La diversificación como antídoto, otra vez… Construyendo carteras antes del verano.
El S&P 500 ha dado un giro de guion que ya hemos comentado estas semanas: cayó más de un 17% en apenas un mes y medio para luego recuperar el terreno perdido en solo 10 días. Un rebote que ha sido especialmente dulce para quienes mantuvieron una sobreponderación en renta variable, especialmente en EE.UU. y Europa. Sobre todo, en Estados Unidos.
Hemos hablado hasta la saciedad de no hacer demasiado caso de las caídas cuando son, sobre todo, ruido de sobre reacción. Habernos metido un poco más en el mercado ha hecho que, en menos de dos semanas hayamos recuperado e incluso mejorado la rentabilidad del índice al haber comprado barato.
La economía estadounidense sigue mostrando fuerza, aunque con señales de ralentización. Pese a la contracción del PIB en el primer trimestre, el mercado laboral aguanta y el consumo mejora, impulsado por cierta paz arancelaria. Y lo de cierta, lo subrayo. De hecho, creo que debería decir más bien incierta. Las empresas han vuelto a sorprender positivamente en resultados, sobre todo las tecnológicas, ese grupo que parece funcionar pase lo que pase. Han caído mucho. Y han brillado como las que más en muy poco tiempo.
No obstante, el dominio de EE.UU. en los mercados globales empieza a generar dudas. El país representa el 70% del índice MSCI World, una cifra histórica, mientras que Europa apenas alcanza el 18%. Antes de la era de las Big Tech, esta proporción era bastante más equilibrada; del 50% y del 35% respectivamente.
Uno de los elementos que están pesando en esta reflexión es el dólar, que ha perdido más de un 10% desde enero frente a las principales divisas. Las tensiones geopolíticas, la diversificación de reservas de los bancos centrales y la reducción en la compra de deuda estadounidense por parte de los emergentes están cambiando el tablero.
Por supuesto que el crecimiento secular va a seguir anclado a la tecnología. Y la vamos a encontrar, sobre todo, en Estados Unidos. Y el mercado de deuda más líquido sigue siendo el americano, con una Fed que sigue demostrando su independencia. Es más, un informe de la Fed de St. Louis da un dato muy revelador. A saber, que los inversores no estadounidenses tienen actualmente 26.000 billones más de activos estadounidenses que la cantidad de activos internacionales que poseen los inversores estadounidenses. Lo que supone un aumento del 400% en diez años. Sé que esta frase suena liosa, pero es muy importante.
Y aquí viene otra cosa sustancial, a mi parecer; si los inversores globales empiezan a rotar incluso pequeñas partes de sus carteras fuera del dólar y de activos estadounidenses, el impacto en valoraciones y tipos de cambio puede ser considerable. Si un trasatlántico gira apenas unos grados, el cambio de rumbo será notable a pocos kilómetros. A más distancia, el destino es otro continente. Pues bien, ese es el potencial efecto de una desdolarización parcial.
Europa sigue jugando su papel en esta película. La inflación se modera, el crecimiento mejora aunque con timidez, y el BCE ya ha bajado tipos ocho veces. En este entorno, la renta variable europea destaca por sus valoraciones atractivas y su renovado dinamismo, gracias al repunte del crédito y la inversión pública. Tal vez no tenga la espectacularidad de Silicon Valley, pero tiene sus propios encantos: estabilidad, diversificación sectorial y potencial de mejora.
China, por su parte, combina riesgos claros con estímulos monetarios y fiscales. Las ventas minoristas repuntan y el gobierno mantiene firme su apoyo. Si bien el entorno no es el más propicio, para ciertos perfiles puede ser una jugada interesante.
El metal amarillo sigue siendo el refugio por excelencia. La acumulación por parte de bancos centrales, especialmente de emergentes, ha devuelto al oro su lugar como segundo activo de reserva mundial. Rusia y China lideran este movimiento, reduciendo su dependencia del dólar y reforzando sus reservas en oro. También hemos hablado sobre esto, pero quiero recordar que China sigue incrementando sus reservas y ha pasado del 1 al 7% en sus tenencias, frente a la caída de la deuda americana en su poder, que ha pasado el 45 al 30%. El oro no es el activo más emocionante, pero sigue siendo uno de los más fiables. De hecho, según un informe del BCE, el oro ha superado al euro como segundo activo de reserva, superando al euro, con una cuota que alcanza el 20%. Los bancos centrales siguen siendo un impulso, con los ya sospechosos habituales comprando: India, China, Turquía, o Polonia.
Aunque el mercado estadounidense sigue siendo referencia obligada, las cifras y los vientos geopolíticos invitan a reconsiderar cómo y dónde estamos invertidos. Diversificar no es una moda, es una estrategia básica, siempre. Y en un entorno donde los movimientos de capital pueden tener efectos amplificados, tener activos en diferentes regiones, monedas y sectores es más una necesidad que una opción.
Seguro que os acordáis de aquel anuncio que decía “la potencia sin control no sirve de nada”. Pues eso…














