Un estudio afirma que el teletrabajo podría reducir las oportunidades de ascender y de tener un mejor salario
La pandemia de COVID-19 aceleró una revolución laboral sin precedentes, catapultando el teletrabajo de una opción minoritaria a una norma en múltiples sectores. El «trabajo desde casa» se vendió como la panacea para la conciliación, la flexibilidad y una mayor calidad de vida, además de un ahorro en transporte. Sin embargo, a medida que el modelo se asienta, un nuevo dilema emerge: ¿podría esta misma distancia que nos dio libertad estar frenando nuestro crecimiento profesional?
Un reciente estudio de la plataforma global de recursos humanos y nóminas Deel revela una creciente desconexión entre el deseo de los empleados de trabajar de forma remota y la reticencia de los líderes a contratar y promocionar talento fuera de la oficina.
El informe de Deel destaca que la mayoría de los empleadores sigue priorizando la contratación en su propia zona horaria o a una distancia que permita la asistencia ocasional a la oficina. Esta mentalidad, lejos de ser un mero detalle logístico, tiene sus consecuencias:
- Estancamiento profesional: los trabajadores que optan por la modalidad 100% remota sienten que sus oportunidades de ascenso disminuyen, ya que la visibilidad y la cercanía al jefe se perciben como un factor clave para la promoción.
- Brecha de compromiso: la falta de una estrategia clara para la integración del teletrabajador puede provocar una caída en el compromiso, el sentimiento de pertenencia y la productividad, al sentir que su carrera no avanza.
- Talento desaprovechado: la rigidez en la contratación frena el acceso a un abanico global de talento, limitando el crecimiento de las propias empresas.
La investigación sugiere que, a pesar de que los trabajadores valoran la flexibilidad para mejorar su calidad de vida y gestionar los costes, los jefes aún no han adaptado sus modelos de gestión a este nuevo paradigma.
El teletrabajo en España se consolida, pero a un ritmo menor que en Europa
Aunque la percepción de un freno en la promoción es una realidad global, la situación del teletrabajo en España presenta matices propios. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), el 37,5% de las empresas de 10 o más empleados permitió el teletrabajo por parte de sus empleados en el primer trimestre de 2024, un porcentaje que se elevó al 80,4% para las empresas de 250 empleados o más. A pesar de este crecimiento, el dato del uso del teletrabajo sitúa a España por debajo de la media europea, que alcanza el 22,4%.
La regulación del teletrabajo en España está marcada por la llamada Ley del Teletrabajo, impulsada por el Ministerio de Trabajo y Economía Social. Esta normativa busca garantizar los derechos de los empleados que trabajan de forma remota, estableciendo que el trabajo a distancia debe ser voluntario y que la empresa debe compensar los gastos derivados de esta modalidad.
La ley, además, es clara con la no discriminación en su artículo 4.1: «Las personas que desarrollan trabajo a distancia tendrán los mismos derechos que hubieran ostentado si prestasen servicios en el centro de trabajo de la empresa…». Esto incluye aspectos fundamentales como la promoción profesional, la retribución o la formación, buscando proteger al teletrabajador de posibles perjuicios.
La tensión entre la normativa y la realidad del mercado laboral es evidente. A pesar de que la ley prohíbe explícitamente la discriminación, la percepción de los empleados que trabajan en remoto de tener menos oportunidades de ascenso sigue siendo una preocupación legítima. La clave para las empresas reside en encontrar el equilibrio: aprovechar los beneficios del teletrabajo para acceder a un talento global, mientras se implementan modelos de gestión que aseguren la equidad y visibilidad de todos los empleados, estén donde estén.