La impresión 3D ha llegado al metal
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Es una industria reciente, pequeña pero no marginal, que factura en todo el mundo 15.000 millones de dólares al año; aún están lejos del potencial estimado. No es que sea algo excepcional, pero la impresión 3D –llamada fabricación aditiva– ha vivido desde sus inicios más pendiente del hardware que del desarrollo de las aplicaciones en las que reside su auténtico valor. En el 2016, HP –líder indiscutido en impresión convencional– lanzó esta línea de negocio con epicentro mundial en su campus de Sant Cugat. Allí emplea a 1.500 personas (700 de ellas, investigadoras) de 62 nacionalidades y genera 150 patentes al año.
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