El alquiler turístico aporta más de 5.500 millones de euros al comercio rural, según Airbnb
Airbnb se reivindica como uno de los grandes benefactores del medio rural en España. Según un estudio elaborado por Analistas Financieros Internacionales (Afi) para la compañía de alojamientos turísticos, el alquiler de corta duración aporta más de 5.500 millones de euros hacia … el comercio local de la España rural.
En un momento social y político en el que tanto las instituciones como una parte de la población critica con firmeza la proliferación de apartamentos turísticos y el impacto que tienen en el acceso de los residentes a la vivienda, Airbnb, una de las empresas más representativas del sector, ha decidido poner de manifiesto su labor fuera del foco, en las zonas rurales, lo que se conoce en ocasiones como la ‘España vaciada’.
Uno de los principales resultados del estudio confirma que la oferta de alquiler turístico se ha convertido en un «motor económico clave» para la España rural, pues según los datos de Afi, más de 13 millones de turistas se alojaron en 2024 en alquileres de corta duración en municipios de menos de 10.000 habitantes. El gasto directo para estas localidades fue de 5.563 millones de euros, de los cuales al menos 3.200 fueron directamente a la restauración, el comercio minorista, el ocio y la cultura.
Del mismo modo, Afi indica el valor de los turistas internacionales, que prácticamente triplican el gasto de los turistas españoles en los municipios rurales. De 1.690 millones invertidos por los residentes a 3.874 millones que los turistas extranjeros dejaron en el medio rural. Existe a su vez una diferencia entre el objeto del gasto de los turistas residentes y extranjeros: los primeros suelen dedicar su dinero a la restauración, principalmente, mientras que los segundos se centran más en la cultura y el ocio.
Uno de los datos del informe se refiere a las críticas que recibe Airbnb por limitar el acceso a la vivienda de los ciudadanos. Según los datos de Afi, en el marco del medio rural, fundamentalmente distinto al de las grandes urbes, donde Airbnb recibe el grueso de las acusaciones, el alquiler de corta duración representa solo el 0,6% del parque habitacional, por lo que su impacto sobre la vivienda es prácticamente nulo.
El anfitrión como guía
A su vez, Airbnb pone en valor la figura del anfitrión. Los dueños de los apartamentos turísticos, normalmente como residentes en la zona, tienen la capacidad de amplificar las visitas de los viajeros a comercios y negocios locales a través de sus recomendaciones. De este modo, el anfitrión actúa como intermediario entre la zona, que en muchos casos conoce de primera mano, y los huéspedes, deseosos de contar con la experiencia de un residente para aprovechar al máximo su estancia.
«Esta conexión personalizada entre visitante y territorio convierte cada alojamiento en una oficina de turismo de proximidad, fomentando el consumo en comercios que, de otro modo, pasarían desapercibidos para el viajero. Es una cadena de valor corta, efectiva y local, que posiciona al anfitrión como actor estratégico en la dinamización rural«, afirma el estudio.
Del mismo modo, según los datos de Afi, los municipios rurales que han incorporado alquileres de corta duración han experimentado un aumento del 14% en el número de visitantes, especialmente aquellos que carecen de hoteles tradicionales. En cuanto a los extranjeros, el impacto casi se triplica: la presencia de alojamientos rurales provoca un aumento del 36% de visitantes internacionales. Es importante reseñar que el 75% de los pueblos rurales no cuentan con ningún hotel, mientras que más del 50% ya tienen un hogar destinado al alquiler de corta duración.












