El futuro del sistema financiero europeo
Vivimos un momento de transformación profunda, acelerada e incierta. El entorno internacional se ha vuelto más complejo y adverso, en un contexto marcado por la … fragmentación geopolítica y el aumento de los conflictos bélicos, que tienen efectos relevantes sobre el sistema financiero internacional.
En estos momentos resulta especialmente relevante reflexionar sobre el futuro del sistema financiero europeo, que es una pieza esencial para sostener el crecimiento, la innovación y la cohesión social en Europa en las próximas décadas.
Para ello, Europa necesita una respuesta estratégica clara y ambiciosa. No se trata de levantar barreras, sino de reforzar nuestra base económica y tecnológica para proyectarnos con mayor solidez en el escenario global. Esto exige situar el mercado interior en el centro de nuestra estrategia, impulsar la productividad, acelerar la transición digital y ecológica, y fortalecer nuestra soberanía económica y de defensa.
La competitividad debe ser el eje vertebrador de esta agenda. Para impulsarla, es clave eliminar barreras internas para que las empresas puedan aprovechar la escala europea, simplificar los marcos regulatorios que las afectan, y coordinar las principales políticas europeas con el fin de crear un marco que favorezca el desarrollo de sectores estratégicos, incluyendo un sector de defensa robusto. Asimismo, resulta esencial disponer de un sistema financiero capaz de proporcionar financiación adecuada y diversificada a la economía. La inversión pública es fundamental: permite desarrollar infraestructuras estratégicas y movilizar inversión privada. Algunos bienes públicos europeos -como redes energéticas, plataformas digitales y capacidades de defensa- son cruciales para reforzar la cohesión y la autonomía de la Unión.
«No se trata de levantar barreras, sino de reforzar nuestra base económica y tecnológica para proyectarnos con mayor solidez en el escenario global»
En este proceso de cambio, las pequeñas y medianas empresas (pymes) son protagonistas. Juegan un papel central en la economía europea y representan más del 75% del empleo de la UE. Pero para crecer y competir globalmente, necesitan un mejor acceso al mercado único y a mecanismos apropiados de financiación. Las propuestas recientes de la Comisión Europea, centradas en ‘startups’ y ‘scaleups’, son pasos relevantes. En países como España, donde el tamaño empresarial es especialmente reducido, estas medidas pueden tener un impacto transformador.
Ahora bien, para que esta transformación económica sea viable, necesitamos un sistema financiero europeo a la altura del desafío. Persisten limitaciones estructurales: la fragmentación por jurisdicciones nacionales es excesiva, la economía tiene una elevada dependencia de la financiación bancaria y los mercados de capitales están poco desarrollados. Superarlas es condición necesaria para sostener nuestra ambición estratégica.
Tres pilares
Debemos avanzar hacia un sistema financiero más cohesionado, eficiente y resiliente, apoyado en tres pilares: el euro, un sistema bancario sólido y unos mercados de capitales profundos e integrados.
El euro no es solo una moneda: es un instrumento de identidad y soberanía económica. Su relevancia futura dependerá del éxito de Europa en la consecución de sus objetivos. Aunque es la base del sistema de pagos europeo, en los pagos minoristas con tarjeta o por otros medios digitales, que son cada vez más relevantes, seguimos dependiendo de redes no europeas. En este contexto, el proyecto del euro digital adquiere una dimensión estratégica, al reducir dependencias externas y consolidar el área única de pagos.
En cuanto al sistema bancario, las reformas tras la crisis financiera global han fortalecido su solidez, gracias a las mejoras en la regulación y en el marco institucional europeo. Pero la Unión Bancaria europea sigue incompleta. Es urgente avanzar hacia un sistema europeo de garantía de depósitos, remover las barreras que dificultan las fusiones transfronterizas y simplificar el marco regulatorio y supervisor para mejorar su eficiencia sin comprometer la estabilidad financiera.
«Es urgente avanzar hacia un sistema europeo de garantía de depósitos, remover las barreras que dificultan las fusiones transfronterizas y simplificar el marco regulatorio»
Por último, debemos profundizar en la Unión de los Mercados de Capitales, redefinida recientemente como Unión del Ahorro y la Inversión. Las empresas europeas dependen significativamente de la financiación bancaria, lo que limita sus oportunidades y podría llegar a hacerlas vulnerables. Ampliar las fuentes de financiación -impulsando el capital riesgo o revisando el marco de titulizaciones- es clave para dinamizar el crédito y atraer inversión.
Europa se enfrenta a una encrucijada. El entorno global ha cambiado y, con él, las reglas del juego. Pero también se abre a una oportunidad histórica para construir una economía más fuerte, resiliente y autónoma. Para lograrlo, el sistema financiero debe ser parte activa de la solución. Porque un sistema financiero robusto es un instrumento al servicio del bienestar de los ciudadanos europeos.












