No somos una entidad financiera más, somos la banca de todos los catalanes
-Para muchos catalanes, el Instut Català de Finances todavía es un gran desconocido. ¿Qué es y qué hace exactamente?
El ICF es la banca pública de promoción de la Generalitat de Catalunya. Ofrecemos préstamos, avales y capital a empresas y entidades para que hagan realidad sus proyectos de crecimiento, transformación e impulso de la competitividad de la economía catalana.
-¿Y qué diferencia al ICF de un banco normal y corriente?
-El modelo del ICF complementa al sector financiero privado a través de dos elementos principales. Por un lado, ofrecemos financiación a largo plazo para facilitar que las empresas puedan devolver sus préstamos en más tiempo. Y, por otro lado, apoyamos a proyectos y sectores estratégicos para Catalunya, como la industria, la transición verde, el sector primario o la vivienda social, a los que ofrecemos condiciones financieras favorables. No somos una entidad financiera más, somos la banca de todos los catalanes y todas las catalanas y, por eso, trabajamos al servicio de Catalunya.
-¿Qué balance hace el ICF de sus 40 años de historia?
-El balance es muy positivo. Nacimos con la misión de dar apoyo a proyectos que, por su naturaleza, no eran prioritarios para las entidades financieras privadas y, cuatro décadas después, podemos decir con orgullo que la hemos cumplido. Durante todo este tiempo, hemos sabido adaptarnos para dar respuesta a las necesidades de financiación que el tejido empresarial y social de Catalunya ha tenido en cada momento.
-Hablas de la capacidad de adaptación de la entidad. ¿Cómo ha evolucionado el rol del ICF?
-Nacimos en un contexto muy determinado, marcado por las crisis del petróleo y la transición, donde el ICF tenía el papel de contribuir a la modernización y la reestructuración de la economía catalana. También financiamos muchas infraestructuras públicas que han sido claves para el desarrollo de Catalunya, como escuelas, hospitales y centros deportivos. Con la llegada de los 2000 y la globalización, ayudamos a las empresas catalanas a internacionalizarse y adaptarse a una economía cada vez más exigente.
-Pero entonces llegó la crisis económica de 2008…
-Exacto, con el estallido de la crisis financiera, nuestro papel se hizo más relevante que nunca. Creamos nuevos préstamos y avales para ayudar a los sectores más afectados y evitamos la desaparición de muchas pymes viables que estaban pasando por un momento muy complicado.
-¿Y una vez superada esta etapa tan dura?
Después de la crisis, la economía necesitaba un nuevo impulso. Pusimos nuestra financiación, nuestras inversiones y también nuestro modelo de gestión al servicio de la transición energética y la transformación digital. La sostenibilidad es, desde entonces, una de nuestras máximas prioridades y los proyectos con criterios sociales y ambientales ya suponen más de la mitad de nuestra financiación.
-El ICF también tuvo una función clave en la respuesta a la crisis económica derivada de la pandemia.
-Este ha sido uno de nuestros mayores retos recientes. La crisis sanitaria vino acompañada de la dificultad de liquidez de las empresas y los cierres temporales, una realidad a la que supimos responder de forma ágil y efectiva. Destinamos más de 900 millones de euros en préstamos con condiciones preferentes y plazos de devolución amplios para evitar el cierre de muchos negocios.
-Visto en perspectiva, ¿hay algún aspecto que el ICF podría haber afrontado mejor?
-El ICF se rige por la normativa bancaria y la del sector público que requiere de muchos trámites. Desde que nacimos hemos tenido el reto de prestar el mejor servicio posible a nuestros clientes: dar respuestas rápidas, reducir el papeleo, adaptarnos a las nuevas tecnologías. Tenemos todavía margen de mejora en este aspecto. Además sólo tenemos una oficina central en Barcelona, no existen oficinas abiertas por el territorio. Esto hace que seamos menos accesibles y menos conocidos.
-¿Qué reto se marcan para la próxima década?
Hay varios. Por un lado, darnos a conocer todavía más entre los posibles clientes. Por otro, seguir impulsando el vertical de capital riesgo. De la misma manera que ayudamos a crear un ecosistema de capital riesgo en Catalunya con Barcelona a la cabeza como start-up capital, ahora hemos de dar el salto hacia una escale-up capital. Por último, la vivienda. Miles de ciudadanos tienen dificultades para acceder a un piso o pagar un alquiler. Por eso, ofrecemos préstamos a largo plazo para que promotoras públicas, sociales y privadas puedan impulsar proyectos de construcción y adquisición de vivienda social. Desde el 2018, hemos hecho posibles más de 5.000 viviendas sociales en Catalunya.
-Y otra novedad son los Préstecs Emancipació para que los jóvenes puedan hacer frente a la entrada de su primera vivienda.
-Sí, acabamos de abrir una nueva etapa en el ICF: por primera vez en nuestra historia, financiaremos a particulares. Lo haremos, además, a través de un producto innovador en el Estado que pretende ayudar a miles de jóvenes catalanes a comprar su primera vivienda. Muchos de ellos tienen ingresos estables y son solventes, pero no tienen los ahorros suficientes para pagar la entrada del piso. Nuestro objetivo es eliminar o minimizar esta barrera. Por eso, les ofrecemos créditos de hasta 50.000 euros sin intereses que no tendrán que devolver hasta que hayan pagado la hipoteca de la vivienda que se convertirá en protegida.















