La bomba inflacionaria que se avecina está oculta en el mercado laboral
La inflación se ha reducido de forma notable en la eurozona. El IPC armonizado se ha moderado hasta el 2,9% interanual, después de haber llegado a superar el 10% hace menos de año. Sin embargo, el optimismo brilla por su ausencia. Los mensajes de expertos, banqueros centrales y otras instituciones muestran aún cierta preocupación. Todo hace indicar que la reciente mesura de la inflación podría ser tan solo una tregua antes que se materialice el verdadero riesgo para la estabilidad de precios: el mercado laboral.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) cree que las estrecheces del mercado laboral y el auge de los salarios puede poner en peligro el objetivo de inflación en Europa de forma duradera. Diferentes factores que tienden a incrementar la tensión en el mercado de trabajo están o van a coincidir en el tiempo, lo que puede generar una combinación peligrosa para la estabilidad de precios, según se desprende de las últimas previsiones regionales del FMI para Europa. No obstante, el propio informe destaca que este riesgo podría reducirse si la productividad comenzase a crecer a un mayor ritmo con la ayuda de las reformas estructurales y las políticas adecuadas para mitigar la tensión del mercado laboral.
El mercado laboral se calienta
Los economistas del FMI creen que el envejecimiento de la población (reduce la fuerza laboral), la constante reducción de las horas de trabajo (ya sea por preferencias de los trabajadores o por ley) y la coyuntural escasez de empleados, que ya ‘calienta’ el mercado laboral, están llevando a que muchas empresas pongan en marcha lo que se conoce como ‘labor hoarding‘ (acaparamiento de trabajadores). Las compañías luchan por los trabajadores a la par que hacen todo lo posible por retener a los que ya tienen, incluso aunque la actividad y las ventas se hayan reducido. La tasa de paro en la Eurozona está en el mínimo histórico del 6,4%.
Sebastian Weber, Ippei Shibata, Ben Park y Chikako Baba, economistas del FMI, avisan de que «parece poco probable que las presiones salariales disminuyan en el corto plazo. Como muestra el gráfico, las tendencias a largo plazo ya están reduciendo la oferta laboral (total de horas trabajadas). La demografía y las semanas laborales más cortas significan que los empleadores se enfrentan a una competencia feroz para encontrar trabajadores cualificados y deben pagar más para retenerlos».
Esta es una preocupación que llega más allá de las fronteras del FMI. Hace pocos días, Isabel Schnabel, miembro del Comité Ejecutivo del Banco Central Europeo (BCE) destacaba este fenómeno: «Las encuestas siguen señalando que la mano de obra es un factor crítico que limita la producción. La escasez sigue cerca de máximos históricos en todos los sectores, especialmente en el sector de servicios. Como resultado, las empresas han respondido al debilitamiento de la actividad económica, reteniendo a sus empleados por temor a no poder encontrar trabajadores una vez que la demanda se recupere. Así, a pesar del mayor ajuste en la historia de la zona del euro, de 450 puntos básicos en poco más de un año, la tasa de desempleo ha caído a un nuevo mínimo histórico», señala Schnabel. Esto, asegura la alemana, es un riesgo al alza, para los salarios y para la inflación.
Por otro lado, se está observando una tendencia que conduce a una jornada laboral más corta (menos horas de trabajo). «Esta tendencia se observa en diferentes grupos demográficos, aunque es más pronunciada entre los trabajadores jóvenes, los trabajadores varones y los trabajadores con hijos, lo que posiblemente refleja cambios de preferencias», sostienen los expertos del FMI. También suma a este fenómeno de escasez de factor trabajo el fuerte crecimiento del absentismo laboral.
Otros factores que amenazan con ajustar aún más el mercado laboral provienen del envejecimiento de la población y de la consecuencia disminución de la fuerza laboral, algo «inminente» o que ya está ocurriendo en algunos países. «Durante la última década, la participación de la fuerza laboral europea creció relativamente rápido. Pero Incluso si esta tendencia continúa, la oferta laboral podría disminuir un 0,1% anual durante los próximos cinco años a medida que la población envejece, el crecimiento demográfico se desacelera y continúa la reducción de las horas de trabajo semanal», advierten estos expertos. Con todo, el FMI cree que el mercado laboral elevará hasta un punto la inflación en la zona euro en 2024.
El caso de España como ejemplo
Precisamente, España, donde los partidos aspirantes a reeditar el Gobierno, PSOE y Sumar, aspira a liderar el proceso europeo hacia la reducción de jornada, también ha admitido problemas de caída de la mano de obra por cuestiones demográficas. El Plan Presupuestario para 2024 remitido a la Comisión Europea recoge la visión del Gobierno de los grandes desafíos que afronta a medio y largo plazo el mercado de trabajo, y reconoce con claridad que la caída de la población «con mayores tasas de actividad» a mínimos históricos, es decir, entre 25 y 55 años, está provocando «tensiones» entre la demanda y la oferta de trabajo.
Aunque nuestro país parte de una situación ventajosa respecto a la UE por la inyección demográfica que supuso la llegada y regularización masiva de inmigrantes de la primera mitad de la década del siglo, este impacto empieza a desvanecerse.
El Gobierno confía en solventar con la llegada de nuevos cotizantes foráneos, pero las previsiones de Bruselas, igual que ahora las del FMI, dejan claro que la aportación de los foráneos al mercado laboral será mucho menor que en los años previos a la Gran Recesión.
Los salarios suben
Todo lo anterior está desembocando en la citada lucha de las empresas por encontrar y retener trabajadores. La forma más efectiva para lograr este objetivo es mejorar las condiciones de los empleados, algo que suelen implementarse a través de un incremento de los salarios o una mejora de la jornada laboral (reducción de horas de trabajo). Sin duda, este patrón tiene un impacto muy positivo a corto plazo para los trabajadores. Pero como señala el informe del FMI: «Existe una delgada línea entre ayudar a la recuperación económica y desterrar una inflación persistentemente alta«.
En el largo plazo, un crecimiento fuerte y sostenido de los salarios solo tendrá implicaciones positivas ‘macro’ si viene acompañado de un incremento de productividad (producir más bienes y servicios con menos factores de producción). Sin aumentos de la productividad, gran parte de la subida de los salarios se trasladará a los precios finales de los bienes y servicios, generando una nueva oleada de inflación.
«Es cierto que la subida de los salarios ayuda a aliviar las presiones del coste de vida y respaldan la expansión económica. Pero se necesita un incremento mayor productividad y unas políticas macroeconómicas restrictivas que impidan que las empresas transfieran mayores costes a los consumidores. Esto resulta esencial para que las economías puedan permitirse salarios mucho más altos sin avivar la inflación, como se analiza en nuestro informe», aseguran Sebastian Weber, Ippei Shibata, Ben Park y Chikako Baba.
No obstante, «hoy, el crecimiento de la productividad es débil. Eso significa que mayores aumentos salariales socavarían la competitividad», advierten los expertos del FMI. «El margen para contrarrestar estas tendencias del mercado laboral en Europa es limitado. Las propuestas para aumentar aún más la edad de jubilación pueden topar con oposición política. También hay poco margen para aumentar el promedio de horas de trabajo porque las semanas laborales más cortas están ganando popularidad», advierten estos expertos.
Reformas y gasto público
Otros factores, más allá de la productividad (que es el que más recorrido tiene), que pueden mitigar el calentamiento del mercado laboral y de los salarios, provienen de unos mayores flujos de inmigración y una creciente participación en la fuerza laboral, particularmente entre los trabajadores de mayor edad que se vean afectados por las reformas de las pensiones, incluidas las extensiones de las edades mínimas de jubilación, que están desempeñando un papel crucial en el apoyo al mercado laboral, destaca el informe.
«Por otro lado, los bancos centrales deben estar atentos a los riesgos alcistas para la inflación y monitorear de cerca los acuerdos salariales y su coherencia con las tendencias de productividad. Una marcada divergencia sería preocupante. La combinación de política monetaria y fiscal debería seguir siendo lo suficientemente estricta para que la inflación vuelva al objetivo», sentencian los economistas que firman el informe.
«Al mismo tiempo, las reformas estructurales para aumentar la productividad serán cada vez más importantes. Hacerlo reduciría las presiones inflacionarias en el mercado laboral y aumentaría el potencial de crecimiento económico a largo plazo. Impulsar la oferta laboral, permitiendo que los trabajadores trabajen más horas, simplificar la transición entre empleos, equipar a las nuevas generaciones para empleos futuros, capacitar a los trabajadores y facilitar la integración de los trabajadores migrantes sería importante», culminan estos expertos.