Los riesgos a los que se enfrenta el mundo si Trump quiebra la independencia de la Fed
La amenaza del presidente Trump de intentar destituir al presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, ha planteado una cuestión urgente pero posiblemente sin respuesta clara: ¿cómo serían la economía global y los mercados financieros sin un banco central independiente en EEUU?
Protegida de las injerencias de la Casa Blanca, la Fed independiente ha actuado cada vez más como un ancla para los mercados estadounidenses y globales, interviniendo para estabilizar la situación durante la crisis financiera de 2008-2009, la pandemia de la Covid y otros sobresaltos de los últimos años. Los economistas atribuyen en gran medida su capacidad para mantener la estabilidad a su poder para actuar con independencia política.
Ahora, antiguos miembros de la Fed e inversores advierten de que un banco central más supeditado a la Casa Blanca podría perder la capacidad de reaccionar con rapidez y credibilidad ante amenazas financieras. El martes, Trump insinuó en una reunión en la Casa Blanca con legisladores republicanos que podría intentar destituir pronto a Powell, en un nuevo paso dentro de su campaña de críticas que dura ya meses y que acusa al banco central de mantener los tipos de interés demasiado altos durante demasiado tiempo. Más tarde, el presidente afirmó que veía “altamente improbable” que llegara a despedir a Powell.
La credibilidad de la Fed
“Los políticos casi siempre piensan que los tipos de interés deberían ser más bajos de lo que son”, señaló Alan Blinder, economista de la Universidad de Princeton y exvicepresidente de la Fed. “Esa es la principal razón por la que necesitamos un banco central independiente”.
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La posibilidad de que esa barrera se venga abajo amenaza con provocar repercusiones en los mercados justo en un momento especialmente incierto para la economía. EEUU sigue arrastrando los efectos de varios años de inflación por encima del objetivo histórico del 2% marcado por la Fed, y los últimos datos muestran que las presiones inflacionistas derivadas de las guerras arancelarias de Trump comienzan a aumentar. Los bancos centrales y los inversores de todo el mundo están a la espera del próximo movimiento de la Fed.
A los economistas les preocupa que un terremoto sin precedentes en el núcleo del sistema agrave aún más la incertidumbre y que mine la credibilidad de la Fed cuando estalle la próxima crisis. No sería solo un problema para la economía estadounidense, sino también para la del resto del mundo. En episodios anteriores de caídas bursátiles globales, como durante la crisis de deuda rusa de 1998, la Fed actuó para contener el pánico.
La Fed ha participado con frecuencia en rescates financieros internacionales, a menudo para evitar reacciones en cadena
La capacidad de la Fed para actuar en estos casos depende, en parte, de su facultad para mantener el crédito circulando cuando los mercados se bloquean, según el economista de Harvard Jeremy Stein. Para ello, es necesario que miles de empleados del banco central estén preparados para intervenir con rapidez. Stein teme que las amenazas a la independencia de la Fed acaben erosionando el talento y la experiencia de su plantilla. “Eso —y, por supuesto, la calidad del liderazgo— puede marcar una gran diferencia en una crisis”, apuntó Stein, que fue gobernador del banco central entre 2012 y 2014.
La Fed ha participado con frecuencia en rescates financieros internacionales, como los de México en 1982 y en 1995, a menudo para evitar reacciones en cadena que desestabilicen el sistema financiero global. Mantiene líneas de “swap” mediante las cuales presta dólares a bancos centrales extranjeros que, a su vez, los distribuyen entre sus propios bancos cuando estos sufren tensiones. Durante la crisis financiera, la Fed colaboró con bancos centrales y ministros de Finanzas de todo el mundo para evitar la quiebra de grandes entidades.
Habitualmente, la Fed colaboraba con la Administración de turno en estos rescates. No está claro si una Fed más controlada directamente por Trump participaría con la misma disposición en estos esfuerzos o si impondría condiciones alineadas con otras prioridades del presidente. Las tensiones que ahora se hacen visibles en un periodo de relativa calma giran en torno a uno de los ejes centrales del programa económico de Trump: los aranceles y su potencial para desencadenar un repunte inflacionista.
Unos tipos bajos incentivan el endeudamiento y la inversión, lo que puede impulsar el crecimiento económico
La campaña pública de Trump para forzar recortes de tipos se ha intensificado en los últimos meses, con episodios en los que ha llegado a burlarse de Powell llamándole “el señor que siempre llega tarde”. Tras conocerse el martes datos federales que apuntan a una aceleración moderada de la inflación en junio —en parte debido al impacto de los aranceles—, Trump reclamó que el banco central recorte los tipos desde el nivel actual, en torno al 4,3%, en tres puntos porcentuales.
“Cualquier economista que escuche eso no sabe si reír o llorar”, afirmó Blinder, que formó parte del banco central entre 1994 y 1996. Unos tipos bajos incentivan a empresas y consumidores a endeudarse e invertir más, lo que puede impulsar el crecimiento económico. Pero también conllevan el riesgo de disparar la inflación. “Si no estás dispuesto a subir los tipos para combatir la inflación, la inflación acabará ganando”, dijo Blinder.
Además, los tipos bajos pueden inflar los mercados financieros. Los inversores, al no lograr rentabilidades atractivas en activos seguros como los bonos del Tesoro a corto plazo, se ven empujados hacia activos de más riesgo, que ofrecen mayores beneficios potenciales pero también mayores pérdidas.
Críticas y preocupaciones
Una de las críticas que se lanzaron contra la Fed tras la crisis de 2008-2009 fue que no detectó a tiempo el peligroso crecimiento de la burbuja inmobiliaria y de los activos ligados a las hipotecas. No todos los expertos comparten esa visión complaciente, pero una Fed politizada podría ser más propensa a mirar hacia otro lado ante nuevos excesos financieros. Otra preocupación es que, cuando la Fed interviene para rescatar a los mercados, refuerza la idea entre los inversores de que siempre habrá un salvavidas, lo que les lleva a asumir más riesgos.
Si bien los tipos bajos pueden alimentar una burbuja de activos, también limitan la capacidad del banco central para reactivar la economía cuando esa burbuja estalla, advierte Robert Barbera, director del Centro de Economía Financiera de la Universidad Johns Hopkins. Esto se debe a que, con los tipos ya bajos, el margen para reducirlos aún más es escaso.“La capacidad para repartir generosidad se reduce mucho si te dedicas a repartir generosidad todo el tiempo”, explica.
Aunque la Fed ha bajado su tipo de interés, el tipo medio de las hipotecas se ha mantenido prácticamente estable
La Fed establece un tipo de interés a corto plazo conocido como tipo de los fondos federales. Trump sostiene que bajarlo podría ayudar a reducir los intereses que paga EEUU por su enorme deuda pública. Pero los costes de endeudamiento a corto plazo que fija la Fed no determinan automáticamente los tipos de préstamos a largo plazo, como las hipotecas, que ofrecen los bancos comerciales. Esos tipos reflejan las expectativas de los inversores sobre el rumbo futuro de los tipos de interés. Si creen que la Fed actual está siendo presionada para provocar un problema inflacionario futuro, los tipos a largo plazo podrían dispararse.
Aunque la Fed ha bajado su tipo de interés en un punto porcentual durante el último año, el tipo medio de las hipotecas en EEUU se ha mantenido prácticamente estable, según datos de Freddie Mac. “Si obligas al banco central a reducir los tipos a corto plazo, y los mercados perciben claramente que eso es lo que está ocurriendo, entonces es muy posible que los tipos a largo plazo suban en la dirección contraria, y con fuerza”, afirmó Raghuram Rajan, economista de la Universidad de Chicago y gobernador del Banco de la Reserva de la India entre 2013 y 2016.
Defender la independencia de la Fed
Este fenómeno se puso de manifiesto el miércoles justo después de conocerse la amenaza de Trump: los inversores vendieron deuda estadounidense a largo plazo. El dólar y la bolsa se debilitaron, mientras que el precio del oro —refugio clásico en tiempos de tensión financiera— repuntó. Posteriormente, los mercados se estabilizaron tras la negativa de Trump a confirmar sus planes de destituir a Powell. “No descarto nada”, dijo a los periodistas en la Casa Blanca. “Pero creo que es altamente improbable”.
Aun así, los inversores temen que esa volatilidad haya sido solo un anticipo de lo que podría ocurrir si Trump cumple finalmente su amenaza. El consejero delegado de Goldman Sachs, David Solomon, aseguró el miércoles que la independencia de la Fed es “algo que debemos defender”. “Creo que la independencia del banco central, no solo en Estados Unidos, sino en todo el mundo, nos ha servido increíblemente bien”, declaró en la CNBC. Otros directivos bancarios se expresaron en la misma línea.
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‘Algunos escépticos de la Fed cuestionan hasta qué punto el banco central es verdaderamente independiente, dado que colabora con la Casa Blanca en tiempos de crisis. Otros critican esa independencia precisamente porque puede frenar la agenda de un presidente que quiera aumentar el gasto, recortar impuestos o imponer aranceles.
Oren Cass, fundador del think tank conservador American Compass, argumentó que mantener los tipos altos frustra el intento de Trump de reindustrializar EEUU, incluso si los aranceles hacen subir ciertos precios. En un artículo publicado esta semana en Substack, Cass calificó la estrategia de la Fed como “una decisión descaradamente política orientada a frustrar una política económica legítima”.
*Contenido con licencia de The Wall Street Journal. Traducido por Federico Caraballo













