Perspectivas de las materias primas: resiliencia y reestructuración en el Año de la Serpiente

Perspectivas de las materias primas: resiliencia y reestructuración en el Año de la Serpiente



Los conflictos en Europa del Este y Oriente Medio siguen sin resolverse, mientras que los aranceles del «Día de la Liberación» de abril desencadenaron una de las sacudidas más importantes del comercio mundial en más de un siglo. Sin embargo, a pesar de estas turbulencias, las materias primas no se han visto afectadas. Todo lo contrario: han demostrado una notable capacidad de resiliencia.

En lo que va de 2025, los metales preciosos e industriales han liderado la carga, mientras que los mercados energéticos, aunque volátiles, han evitado un colapso total. Bajo la superficie se esconde una historia más profunda: el debilitamiento del dólar estadounidense, la interrupción de las cadenas de suministro y los cambios estructurales de la demanda a largo plazo, que van mucho más allá de los titulares de hoy.

Metales preciosos: el oro sigue brillando

El oro ha vuelto a asumir su clásico papel de activo refugio. Tras alcanzar un máximo de 3.500 dólares por onza en abril, los precios se consolidaron en un rango estrecho, apoyados por los riesgos geopolíticos, los desequilibrios fiscales y la preocupación por la independencia de los bancos centrales.

Podemos atribuir esta consolidación como una fase de espera previa a la primavera, un periodo de estabilidad que suele preceder a una ruptura importante. Según nuestras previsiones, el oro alcanzará los 3.850 dólares por onza en el segundo trimestre de 2026.

Las razones son sencillas:

  • Incertidumbre comercial: los inversores siguen protegiéndose contra el perjudicial entorno arancelario.
  • Trayectoria de la deuda: los déficits estadounidenses aumentarán en más de 3 billones de dólares en la próxima década, lo que plantea interrogantes sobre la sostenibilidad fiscal.
  • Fragilidad institucional: la presión política sobre la Reserva Federal recuerda episodios de finales de los años setenta, cuando el oro protagonizó subidas históricas.
  • Riesgo geopolítico: las tensiones siguen siendo elevadas, desde el enfrentamiento entre Irán y el Organismo Internacional de la Energía Atómica hasta el conflicto entre Rusia y Ucrania.
  • Debilidad del dólar: el debilitamiento de esta divisa hace que el oro resulte más atractivo en todo el mundo.

En resumen, el oro es algo más que una operación defensiva, se está convirtiendo en la expresión más clara del malestar sistémico.

Metales industriales: aranceles y transformación

Los metales son la columna vertebral de tres grandes temáticas que configuran la economía mundial:

  • La transición energética: las energías renovables, la electrificación y la ampliación de la red requieren grandes cantidades de cobre y aluminio.
  • Rearme de la defensa: el aumento de los presupuestos militares europeos se traducirá en una mayor demanda de metales para infraestructuras, armamento y equipos (Gráfica 1).
  • IA e infraestructura digital: los centros de datos consumen mucha energía (Gráfica 2), lo que indirectamente impulsa la demanda de metales que permitan la generación sostenible de electricidad.

El ruido a corto plazo de los aranceles no debe distraer la atención de estas limitaciones de la oferta a más largo plazo. El gasto en exploración se ha estancado y la fundición de aluminio se enfrenta a graves problemas debido a su intensidad energética y a la creciente competencia por los recursos de la red. El resultado: una persistente contracción de la oferta que apuntalará los precios a medio plazo.

Energía: la OPEP+ se relaja y los mercados reaccionan

Si los metales han sido resilientes, la energía ha sido volátil. El crudo Brent subió casi un 20 % en junio antes de caer un 11 % en dos semanas. Esta turbulencia no es una anomalía, sino que se ha convertido en el rasgo definitorio de los mercados del petróleo en 2025.

El principal impulsor ha sido la Organización de Países Exportadores de Petróleo y países asociados (OPEP+), que ha acelerado la retirada de sus recortes voluntarios de producción. Para septiembre de 2025, un año antes de lo previsto, se espera que el grupo haya eliminado 2,2 millones de barriles diarios de suministro. Las motivaciones varían, desde la frustración de Arabia Saudí por las trampas en las cuotas hasta la negociación geopolítica con Washington, pasando por los esfuerzos por recuperar cuota de mercado frente a la producción de esquisto estadounidense y brasileña.

Aun así, las perspectivas siguen siendo limitadas. Con el estancamiento de la demanda china y el avance de la electrificación, es probable que el crudo Brent se mantenga en un rango de entre 60 y 70 dólares por barril. Se producirán picos a corto plazo, pero es poco probable que se mantengan.

El deslizamiento del dólar: un viento de cola tranquilo

Quizá el cambio de tendencia del dólar estadounidense sea el factor más subestimado de la fortaleza de las materias primas. Tras subir a 110 en enero, su nivel más alto desde el año 2022, el índice del dólar ha caído a 97 a mediados de año, lo que supone un descenso del 12 %. Esto representa la depreciación más pronunciada desde el inicio de la pandemia.

Un dólar más débil favorece a las materias primas de múltiples maneras:

  • Los precios se abaratan en las monedas locales, lo que eleva la demanda mundial.
  • Los mercados emergentes, en particular, se benefician de una mayor asequibilidad.
  • Los activos reales, como las materias primas, atraen flujos como cobertura frente a la inflación.
  • Los menores ingresos en dólares desalientan el crecimiento de la oferta, lo que tensa los balances.

El consenso del mercado apunta a nuevos descensos hasta el año 2026. Aunque no es una política oficial, la tolerancia de Washington hacia un dólar débil refuerza el telón de fondo favorable para las materias primas.

Guerras comerciales y cadenas de suministro: la serpiente golpea

Los aranceles siguen siendo la principal fuente de interrupción de los flujos mundiales de materias primas. El anuncio del «Día de la Liberación» de abril supuso la escalada más agresiva de los aranceles estadounidenses en más de un siglo. El aluminio, el acero y los productos semiacabados de cobre fueron gravados con aranceles del 50 %, mientras que la agricultura también se enfrentó a nuevas barreras, incluido un arancel del 30 % sobre las exportaciones brasileñas.

Por el momento, se han evitado los flujos de energía, lo que refleja el deseo de la Administración de proteger a los consumidores del encarecimiento de los combustibles. Sin embargo, el efecto dominó se deja sentir en productos refinados como el gasóleo, cuyos flujos de Canadá a Estados Unidos están bajo escrutinio.

Estos choques políticos fragmentan las cadenas de suministro, obligando a productores y consumidores a reorganizar sus estrategias de abastecimiento. La incertidumbre ha añadido una prima de riesgo a metales como el platino, el paladio y la plata, que los mercados temen que puedan sufrir aranceles en el futuro.

El panorama general: escasez, seguridad y estrategia

En todos los sectores predominan tres temas:

  • Escasez: años de escasa inversión en prospección e infraestructuras hacen que la oferta tenga dificultades para seguir el ritmo de la demanda estructural.
  • Seguridad: la geopolítica, el gasto en defensa y las guerras arancelarias remodelan las cadenas de suministro, obligando a los inversores a tener en cuenta la resiliencia en sus asignaciones.
  • Estrategia: el sistema energético de doble vía, el auge de la IA y las tensiones fiscales en EE. UU. están haciendo que las materias primas dejen de ser un comercio cíclico para convertirse en una asignación estratégica.

Conclusión: potencial en espiral

A medida que nos adentramos en el Año de la Serpiente, las materias primas no solo reaccionan a los trastornos, sino que dejan entrever las fragilidades subyacentes del sistema mundial. El oro se está consolidando antes de otra posible ruptura. Los metales industriales afrontan vientos en contra a corto plazo, pero son estructuralmente indispensables. El petróleo es volátil, pero está limitado. El debilitamiento del dólar proporciona un amplio viento de cola a todo el complejo.

Para los inversores, la lección está clara: la volatilidad es la nueva normalidad, pero también lo son las oportunidades. En un mundo definido por la fragmentación y la incertidumbre, las materias primas siguen siendo no solo una cobertura, sino un reflejo de la propia época.



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