La fachada de la T1 del aeropuerto de Barcelona-El Prat se desplazará 38 metros e incluirá el derribo de la antigua torre de control
El aeropuerto de Barcelona afronta casi una década de obras que aspiran a cambiarlo de arriba a abajo. Uno de los proyectos más grandes, por coste pero sobre todo por repercusión en el día a día de las personas usuarias, es el traslado de la fachada principal de la T1. La directora de la infraestructura aeroportuaria, Eva Valenzuela, ha aprovechado la colocación de unas nuevas máquinas de control de equipaje en la terminal este lunes para revelar que la parte delantera del edificio se desplazará 38 metros y ese movimiento comportará el derribo de la histórica e icónica torre de control.
Ahora mismo se está redactando el proyecto básico, que aún tardará un año en culminarse. Así que quedan muchos meses para ir concienciando a los viajeros de que la T1 sufrirá una remodelación de tal magnitud que ganará 70.000 metros cuadrados en dirección a los edificios de los párquings y también por los costados. Los trabajos arrancarán en 2028, se prolongarán «hasta el 2031 o 2032», según la responsable de Aena, y se realizarán por fases.
Movimiento del vial
Probablemente una de las partes más delicadas, tratándose de una infraestructura que el año pasado ya superó los 55 millones de pasajeros, será el movimiento también del vial de las salidas por el que autobuses, taxis, VTCs y coches particulares (que van al párquing express) circulan y dejan a los viajeros. Ahora mismo esta arteria cuenta con ocho carriles, además de la amplia acera que queda delante de la fachada principal. Se perderá, pues, el espacio ‘vacío’ que ahora había entre el vial y los edificios de los párquings.
En ese lugar está también la antigua torre de control, que hoy en día solo sirve como soporte publicitario: está en desuso desde 2005, después de la puesta en funcionamiento de la torre helicoidal diseñada por el arquitecto Bruce Fairbanks. A pesar de que durante algunos años se especuló con la posibilidad de que se reconvirtiera en un restaurante o bien en un equipamiento para el aeropuerto, sus peculiares características hicieron que se desestimara la idea. No se sabe en qué momento se derribará, pero formará parte del proyecto de la fachada, cifrado en 700 millones de euros.
Un pasajero se dispone a pasar por uno de los nuevos controles de seguridad del equipaje de la T1. / David Zorrakino / EUROPA PRESS
Sin noticias del mural de Miró
Otro de los aspectos que todavía están también por concretar es si finalmente se trasladará el mural de Joan Miró preside la T2 desde 1970. Valenzuela ha asegurado que la voluntad es que la obra cerámica se sitúe en la T1, pero aún no se sabe dónde (la fachada es de vidrio) ni en qué momento del proceso.
Todo ello, ha insistido la directora, responde a la intención del gestor aeroportuario de ganar espacio en el interior de la terminal para colocar los nuevos dispositivos de control del equipaje, que dejan atrás los rayos-X para convertirse en TAC. De este modo, la imagen con tomografía permite que los operarios de seguridad puedan ver pormenorizadamente el interior de las bolsas y maletas sin que los pasajeros deban sacar nada de su interior, ni líquidos (se mantiene el límite de la normativa de un litro en pequeños recipientes de 100 mililitros y en una bolsa transparente, eso sí) ni aparatos electrónicos.
52 máquinas por 39 millones
Estas máquinas EDSCB ocupan más espacio y además son más pesadas, pero la normativa europea obliga a instalarlas. Para que la fluidez por la terminal no se vea resentida por la colocación de estos sistemas, se ganan esos 70.000 metros cuadrados. Al final del proceso, el aeropuerto de Barcelona-El Prat (como Madrid-Barajas o Palma de Mallorca, de momento) contará con 52 máquinas de este tipo, con un coste de 39 millones de euros. De momento, ya se pueden usar en la T2 y estos días se están colocando en los accesos al puente aéreo, tal como ha mostrado la propia directora este lunes.
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