaptando ya sus carteras



Afrontamos el segundo semestre con mucha incertidumbre e inestabilidad. Los aranceles siguen en el punto de mira y ahora se les han sumado los conflictos en Oriente Medio, que ha terminado de revolucionar el panorama global. 

En este sentido, como decimos, en el plano geopolítico, la volatilidad en los mercados se ha intensificado en los últimos días. En el ámbito macroeconómico, se aprecia una ligera desaceleración, especialmente en Estados Unidos, en línea con lo esperado. La incertidumbre en torno a las políticas arancelarias de la administración Trump continúan generando inquietud, y aunque no se anticipa una recesión, sí se prevé una ralentización del crecimiento.

En contraste, Europa muestra signos de recuperación. El plan fiscal impulsado por Alemania, con un aumento del gasto en infraestructuras, está contribuyendo a una mejora gradual, con economías como Italia y España mostrando un mejor comportamiento relativo. Aunque existen divergencias entre países, la región en su conjunto empieza a beneficiarse de este enfoque más expansivo.

Y en el terreno monetario, las presiones inflacionistas en Europa se han moderado, lo que ha permitido al Banco Central Europeo aplicar varias bajadas de tipos y se espera que esta tendencia continúe. En Estados Unidos, la Reserva Federal podría adoptar una postura más acomodaticia si los datos confirman una mayor desaceleración. En definitiva, se perfila un ejercicio marcado por una alta volatilidad, tanto en renta fija como en renta variable.

¿Cómo afecta esta situación a los monetarios? ¿EEUU o Europa?

Los fondos monetarios han alcanzado máximos históricos, más de 6 trillion de dólares solo en EEUU, pero con las sucesivas bajadas de tipos por parte del Banco Central Europeo y el actual nivel de inflación, los productos monetarios han perdido parte del atractivo que ofrecían hace un año o año y medio. Y en este contexto, Blanca Comín, Banca Privada y Wealth de Amundi Iberia advierte de que el movimiento natural para muchos inversores podría ser la transición hacia productos de muy corto plazo, siempre respetando sus objetivos y perfil de riesgo. Y es que, “la rentabilidad que ofrecían las Letras del Tesoro o los fondos monetarios es más limitada en el entorno actual, lo que implica considerar alternativas con algo más de duración o un leve incremento en el nivel de riesgo, sin necesidad de recurrir a activos agresivos, para tratar de mantener retornos reales similares a los obtenidos en el pasado reciente”.

Además, el reciente deterioro de las cuentas públicas de Estados Unidos, con un déficit proyectado en torno al 7% y una deuda que superará el 125% del PIB, ha llevado a una nueva rebaja en su calificación crediticia. Aquí, Javier Turrado, Director Comercial y de Desarrollo de Negocio de Bankinter Gestión de Activos afirma que esto ha provocado un repunte de los tipos de interés y una mayor volatilidad en los activos de renta fija estadounidenses, generando dudas sobre la capacidad de la Reserva Federal para estabilizar el mercado. “En este contexto, los activos europeos en euros ganan atractivo. No solo eliminan el riesgo divisa, sino que también ofrecen mayor estabilidad. Incluso en momentos de tensión geopolítica, como el reciente conflicto entre Israel e Irán, ni los bonos del Tesoro ni el dólar han actuado como refugio, lo que refuerza la preferencia por la renta fija europea.

Mientras, desde Renta 4 creen que aunque tanto Europa como EEUU ofrecen oportunidades en renta fija, para inversores conservadores resulta más conveniente la deuda corporativa en euros. Y es que, los tipos en Europa rondan el 2%, frente al 4,2% en EE.UU., pero el riesgo de divisa, con una caída del euro superior al 10% este año, compensa la diferencia. Y aquí, Antonio González, Responsable de Selección de Fondos y ETFs declara que “invertir en dólares implicaría cubrir divisa, lo que iguala la rentabilidad, por lo que se prefiere evitar esa exposición y centrarse directamente en activos en euros.

¿Investment Grade o High Yield?

En este sentido, desde Amundi muestran una preferencia clara por el crédito de calidad o investment grade, debido a sus valoraciones atractivas en términos de rentabilidad absoluta, pese a unos diferenciales ajustados. Blanca Comín destaca que en un entorno de desaceleración, “preferimos compañías con mayor solidez crediticia, frente al segmento high yield, que requiere mayor selectividad. Además, la renta fija europea ofrece mayor visibilidad en cuanto a futuras bajadas de tipos, lo que refuerza la apuesta por un enfoque conservador centrado en crédito de calidad.

Desde Bankinter van un pasito más allá y es que afirman que no es solo una cuestión de valoraciones, sino del perfil del cliente: alguien conservador que busca dar un paso más allá de los monetarios, sin asumir grandes riesgos no está pensando en high yield ni emergentes, sino en preservar capital, batir la inflación y conseguir rentabilidades del 2%. “Con la bajada de tipos, los productos más seguros ya no ofrecen lo de antes, así que ese paso pasa por añadir algo de duración, algo de crédito, y hacerlo con emisores de calidad y sectores sólidos sin complicarse, pero dando el salto necesario”.

Ventajas, duración y sectores

Los fondos de renta fija ofrecen una clara ventaja en accesibilidad y diversificación frente a la inversión directa. Permiten acceder a muchas más emisiones, incluso a las reservadas a profesionales, con una gestión activa que ajusta la cartera ante cambios del mercado. Además, el seguimiento continuo y la capacidad de reacción rápida ante eventos como tensiones geopolíticas son difíciles de igualar para un inversor particular.

En lo que a duración se refiere coinciden desde Renta 4 y Bankinter. Tanto Antonio González como Javier Turrado creen que para un cliente conservador, no es necesario asumir grandes riesgos ni alargar excesivamente la duración en renta fija. El paso natural tras los productos monetarios es la deuda a corto plazo, con duraciones de entre año y medio y dos años como máximo. 

Además, resaltan que dadas las dudas sobre la solvencia a largo plazo en economías como EEUU, que ha perdido su rating triple A, o Alemania, con un incremento del gasto público, no se consideran atractivas las inversiones a plazos largos. Y señalan que incluso para perfiles menos conservadores, la preferencia actual sigue estando en tramos medios o cortos de la curva.

Y en cuanto a sectores, en Renta 4 ven que en investment grade hay un amplio abanico de sectores con oportunidades. Y Antonio González habla del atractivo del sector financiero, “que está muy saneado, así como el industrial y el de servicios públicos. En otros, como el automovilístico, hay más incertidumbre por la competencia china o la transición al vehículo eléctrico, así que preferimos delegar en gestores especializados para que identifiquen las mejores oportunidades. En general, creemos que hay valor en varios sectores si se gestiona bien la selección”.

Algo en lo que también coinciden desde Bankinter, centrándose sobre todo en la inversión a corto plazo. Aquí, Javier Turrado comenta que el sector “tiene balances más sólidos, menor apalancamiento y ofrece una retribución atractiva, por eso gran parte de nuestra cartera está en ese segmento”. Además, también combinan deuda financiera de corto plazo con covered bonds, que les aportan estabilidad. Y recalca que “más allá del sector, lo importante es el tipo de bono y la selección del emisor. La rentabilidad acumulada este año ha sido similar entre sectores, lo que demuestra que el valor está en ser selectivos y aprovechar emisiones con potencial por diferenciales puntuales o calidad crediticia”.

Al final, en el contexto actual, el paso del monetario a la renta fija de muy corto plazo se perfila como una transición natural para los inversores conservadores. Tal como señalan los expertos, este tipo de fondos permite mantener niveles de rentabilidad similares a los que ofrecían los productos monetarios hace un año, pero sin asumir un riesgo significativamente mayor. Además, los tipos de interés siguen en niveles positivos, y el crédito de alta calidad en euros continúa mostrando buen comportamiento, lo que refuerza la oportunidad que representan estos fondos para quienes aún permanecen en Letras del Tesoro o monetarios.

No obstante, se insiste en que el monetario debe tener un papel limitado en cartera, como necesidades de liquidez o inversiones transitorias. Cabe considerar mover patrimonio hacia activos que ofrezcan rentabilidades superiores y ayuden a preservar poder adquisitivo, al menos batiendo la inflación. La clave, como recuerdan, está en mantener una filosofía de inversión a medio y largo plazo, adaptando el riesgo de forma gradual, pero decidida.

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