Una persona mayor necesita sentir que aún aporta algo útil
El sentimiento de soledad no tiene que ver únicamente con estar o no rodeado de personas, sino también con la sensación de invisibilidad. Algo que suele afectar en mayor medida a las personas mayores. Para que los profesionales que tratan con este colectivo puedan estar más formados en su detección, la Universitat de Vic y la Fundación La Caixa han impulsado el posgrado en Atención a Personas en Situación de Soledad, que Elena Fernández Gamarra coordina.
-¿Se puede estar acompañado y aún así sentirse solo?
-Sí, la soledad es un estado emocional que genera sufrimiento, que parte de una percepción subjetiva. Podemos hablar de tres tipos, algo que da a entender su complejidad: la soledad social, cuando no tienes un entorno con el que relacionarte; la emocional, cuando faltan vínculos significativos; y la existencial, que tiene que ver con la relación interna que mantienes con el mundo.
-¿Envejecer incrementa el riesgo de soledad?
-Entran en juego muchas cosas, como el balance vital que se hace, si es de satisfacción por lo vivido o de arrepentimiento. Pero ir sumando pérdidas físicas, de actividades, de vínculos, de personas amadas… puede incrementar el sentimiento de soledad. También la comparación de cómo era uno mismo décadas atrás. Puede ser duro, y más en si la sociedad no recuerda tu valor.
-Una sociedad que procura esconder la vejez.
-Tenemos mucho trabajo por hacer para integrar el envejecimiento como una parte natural del proceso vital. Nos da miedo afrontar el final de la vida y por eso se invisibiliza. Esto contribuye a que muchas personas mayores acaben definiéndose a sí mismas como no útiles. Sin embargo, pueden seguir aportando mucho: el cerebro funciona hasta el último día si se cuida bien.
-¿El objetivo del posgrado que coordina es combatir esa sensación de no utilidad?
Buscamos que los profesionales que tratan con personas mayores se pongan las gafas de la soledad. Si tienes esta mirada, puedes detectar mejor a personas que quizás no expresan su soledad por vergüenza o baja autoestima, y acompañarlas en la creación de vínculos significativos o aportaciones valuosas. Esto es algo que hemos ido aprendiendo en el programa Siempre Acompañados de Fundación La Caixa. No solo se trata de hacer compañía de manera puntual a la persona, sino de intervenir profesionalmente.
-¿Cómo contribuir a que las personas mayores se sigan sintiendo parte de esta sociedad?
-El posgrado aporta conocimiento para que el profesional incorpore esta mirada sobre la soledad. Por ejemplo, no se trata de crear una actividad de manualidades o de pintura sin más, sino de organizar luego una exposición en el barrio para que sientan que están contribuyendo en la vida cultural y social. O recuperar su memoria histórica a través de proyectos artísticos o teatrales. Pero no pueden ser hechos aislados, deberían formar parte de las políticas públicas.
-¿La digitalización acelerada incrementa la desorientación?
-Sí, muchas personas mayores se sienten perdidas, y eso afecta a la autoestima. Pero aunque no estén en redes sociales, podemos contribuir a que conecten de forma significativa de otras formas, en el centro cívico o cualquier otro lugar físico. Pero no puede ser unidireccional, no podemos esperar solo que nos escuchen, debemos interesarnos por el otro. Y como profesionales podemos ayudar a mejorar las habilidades sociales de cualquier persona, tenga la edad que tenga.
Un futuro de oportunidades
EL PERIÓDICO y Fundación La Caixa dan voz a los perfiles sociales, culturales y científicos que con su esfuerzo están creando una sociedad con más oportunidades para todos.










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