el viaje científico de Jordi Mascaró
El menorquín Jordi Mascaró Janer (22 años), exestudiante del IES Josep Miquel Guardia de Alaior y graduado en Biotecnología por la Universitat de Barcelona, cuyo trabajo final centró en la caracterización de un modelo neuronal in vitro de taupatías utilizando células madre pluriotentes humanas, disfruta de una selecta beca de posgrado de la Fundación la Caixa. En virtud de la misma, que además le valió una distinción que le entregó personalmente el rey Felipe VI, y a la que solo han podido optar cien universitarios sobre más de mil aspirantes en todo el territorio estatal, Mascaró ha emprendido en Londres un máster que le tiene enfrascado en el campo de la neurociencia de sistemas, con especial interés en la formación hipocampal.
El proceso para obtener la beca, además de la selección, ¿ha sido arduo o un formalismo?
—Ha sido el más riguroso que he hecho. Una vez cumples los requisitos mínimos, como el nivel de inglés, tienes que enviar un formulario con varias partes. La más destacada, la carta que expresa por qué optas a la beca. En mi caso, vino acompañado de una búsqueda exhaustiva de información. La beca te financia para un posgrado en el extranjero, no solo tuve que justificar mi interés por la neurociencia, también qué proyecto me gustaría desarrollar, qué universidad del mundo es la idónea para conseguirlo, qué personas de prestigio podrían supervisar su puesta en práctica y cómo la sociedad, a largo plazo, podría beneficiarse de mi aportación.
¿Y después?
—Si la valoración de este escrito y otros anexos es favorable, se pasa a una fase de entrevistas. Te otorgan tres minutos iniciales para la presentación y resumen de la idea que quieres transmitir, y después el comité de selección formula preguntas. En algunos casos, como el mío, se llega a esta fase sin haber acabado la carrera ni haber recibido la aceptación en la universidad. La beca ofrece la ayuda económica, pero buscar el máster que coincida con tus aspiraciones e intentar ser aceptado es un trámite independiente, que puede salir bien o no. Una parte importante de mi entrevista fue dar a entender cómo mi proyecto podría seguir adelante incluso si la universidad que tenía como primera opción me rechazaba. Es importante mostrar que tus objetivos dependen más de ti que de tu suerte, y que has buscado alternativas. Afronté este proceso como un trabajo de final de grado que requiere preparación, no como un mero formalismo.
¿Se trata de una beca que se busca o le vienen a buscar?
—La Fundación la Caixa hace mucho eco de este programa de becas en medios de comunicación, pero no contactan a particulares. La única manera de entrar en el proceso de selección es enviar el formulario inicial. Eso significa que cualquier interesado tiene que informarse por su cuenta y, como es común, enviar la aplicación sin tener muy claro cuáles son las posibilidades de ser aceptado.
La criba, con más de mil nombres en liza y solo cien elegidos, dos del Archipiélago, evidencia la dificultad de optar a la beca. ¿Siente orgullo o se trata de una etapa más en su recorrido que no tiene más valor que otra?
—Para mí es un punto de inflexión. Esta etapa tiene más valor que otras, pero no sería posible sin el valor de las otras. Me lo tomo como una demostración a mí mismo de que ser meticuloso en cada examen y en cada trabajo durante los últimos años realmente me ha dado la libertad de poder elegir en qué quiero especializarme después del grado universitario.
¿Qué impulsa su elección?
—Mi curiosidad por investigar el cerebro, pero especialmente por entender una parte concreta de él. Se trata de la llamada formación hipocampal, la región del cerebro que creemos permite enlazar las experiencias en el tiempo y en el espacio. Desde en ratones hasta en humanos, la información del mundo externo captada por los cinco sentidos, así como la información interna de cómo se mueve nuestro cuerpo, convergen en la formación hipocampal para que interprete en qué lugar nos encontramos y cómo hemos llegado hasta él. Es decir, de algún modo, esta estructura podría unir todas las piezas de información que entran en el cerebro y crear con ellas una historia con sentido. También es el área que más han estudiado los expertos del sueño, ya que por la noche reactiva aquellas historias construidas durante el día y ayuda a almacenarlas en forma de recuerdos. Finalmente, y no como algo menor, es la parte del cerebro que primero se daña en enfermedades como el alzhéimer. Todo esto constituía mi gran curiosidad antes de solicitar la beca. Ser ahora capaz de dedicarme a ella es lo que más valoro de mi nueva etapa.
¿Qué motivó que estudiara biotecnología?
—Uno de los pilares fundamentales de la biotecnología es la genética. Aún me impresiona el hecho de que la biología sea tan versátil, que se puedan coger partes del ADN de una bacteria o un animal y se puedan inyectar en células de origen humano para darles alguna característica nueva. No me refiero a crear superhumanos o algo por el estilo, solo al hecho de que se pueden extraer unas pocas células del organismo (sus partes básicas, tan pequeñas que medio millón cabrían en un centímetro cuadrado) y estudiar en ellas los procesos más fundamentales de toda la biología. Un ejemplo de esto confluyó con mi interés por la neurociencia al final de la carrera. Hoy se pueden extraer células de la piel, y activando los genes adecuados, transformarlas en células del cerebro, las neuronas. También gracias a la genética se puede hacer que estas neuronas, inicialmente sanas, empiecen a crear moléculas defectuosas típicas del alzhéimer (todo esto fuera del cuerpo, por supuesto). Hemos pasado de una célula sana de la piel, fácilmente extraíble, a una célula del cerebro en la que podemos estudiar una enfermedad, y por supuesto testear medicamentos. Una vez ahí, es de gran interés recrear la enfermedad lo mejor y más rápido posible (sería poco eficiente esperar 60 años a que las células en el laboratorio desarrollen alzhéimer), por lo que muchos grupos de investigación, incluido el que me acogió para mis prácticas, se enfocan en optimizar este proceso. Es la intersección entre genética y neurociencia la que veía más plausible escogiendo este grado de biotecnología.
Tras formarse en técnicas experimentales de hematología en el Vall d’Hebron Institut d’Oncologia (VHIO), se ha orientado a la neurociencia molecular y celular. ¿Por qué esa elección?
—La estancia en el VHIO la hice entre el tercer y cuarto año de carrera, período en el que sabía que la hematología no era mi principal motivación, pero en la que quería empezar a adquirir más conocimientos prácticos de laboratorio. Se me presentó la oportunidad de aplicar a este programa de cierto prestigio, financiado por el VHIO y la Fundación BBVA, y pensé que sería un buen modo de empezar a conocer el mundo de la investigación más allá del grado universitario. Aunque los objetivos de estudio fueron muy diferentes a lo que haría posteriormente, aprendí muchas técnicas que me servirían más adelante. Hay ciertos equipamientos que todo laboratorio debe manejar para trabajar con células o muestras de tejidos, ya sean de origen sanguíneo o de otro tipo.
¿Su campo profesional, se centrará más en la investigación o en cambio tiene otras intenciones?
—Lo que más disfruto ahora mismo es la investigación científica. Es lo que más se aleja de un trabajo, lo siento más como un juego y eso me permite dedicarle mucho tiempo. No descarto que en el futuro tenga otras motivaciones, pero por ahora intentaré sacar el máximo partido a este campo.
Ahora reside en Londres y parece complicado, por razones obvias, que pueda enfocar su futuro hacia Menorca, ¿dónde le gustaría establecerse?
—No me he planeado el largo plazo. Estoy enamorado de Menorca, también de Barcelona, pero en el mundo de la investigación (y supongo que en cualquier profesión) es clave estar en un ambiente donde muchas personas tengan objetivos similares, para colaborar y compartir ideas. Si quieres ir al detalle de una cuestión científica, estudiada con unos métodos concretos, seguramente habrá pocos lugares en el mundo que coincidan con tus curiosidades. Existen muchos grupos de investigación, pero cada uno tiene su enfoque. Por ahora, intento llegar a los que para mí son esos pocos que te llaman la atención. No me importa la ciudad o el país, y sí estar a gusto profesionalmente y con personas con quien compartir mi vida. Aunque mucha gente que aprecio está en Menorca y en Barcelona, y eso es lo único que podría hacer que me echara para atrás, confío en encontrar el balance perfecto y no renunciar a nada de lo que me hace feliz.
¿Cuántas horas al día dedica a estudiar?
—No tengo ninguna meta, cada día hago lo que puedo con las energías que tengo. Supongo que, si consideramos trabajar a todo lo relacionado con mi máster y el proyecto de investigación que estoy llevando a cabo, serían entre ocho y diez horas diarias.
El apunte
Música, deporte y su grupo de amigos, además de los libros
Noticias relacionadas:
Resolución de 13 de junio de 2025, de la Secretaría General Técnica, por la que se publica el Convenio entre el Instituto Cervantes y Banco Santander, SA, para participar en cursos de formación.
La Fundación ”la Caixa” lucha contra el edadismo
Raúl Agulló Pardo obtiene la beca Santander Excelencia 360 de la UA
Jorge Losana obtiene la única Beca Leonardo de la Fundación BBVA concedida en la Región de Murcia
El programa de Becas de grado de Fundación ”la Caixa” cumple cinco años capacitando al talento vulnerable
Dos genios de Lugo de la generación Z al servicio de la ciencia
La Generalitat dará becas de 500 euros al mes a menores de 30 años que quieran prepararse una oposición
FUNDACIÓN LA CAIXA | Seis estudiantes valencianos reciben becas de la Fundación «la Caixa» para cursar un posgrado en el extranjero
BECA SERÉ | La beca más “jugosa” del Gobierno: 12.000 euros si cumples este requisito
¿Son las Mejores del Mercado?
Primera graduada de la beca BBVA y Bancamía
Un tratamiento de bienestar para acelerar el viaje de reinvención turística
fichajes, salidas y las novedades de hoy