El FMI confirma el gran jaque fiscal de Francia con unas cifras insostenibles y prevé un lustro de dificultades financieras
El Fondo Monetario Internacional (FMI) acaba de publicar este miércoles su Monitor Fiscal con predicciones sobre la deuda y el déficit de los países y Francia no sale nada bien parada. La entidad multilateral tiene claro que el país vecino está sumido en una debacle fiscal en la que su deuda seguirá creciendo de aquí a 2030 y el déficit, más de lo mismo. El Consejo Superior de Finanzas Públicas (CSFP), un organismo dependiente del Tribunal de Cuentas, dijo que el proyecto de Presupuestos que presentó recientemente el primer ministro, Sébastien Lercornu, era «frágil» y «con objetivos ambiciosos».
El plan presupuestario que ahora mismo entra a debate en la Asamblea Nacional (Cámara Baja) tiene como objetivo, a través de recortes del gasto y aumentos de los ingresos, corregir el déficit hasta el 4,7% del PIB. Una cantidad que «podría flexibilizarse», dijo Lecornu, hasta el 5% para asumir la congelación de la reforma de las pensiones que exigieron los socialistas para apoyarle y que ayer confirmó que haría, al menos, hasta las presidenciales de 2027. Esta «flexibilidad» en el déficit ya muestra una idea de la «debilidad» de las cuentas.
«Este contexto de gran incertidumbre política hace que el futuro de los textos presentados, y por lo tanto la implementación de las medidas subyacentes a sus previsiones, sea altamente hipotético», evaluaban desde el Consejo.
El Fondo Monetario Internacional, a través de su Monitor Fiscal de otoño, confirmó este miércoles lo que ya avanzaba el CSFP, y es que los objetivos de déficit son «ambiciosos» y el proyecto de Presupuestos «frágil».
Según las predicciones de la entidad comandada por Kristalina Georgieva, el déficit galo va a tener una trayectoria ascendente de aquí a 2030. Para este año, proyectan que el descubierto de las cuentas públicas galas será del 5,8%, tres décimas más que en el Monitor Fiscal de abril, y que seguirá abultándose hasta cerrar la década en el 6,3% del total de su economía, es decir, dos décimas más que cuando presentaron la revisión de abril.
Los expertos del CSFP dictaminaron que la debilidad que emana de este proyecto de Presupuestos está en el escenario económico planteado. Reiteran que son supuestos «optimistas» que combinan «una importante consolidación presupuestaria con una aceleración de la actividad impulsada por la recuperación de la demanda privada».
Así, el equipo de Lecornu augura que el próximo año el PIB de la economía francesa registrará una tasa de crecimiento del 1%, mientras que el propio FMI corrigió ayer a la baja sus previsiones en dos décimas, situando la tasa de expansión en el 0,9%, en línea con el consenso privado de analistas.
La teoría económica es clara: el recorte del gasto público supone un freno al avance de la economía. Según dice el dictamen del organismo galo, los Presupuestos tienen «una orientación más restrictiva de las finanzas públicas» y eso, en el corto plazo, «afectará a la actividad económica», sentencian.
A diferencia de lo que sucedió con los Presupuestos de 2025, Lecornu orientó sus cuentas en un equilibrio entre el recorte de gasto y el aumento de la recaudación. Esta orientación arroja una tasa de impuestos obligatorios que pasaría del 43,6% al 43,9% del PIB, mientras que el peso del gasto público se reduciría del 56,8% al 56,4% del PIB en un año.
Ese ajuste del gasto público, reza el documento de Presupuestos, supondría un incremento del 0,2% en volumen que subiría el gasto. Desde el Tribubnal consideran esto «un objetivo ambicioso», ya que el gasto en defensa va a aumentar de manera considerable, así como otras partidas.
El Consejo destaca que un aumento de 29.000 millones de euros sería en realidad «muy moderado» teniendo en cuenta el aumento de numerosos gastos incompresibles en 2026: la carga de la deuda (+8.100 millones), los gastos militares (+6.700 millones), la participación en el presupuesto de la Unión Europea (+5.700 millones) y el aumento del número de jubilados (+6.000 millones).
El «año en blanco» anunciado, con la congelación de salarios públicos y las pensiones, así como un recorte de las transferencias locales y de las franquicias de seguros médicos, puede ayudar pero, «alcanzar el objetivo de crecimiento del gasto requeriría la implementación de todas las medidas mencionadas, pero los anuncios públicos y debates recientes sugieren que esto es improbable», dicen los miembros del Consejo.
Así, en líneas generales, consideran que los objetivos de déficit para 2026 se debilita por «un escenario económico proactivo» y, sobre todo, por el potencial riesgo de un crecimiento prácticamente estancado de la economía, mezclado con unas medidas de ahorro e ingresos «ausentes».
La deuda seguirá desbocada
En términos de deuda, los Presupuestos de Lecornu también presentan unas previsiones bastante ambiciosas. Estas apuntan a que la carga de deuda alcance los 74.000 millones para el próximo año, frente a los 60.000 millones de 2025.
Esto implica que el déficit primario —es decir, aquel que excluye los pagos por intereses de la deuda— continuaría superando los 70.000 millones de euros en 2026. Sin embargo, sería necesario alcanzar un superávit para poder contener el crecimiento de la deuda pública.
En términos relativos al PIB, las previsiones apuntan a que el endeudamiento del Estado seguirá aumentando, hasta situarse en torno al 117,9 % del PIB el próximo año, según las proyecciones presupuestarias del gobierno.
Es cierto que estas previsiones que anticipa el Gobierno son más próximas a las del Monitor Fiscal del FMI, pero por lo bajo. Los expertos liderados por Georgieva prevén que el pasivo del país vecino siga engrosándose y cierre el año que viene en el 119,6%. Una cifra que, lejos de corregirse a corto plazo, seguirá al alza, al menos, hasta 2030, cuando ya cierre en el 129,4% del PIB.
La entidad advierte en el documento que es importante reconducir las finanzas públicas hacia un terreno estable. La propia Georgieva reiteró la semana pasada que «el aumento de la deuda infla los pagos de intereses, ejerce una presión al alza sobre los costos de los préstamos, limita otros gastos y reduce la capacidad de los gobiernos para amortiguar los shocks«.
Francia, en concreto, está en una tesitura en la que financiarse en los mercados le está costando cada vez más. La prima de riegso -la diferencia entre el bono alemán y el francés a 10 años- está al alza y cada paso de incertidumbre que da el Gobierno, con dimisiones y desdimisiones, pone más nervioso al mercado.
Asimismo, las agencias de calificación crediticia están empezando a rebajar la nota al país vecino. Por ejemplo, Moodys rebajó su calificación de Aa2 a Aa3 en dic 2024. S&P lo hizo en febrero de 2025 de AA- estable a AA- negatvio (pasó de AA a AA- en mayo del 24). La rebaja más reciente fue la de Fitch, que el pasado mes de septiembre degradó la nota de la deuda soberana gala en un escalón, de AA- a A+ con perspectiva estable, dejando al país a cuatro peldaños de la máxima nota debido, precisamente, a la degradación de sus finanzas públicas.
El debate sobre los Presupuestos está actualmente en curso y parece que el Partido Socialista ha visto como una victoria la congelación de la reforma de las pensiones y, de momento, parece que no presentará una moción de censura al Ejecutivo de Lecornu. Mañana se iniciará el examen parlamentario y el 23 de octubre se hará la primera votación en la Asamblea Nacional.
La deuda en España llegará a su nivel más bajo desde 2012
A diferencia de lo que sucede allende los Pirineos, las predicciones del FMI en cuanto a las cuentas de España muestran bastante más disciplina. En concreto, la entidad multilateral calcula que el año que viene la deuda española se situará por debajo del 100% del PIB (98,7%) y entrará en terreno descendente hasta cerrar la década en el 92,6%, lo que supondría su nivel más bajo desde el año 2012.
En cuanto al déficit, según las proyecciones del FMI, España lo reducirá este año hasta el 2,7?% del PIB, frente al 3,1% registrado en 2024, y continuará descendiendo en 2026 hasta alcanzar el 2,5?%, ligeramente por encima de lo previsto por la institución en abril. Igual que sucederá con la deuda, el pasivo de las cuentas españolas seguirá acortándose hasta situarse en el 2% al final de la década.