La milagrosa caída de la deuda externa de España tiene tiene truco



La situación de la economía española está lejos de ser boyante. Aunque por ahora resiste mejor que el resto de grandes economías de la zona euro, la actividad se está frenando poco a poco. La llegada de una recesión gana enteros en las previsiones más pesimistas. Sin embargo, la situación dista mucho de asemejarse a lo acaecido en 2007. Son varias las diferencias con el año de la crisis financiera. Entre estas diferencias destaca un indicador del que se habla poco, pero que en muchas ocasiones evidencia la capacidad productiva de un país, la competitividad de su tejido empresarial o la solidez con la que puede afrontar una crisis global: la deuda externa neta.

Aunque parezca contradictorio, mientras que la deuda pública de España se mantiene rozando niveles máximos de los dos últimos siglos, la deuda externa neta ha disfrutado de un descenso intenso e inesperado en los últimos años. Este tipo de deuda no solo tiene en cuenta las administraciones públicas, sino que también pondera los activos y los pasivos del resto de la economía (empresas y hogares). El esfuerzo de las familias y las empresas en los últimos años, junto a otros factores no menos importantes (se comentarán más adelante), ha permitido que la deuda externa neta de España caiga al 56% del PIB, unos niveles que no se veían desde 2006.

En el segundo trimestre de 2023 (último dato disponible), la posición de inversión internacional neta (PIIN o deuda externa neta) de España redujo su saldo deudor hasta los -797.800 millones de euros (-56,6% del PIB), frente a los -827.600 millones del trimestre anterior (-59,9% del PIB). La capacidad de financiación, medida por el saldo conjunto de las cuentas corriente y de capital, fue de 11.200 millones de euros en el segundo trimestre de 2023 (4.700 millones en el mismo trimestre del año anterior). En términos acumulados de cuatro trimestres, la capacidad de financiación alcanzó los 42.700 millones (3% del PIB), superior a los 18.000 millones acumulados hasta el segundo trimestre de 2022 (1,4% del PIB).

La deuda externa al detalle

La deuda externa neta se conoce de forma técnica como la posición de inversión internacional neta (PIIN). Este indicador mide la diferencia entre los activos extranjeros en manos de españoles (un español con acciones de Amazon) y los activos españoles en manos de extranjeros (una empresa saudí con acciones de Telefónica, por ejemplo), es decir, muestra la posición financiera neta de un país respecto al resto del mundo. Revela si esa economía es acreedora neta (le deben más de lo que ella debe) o deudora neta (lo opuesto).

Países como Alemania, por ejemplo, tienen una posición acreedora neta de casi 3 billones de dólares (los alemanes tienen un buen pedacito del mundo gracias a su propensión al ahorro/superávit comercial). Esa posición de Alemania, además, genera dividendos, intereses y otros rendimientos que incrementan la renta disponible de los alemanes. Otros países como Grecia, Chipre o la propia España vienen siendo deudores netos desde hace décadas.

De este modo, la PIIN es el resultado de los sucesivos movimientos del saldo de la cuenta corriente (variable de flujo), pero también depende del comportamiento de los activos en los que se invierta ese superávit/déficit por cuenta corriente. En el caso de España, los últimos superávits por cuenta corriente (exportamos más de lo que importamos en parte gracias al turismo) han ayudado a colocar al país en esta posición que no veía hace casi 20 años. No obstante, hay otros factores que han contribuido sobremanera a reducir este ‘endeudamiento’ en los que el buen hacer de los españoles (empresas, gobiernos y familias) ha tenido poco que ver.

Parte de truco

El propio Banco de España explicaba en un documento anual que la Posición de Inversión Internacional (PII) deudora neta de España ha corregido con intensidad «como resultado principalmente del avance del PIB nominal, pero también, aunque en menor medida, del saldo positivo de la cuenta financiera y de unos efectos valoración positivos en términos netos, debido esto último a un descenso del valor de los pasivos mayor que el de los activos».

De modo, que el BdE admite que la caída de la PIIN se debe en buena parte al crecimiento del PIB nominal, que ha disfrutado del empuje sin precedentes en las últimas décadas de la inflación (deflactor del PIB). Ante un fuerte incremento del denominador (PIB nominal) ha sido más sencillo reducir el numerador (deuda externa neta).

La deuda externa neta de España se mueve por varios factores

Otro factor importante de la caída de la PIIN es lo que se conoce como efecto valoración. Durante 2022 y parte de 2023, los activos extranjeros que los españoles tienen en sus manos presentaron un mejor comportamiento que los activos españoles que poseen los extranjeros. De una forma sencilla y poco rigurosa: las acciones de Amazon se comportaron mejor que las de Telefónica, por lo tanto, los españoles que tienen acciones de la tecnológica americana tienen ahora un activo que vale más si se compara con el extranjero que tiene acciones de Telefónica (esto es un ejemplo reduccionista e inventado, pero que muestra en esencia lo ocurrido).

Parte de mérito

Por último, también hay que destacar que una parte de la reducción de la PIIN ha sido mérito puro de la economía española. Los superávits por cuenta corriente y de capital de España han permitido que los españoles aumenten más sus activos extranjeros que viceversa. En 2022, la PIIN se redujo en más de 23.700 millones gracias, precisamente, a los importes positivos de las transacciones financieras netas con el resto del mundo.

Pese a la intensa caída de la deuda externa neta, España sigue siendo un país deudor a todas luces. Esto sigue dejando a la economía nacional en una situación de vulnerabilidad ante una posible crisis de crédito global (este escenario se materializó en 2007-2008, por ejemplo).

No obstante, España parece hoy algo mejor preparada. No solo porque ha reducido su deuda externa neta, también por la composición de los pasivos, ya que un 52% y un 11% corresponden, respectivamente, a la deuda del sector público (AAPP y Banco de España) y a la asociada a la inversión directa (grandes inversiones que realizan capitales extranjeros en España que suelen ser estables), cuyo riesgo de refinanciación es comparativamente más reducido. Adicionalmente, la gran mayoría de los pasivos frente al exterior está emitida a largo plazo, a un tipo de interés fijo y denominada en euros. Por lo tanto, todos estos factores reducen el riesgo de refinanciación, el riesgo de tipo de interés y el riesgo de tipo de cambio, sentencia el banco de España.

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