se dispone a salir de la ‘lista negra’ de despilfarradores de Europa con un déficit del 3% este año
Italia reducirá progresivamente su déficit público que será del 2,8% del producto interior bruto en 2026, del 2,6% para 2027 y 2,3% para 2028, mientras que adelantó que será del 3% en 2025, respetando por primera vez desde 2019 el techo de la Unión Europea, según el Documento de Planificación de las Finanzas Públicas (DPFP) que fue publicado este viernes tras su aprobación de anoche. El país se dispondría a salir del denominado «procedimiento de déficit excesivo», un protocolo para aquellas economías cuyo déficit público supera el 3% que reduce notablemente el margen de maniobra en materia fiscal y que supone una suerte de ‘lista negra’ que señala a los países más gastosos del bloque. Una lista en la que se queda una Francia presa de la inestabilidad política e incapaz de encontrar un gobierno que fije una senda razonable de déficit tras el 5,8% del PIB del año pasado y el 5,4% que se espera para este.
El plan fiscal y financiero italiano, que adelanta la Ley de Presupuestos, incluye una tasa de crecimiento del PIB prevista del 0,7% para 2026, del 0,8% para 2027 y del 0,9% para 2028, mientras que la deuda pública se estima en un 136,4% del PIB para dentro de tres años. «Confirmamos nuestro enfoque firme y prudente, que tiene en cuenta la necesidad de mantener las finanzas públicas en cumplimiento con las nuevas reglas europeas, pero en el marco de las medidas esenciales para apoyar el crecimiento económico y social de los trabajadores, las familias y las empresas «, ha dicho el Ministro de Economía y Finanzas Giancarlo Giorgetti en el comunicado oficial.
Italia no ha registrado un déficit igual o inferior al 3% desde 2019, antes de la pandemia. Alcanzar ese nivel en 2025 -algo que nadie había previsto- contrasta notablemente con Francia, que se prevé que se mantenga por encima de ese límite durante años en medio de una prolongada crisis política. El año pasado Bruselas metió en el brazo sancionador por déficit excesivo a Bélgica, Francia, Italia, Hungría, Malta, Polonia y Eslovaquia, además de prorrogar el caso de Rumanía.
Justo cuando parece que se va a producir la salida de Italia de este procedimiento y el caso de Francia empeora, Bruselas se encuentra en pleno proceso de relajar las sanciones a los países que incumplan las reglas fiscales. La Comisión Europea lanzó tres nuevas propuestas legislativas este jueves para ajustar la normativa a la revisión actual de las reglas fiscales de Europa, incluyendo una medida para suavizar las penalizaciones impuestas a los países miembros que no respeten los límites del 60% de deuda y el 3% de déficit en relación al PIB.
La reforma sugiere que, en lugar de un depósito con interés -el 0,2% del PIB- por desviaciones significativas, se apliquen sanciones progresivas según la magnitud y persistencia del incumplimiento. Asimismo, si un Estado miembro ajusta a tiempo su desviación, se le eximirá de la sanción y se le reembolsará su depósito.
La mejora de las cuentas de Italia país se debe a unos costes de endeudamiento considerablemente más bajos, impulsados ??en parte por los inversores alentados por la inusual estabilidad política que vive el país bajo el mandato de Giorgia Meloni como primera ministra. Todo lo contrario de la agitación que llega desde París, con el gobierno Bayrou caído y el recientemente formado por Lecornu muy frágil.
Si los mercados sirven de prueba, los diferenciales entre los rendimientos de los bonos italianos a 10 años y los de Alemania están actualmente cerca de los 80 puntos básicos, menos de un tercio del nivel que tenían cuando Meloni asumió el cargo en 2022. Sin salir de los mercados, Italia ya dejó ‘en evidencia’ semanas atrás a Francia cuando los rendimientos de sus bonos soberanos a 10 años cotizaron momentáneamente por debajo de la rentabilidad exigida a los bonos galos por primera vez desde comienzos de los 2000.
Todo esto no sólo coloca al gobierno de Meloni en una mejor posición fiscal, sino que también le permitirá al país expandir el gasto de defensa en un momento en el que se ha comprometido a cumplir con una meta de la OTAN de gastos militares del 5% del PIB para satisfacer las demandas del presidente estadounidense Donald Trump.
«Las finanzas públicas italianas se han mantenido mejor de lo esperado durante los últimos dos años, a pesar de que la economía sigue estancada. Esto se debe en parte a las políticas anteriores al gobierno de Meloni, pero su decisión de abolir el Superbonus y el estricto control del gasto también han sido fundamentales. Por ahora, parece que esta tendencia positiva va a continuar, lo que ayudará a mantener el interés de los inversores», valora Franziska Palmas, analista de Capital Economics.
Palmas admite que estos resultados en el déficit son «impresionantes» si se tiene en cuenta el mal rendimiento de la economía italiana en los últimos dos años: el PIB creció solo un 0,5% en 2024 y probablemente lo hará a un ritmo similar en 2025. Y reparte los méritos. Por un lado, ha habido un aumento mayor de lo esperado de los ingresos fiscales que poco tiene que ver con las políticas de Giorgia Meloni.
«Este aumento de los ingresos representa 0,5 puntos porcentuales de la caída del 3,8% del déficit en 2024 y probablemente también haya contribuido a la nueva reducción del déficit en 2025. Se debe principalmente a una combinación de un crecimiento del empleo bastante fuerte, el efecto de la progresividad fiscal y un mejor cumplimiento de las obligaciones tributarias. Esto último tiene mucho que ver con la facturación electrónica obligatoria introducida por gobiernos anteriores, aunque también han influido algunas amnistías fiscales del Gobierno de Meloni», profundiza la analista de Capital.
Qué ha hecho Roma
Por otro, reconoce la economista, las políticas destaca, de Meloni también han sido cruciales para la reducción del déficit. En particular, la abolición del llamado Superbonus ha desempeñado un papel importante. Se trataba de un programa muy costoso de incentivos fiscales para la renovación de viviendas introducido por el Gobierno de Conte en 2020. Este programa constituía la mayor parte del gasto público en «incentivos a la inversión para los hogares», cuya fuerte caída supuso un 3,6% del recorte del déficit en 2024.
En términos más generales, continúa Palmas, «Meloni y su ministro Giorgetti se han mostrado muy decididos a limitar el crecimiento del gasto y los recortes fiscales». «Esto ha consistido principalmente en rechazar las demandas de la coalición cuando eran incompatibles con el cumplimiento de los objetivos de déficit», explica. El Gobierno también ha abandonado muchas de sus promesas electorales, como la de un impuesto sobre la renta fijo, la eliminación de la reforma de las pensiones aprobada durante la crisis de la zona euro y el aumento del gasto en sanidad y educación.
Además, subraya Palmas, la presión sobre el Gobierno para que relaje la política fiscal es posiblemente menor que en otros países de la zona euro, especialmente en Francia. «Esto se debe a que la popularidad personal de Meloni sigue siendo alta y su coalición sigue liderando las encuestas. Es más, el propio partido de Meloni, Hermanos de Italia, obtiene mejores resultados en las encuestas que en las elecciones de 2022 y sigue muy por delante de sus socios minoritarios de coalición, la Liga y Fratelli d’Italia, lo que les da pocos incentivos para derrocar al Gobierno si no se satisfacen sus demandas», desarrolla.
Esta fenómeno tiene un componente social, apuntan desde Capital: la población italiana está más acostumbrada (y resignada) a que los gobiernos tengan poco margen fiscal que en Francia, como demuestra el hecho de que no parece importarle que el Gobierno haya dado marcha atrás en sus promesas electorales.
«Por supuesto, las encuestas de opinión pueden cambiar rápidamente y la presión para que se relaje la política fiscal puede aumentar a medida que se acerquen las próximas elecciones generales, previstas para finales de 2027. Pero, por ahora, tanto la actitud de Meloni y Giorgetti como el entorno político excepcionalmente estable hacen mucho más probable que se mantenga la disciplina fiscal. Esta es una de las razones por las que esperamos que los diferenciales de los bonos del Estado italiano se mantengan contenidos y caigan por debajo de los de Francia, incluso aunque el crecimiento del PIB siga siendo muy débil», remata la analista.
Con todo, el camino para Italia no será fácil. En el lado negativo, la economía sigue débil, y el posible impacto de los aranceles estadounidenses es difícil de calcular en este momento. Italia también se ve afectada por las dificultades que enfrenta la economía alemana, su principal socio comercial.