El 64,7% de los jóvenes teme que la automatización impulsada por la IA deje a amplios sectores sin trabajo
«En España, la economía digital representa ya el 26% del PIB, una cifra que ha crecido de forma sostenida en los últimos años, debido, en parte, al impulso de la Inteligencia Artificial (IA), que empieza a ser adoptada por un número creciente de empresas». Es una de las conclusiones del Observatorio anual Iaon, un instrumento puesto en marcha por el Gobierno de Aragón, Microsoft, Ibercaja y la Fundación Ibercaja para analizar su impacto y promover un uso ético y que ayude al crecimiento económico y social.
El Observatorio, presentado este martes en una rueda de prensa en Madrid y basado en las más de 1.300 entrevistas ‘on line’ y telefónicas realizadas del 17 de febrero al 6 de marzo a personas de diferentes edades, territorios y perfiles sociales, destaca que el uso de la IA en las grandes empresas está mucho más extendido que en las pequeñas, un 44% frente a un 11%, respectivamente.
Sobre las principales barreras que dificultan integrar más la IA en las empresas, las respuestas, de acuerdo al Observatorio Iaon, son, en primer lugar, los riesgos legales de seguridad o reputacionales (43,8%), seguidos de la limitación de recursos económicos (42,2%), la falta de talento especializado (40,9%) y la ausencia de estrategia o visión clara en la implementación de la inteligencia artificial (39,7%).
Este primer Observatorio habla también de que el grado de asimilación por parte de la sociedad de esta herramienta tecnológica es desigual: solo un 16,2 % la utiliza a diario y un 11,6 % semanalmente, mientras que el uso más extendido sigue siendo esporádico y centrado en el ámbito privado (69,4 %).
Beneficiarios de la IA y excluidos
En cuanto a los beneficios de la IA, el 68,2% de los ciudadanos cree que se concentran en ciertos grupos con poder económico, acceso a tecnología o formación especializada, y solo un 9,2% considera que el valor generado se reparte de forma equitativa.
Otros datos extraídos de este Observatorio es que el 88,3% de los españoles afirma tener algún conocimiento sobre inteligencia artificial (IA) pero solo el 5,5% lo hace de manera profunda. Un 51% reconoce haberla utilizado y casi un 39% cree que mejorará la sociedad, aunque la mayoría considera que solo se benefician determinados grupos con poder económico.
El Observatorio recoge también la preocupación del colectivo juvenil: Al 70,1% de los jóvenes encuestados le preocupa la pérdida de capacidades cognitivas derivada del uso de la IA, así como la destrucción de puestos de trabajo que puede suponer su alta penetración. Si bien, los principales factores condicionantes de su uso son la edad, el nivel educativo y la situación laboral.
Especialmente significativa es la opinión de los jóvenes respecto al impacto social de esta tecnología. Al 70,6% le preocupa que el uso de la IA tenga como consecuencia un deterioro de las habilidades cognitivas, ya que la facilidad con la que la IA resuelve tareas cotidianas alimenta el temor a una externalización excesiva del pensamiento crítico, la memoria y el razonamiento.
Por detrás de esta preocupación se sitúa la pérdida de empleo, con un 64,7% que teme que la automatización impulsada por la IA deje a amplios sectores fuera del mercado laboral.
No obstante, es la generación más joven, con un 12,6% de conocimiento alto en IA, la que lidera su uso no solo por su cercanía a entornos digitales, sino por su mayor capacidad para adaptarse y experimentar con tecnologías emergentes. En cuanto al nivel formativo, actúa con efecto multiplicador ya que entre quienes poseen estudios universitarios o de posgrado el conocimiento medio y alto de IA alcanza el 46,7%.
Por último, la situación laboral también revela desigualdades significativas en lo que a utilización de IA se refiere. Los estudiantes y profesionales activos, con tasas de conocimiento alto del 13,8% y el 18,2%, respectivamente, no solo acceden más a estas tecnologías, sino que las integran en sus prácticas diarias, impulsando su normalización. Por el contrario, los mayores y jubilados, con un 16,5% de desconocimiento, se colocan en riesgo real de exclusión digital.
El Observatorio también refleja que más del 51% de la población española afirma haber utilizado la IA, una cifra que confirma que esta tecnología ha dejado de ser una herramienta especializada. Sus aplicaciones se ajustan a usos diarios como estudiar, redactar, entretenerse, planificar o resolver tareas puntuales, lo que ha favorecido su adopción transversal, y su versatilidad permite que perfiles muy distintos encuentren utilidad en ella como instrumento de asistencia.
Pero ¿para qué se usa la IA? Un 50,1% acepta delegar en la IA aspectos como la planificación nutricional o deportiva, un 34,8% para la educación y la formación profesional y hasta un 33,1% para asesoramiento legal. Por el contrario, en el plano emocional, solo un 24,5% confiaría en la IA para diagnósticos médicos y menos del 20% para temas de salud mental, ya que, en estos contextos, el juicio humano se percibe como algo insustituible.
El Observatorio Iaon evidencia un cambio de etapa por el hecho de que más de la mitad de la población ya haya usado la IA, al pasar de ser una innovación tecnológica a una herramienta cotidiana. Sin embargo, su uso frecuente aún no está extendido. El 20,2% de los encuestados que la utiliza dice hacerlo de forma esporádica, frente a un 16,2% que recurre a ella diariamente. En este sentido, el ámbito privado concentra el uso más extendido de la IA generativa en España, ya que un 69,4% la emplea con este fin. Asimismo, aunque de manera menos generalizada, la IA generativa también está presente en el ámbito laboral (48,3%) y en el académico (27,4%),
Todo el contenido de este primer Observatorio Iaon, publicado hoy en www.ia-on.es, nace para aportar un conocimiento riguroso sobre la relación entre la sociedad española y la IA a partir de la encuesta realizada a más de 1.300 personas.
En su presentación han participado, entre otros, Nacho Torre, director de Estrategia, Transformación y Dato de Ibercaja Banco; Natalia Maeso, directora de Innovación en el Sector Público de Microsoft España; y Javier Martínez, director del Centro Europeo de Empresas e Innovación de Aragón (CEEI Aragón, además de cuatro de los miembros del comité ético de IAON. Se trata de Moisés Barrio, letrado del Consejo de Estado, profesor de Derecho Digital en la Universidad Carlos III de Madrid, que es experto en IA y legislación; María Amparo Alonso, CEO de EAiD (‘Ethical AI for Human Development’), especializada en ética y tecnología; María Aperador, criminóloga experta en IA y ciberseguridad; y David Hurtado, ‘Innovation Lead de Microsoft’, divulgador de IA en la economía y la empresa.
Barreras para un uso más masivo de la IA
Dos de cada tres personas encuestadas (66,6%) identifican la falta de información o formación como el principal obstáculo para adoptar herramientas de IA. Muy cerca aparecen la desconfianza o temor (58,5%) y la falta de habilidades digitales o técnicas (56,5%). En cambio, solo un 20,2% declara desinterés, con mayor peso entre los más jóvenes y los hombres.
Respecto al futuro, existe una tensión entre confianza y preocupación. Un 39% cree que la IA contribuirá a mejorar la sociedad frente al 31% que considera que tendrá consecuencias negativas. El este sentido, la ciudadanía cree que la inteligencia artificial tendrá un mayor impacto positivo en los servicios esenciales y los grandes retos colectivos.
La salud pública encabeza las expectativas, ya que un 47,8% de los encuestados cree que la IA puede mejorar el acceso, la calidad y la eficiencia del sistema sanitario. Le siguen la economía (42,9%), la administración pública (40,4%) y la educación (37,7%). En todos estos casos, la confianza se centra en que la IA pueda optimizar procesos, reducir tiempos y mejorar la toma de decisiones.
Ética e IA
A medida que la inteligencia artificial se integra en más aspectos de la vida cotidiana, crecen también las preocupaciones éticas que despierta su uso. La privacidad se consolida como una de las más extendidas: más de dos tercios de la población teme un uso inadecuado de sus datos personales, respondiendo a la percepción de que los sistemas de IA operan con opacidad, sin garantías claras de protección ni transparencia real. Del mismo modo, el 75,1 % de la población considera que la capacidad de la IA para generar y amplificar contenidos falsos representa una amenaza real.














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