El BBVA tiene muchos costes reputacionales si fracasa la operación
La decisión del Gobierno de autorizar la OPA de BBVA sobre Banco Sabadell con condiciones sin precedentes ha abierto un nuevo capítulo en la mayor operación bancaria de los últimos años en España. El martes 25 de junio, el Consejo de Ministros dio luz verde a la operación valorada en más de 14.000 millones de euros, pero con una restricción que sorprendió al mercado: ambas entidades deberán mantener su personalidad jurídica separada y su autonomía de gestión durante al menos tres años, prorrogables a cinco. Una exigencia que pone en jaque los planes originales de la entidad vasca.
El Gobierno ha acordado que, en caso de prosperar la OPA del BBVA al Sabadell, cada entidad tendrá que preservar su personalidad jurídica, patrimonio separado y autonomía en la gestión. ¿Qué implicaciones tiene?
Esto no impide que el BBVA consolide cuentas puertas adentro, que es lo que le puede interesar más para diluir su riesgo internacional con una cartera nacional industrial como tiene el Sabadell. Podrá, pese a la declarada autonomía de gestión, nombrar sus consejeros. La apariencia externa será la de «Sabadell – grupo BBVA».
La clave está en el interés de la venta del banco TSB, banco británico propiedad de Sabadell, y de los no ahorros inmediatos por sinergias de plantillas.
El Gobierno ha endurecido los criterios de la CNMC por interés general… ¿Qué estaba en peligro?
Ya anticipé que apuntaba a una «absorción sin fusión inmediata» con una probabilidad del 60%. Esto es aceptable como interés general. No por el tema de las plantillas o por buscar mejorar la oferta de compra a los accionistas. Eso son intereses sindicales y particulares.
¿Puede analizar qué escenarios se abren ahora? BBVA ha dicho que va a pensar qué hace, ¿qué posibilidades tiene? ¿Y Sabadell?
Creo que el equipo de BBVA tiene muchos costes hundidos, cuando menos reputacionales, si fracasa la operación. Sabadell puede ver mejorada la oferta de compra. El futuro con un gobierno del PP puede aliviar los costes por la interpretación de los reparos del gobierno actual, a descontar, pues, de aquellos costes.
«La clave está en el interés de la venta del banco TSB y de los no ahorros inmediatos por sinergias de plantillas»
De momento, De Guindos, vicepresidente del Banco Central Europeo, mueve las posiciones reticentes europeas, exigiendo «proporcionalidad». Esta laxitud es para algunos incompatible con la libre decisión de los accionistas.
¿Es posible que estos requisitos marquen un precedente para futuras operaciones en el sector bancario español o europeo?
No lo creo. La tendencia general de las economías, me guste o no, no parece gustar la interpretación política de lo que sean «intereses generales». Los mercados prefieren reglas más que interpretaciones. Es lo que hay…






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