IAG tiene algo que decir
La toma de una participación de Air Europa por parte de Turkish Airlines no sólo requiere el visto bueno de la SEPI y el Gobierno, también necesita, al menos, la neutralidad de IAG, la matriz de Iberia y British Airways que controla el 20% de la aerolínea después de haber contribuido a su rescate en pandemia con un préstamo convertible en acciones de 100 millones de euros.La operación turca no es nada simple, como todo lo que ha rodeado la salida de la familia Hidalgo que lleva una década tratando de deshacerse de Air Europa en contra de la opinión del patriarca. La llegada de Turkish les viene de lujo tras la espantada de Lufthansa y Air France-KLM . ¿Cuál puede ser el obstáculo para que esas compañías renunciaran a adquirir Air Europa? Ya que no iban a caer en los mismos problemas de duplicidades que tenía Iberia y que pusieron en contra a los técnicos de Bruselas, sólo había un gran impedimento: las altas aspiraciones de Globalia, o mejor dicho de la familia Hidalgo , sobre la valoración de la empresa.Noticia Relacionada estandar Si Air Europa presiona a la SEPI con un rescate que obliga a activar el escudo antiopas Antonio Ramírez Cerezo Deberá pasar el filtro del holding público y del Ejecutivo, que ha puesto trabas en operaciones similaresSegún trascendió en medios especializados, la familia pidió 240 millones de euros por el 20% de la compañía, lo que suponía valorarla en 1.200 millones, un 20% más que los 1.000 millones que aceptaron para vendérsela a Iberia en 2019. Tras un tira y afloja, le llegaron a prometer a los franco-holandeses un 25% por esa cantidad, lo que suponía una valoración de 960 millones.Air Europa está repartida entre Globalia (80%) e IAG (20%). Si en noviembre de 2026, dentro de poco más de un año, no amortizan los créditos de la SEPI por 475 millones con que fueron rescatados, el Estado se podría convertir en el tercer propietario. Uno de los créditos es de carácter participativo y es por 240 millones (¿qué coincidencia?) y podría tranformarse en un porcentaje del capital. En ese sentido, la operación con Turkish Airlines va a poner a prueba la coherencia política del Gobierno. Si vetó a una empresa conectada con Orban en Talgo, ¿hará lo mismo con una firma conectada con Erdogan? La segunda cuestión la plantea IAG. Su participación está detrás de ‘una muralla china’ que le impide intervenir en la gestión. Pero no está claro que a IAG le entusiasme compartir Iberoamérica con un rival ajeno a su alianza Oneworld . Además, el 20% de IAG le costó 100 millones, lo que supuso valorar Air Europa en 500 millones en 2022. ¿Si la SEPI convierte su crédito: lo hará a la valoración de IAG (48% de la aerolínea) o a la de Globalia (20% o 25%)?El tercer factor es familiar. La saga Hidalgo, fundadora de Globalia , ya no gestiona la compañía, pero conserva la mayoría del capital y, con ella, una impronta difícil de borrar. Los Hidalgo han demostrado en el pasado que saben negociar -y tensar la cuerda- cuando se trata de vender. La operación exigirá pactar no sólo precio, sino también condiciones de gobernanza que preserven intereses. En un mercado tan competitivo como el aéreo, esas viejas lealtades pueden lastrar cualquier acuerdo. jmuller@abc.es
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