Desconfianzas que animan el precio del oro y la plata
Lingotes de oro de un kilogramo de pureza. / AP/KAMRAN JEBREILI
La cotización internacional del oro, en meteórica subida, merece plasmar negro sobre blanco las razones de tanta revalorización y, paradójicamente, las incertidumbres que se desatan ante tanta altura y plusvalías acumuladas. Los metales preciosos son objeto de deseo inversor.
El oro se ha revalorizado más del 50% este año. Los precios al contado de la plata también han subido al nivel más alto en décadas, impulsados por la creciente demanda de activos refugio entre los inversores y la escasez de oferta en el mercado londinense de metales preciosos. La subida este año del precio de la plata ha sido del 70%.
Cambio de demanda
Entre el volumen elevado de analistas que distribuyen informes sobre la cotización del metal amarillo destaca esta semana el profundo análisis de J. Safra Sarasin Sustainable, gestora suiza de la familia Safra, que lanzó su primer fondo sostenible en 1989 y que ha captado en poco más de tres años más de 800 millones de euros desde su oficina en España. Para estos expertos, la demanda de oro tenderá a «desplazarse progresivamente desde los inversores particulares hacia los fondos de pensiones y otros gestores de activos». Según sus datos, las asignaciones estratégicas de largo plazo al oro continúan siendo bastante reducidas, en torno al 1%–2% de las carteras, «lo que indica que el metal continúa infraponderado».
Cambio de estrategias
Estos expertos en inversión de patrimonios apuntan que «en lugar de la tradicional distribución 60-40 entre renta variable y renta fija, algunos gestores están considerando aumentar significativamente su exposición al oro, dado su carácter más resistente como cobertura frente a la inflación en un entorno de crecientes primas de riesgo en la renta fija a largo plazo». Algunas entidades han llegado incluso a proponer una estrategia 60/20/20, que iguala el peso del oro y la renta fija. «Elevar las asignaciones hasta el 5% aún supondría duplicar o triplicar las posiciones actuales de oro en las carteras de los gestores», explican.
Consenso en la solidez de la subida
El análisis que defiende la consolidación de los precios del oro es de casi consenso actualmente. Este análisis sirve para argumentar que la subida del oro a precios récord no debería implicar un recorte drástico en las próximas semanas, aunque también es lógico que existan corrientes de ventas. La mayoría de los analistas apuntan que el actual precio récord del oro se asienta en las dudas sobre la integridad institucional de EEUU, incertidumbres sobre la política fiscal y de la deuda tanto en EEUU como de otros mercados desarrollados.
Dólar débil, metales preciosos al alza
Aparece también una creciente desdolarización mundial a largo plazo. Conviene a EEUU una cierta devaluación de su divisa, algo que beneficia al oro y a las criptomonedas como bitcóin o ethereum. Para Safra Sarasin, «el oro se percibe cada vez más como una forma eficaz de protegerse frente a la depreciación del dólar».
Las fases anteriores del oro
Del informe de Safra Sarasin destaca un apunte sobre la rentabilidad anual apuntada por el oro a lo largo del pasado (recordar que rentabilidades pasadas no aseguran rentabilidades futuras). A diferencia de la renta variable, el oro experimenta fases en las que sube con fuerza y supera en rentabilidad a la mayoría de los activos de riesgo, seguidas de periodos prolongados de escaso movimiento o incluso de rentabilidad negativa.
Rentabilidad anual del oro en porcentaje desde 1970. / EP / Safra Sarasin
Tras la Segunda Guerra Mundial, la mayor rentabilidad se registró en los años setenta, cuando registró una rentabilidad acumulada del 1.355%. A esa década le siguieron 20 años de rendimientos negativos, hasta que el oro volvió a repuntar en los 2000, casi cuadruplicando su precio. Desde enero de 2020, el oro ha avanzado un 163%. ¿Puede entrar el oro en otros 20 años de rentabilidad negativa como sucedió el pasado siglo? Para Safra Sarasin, el oro «aún tiene margen para seguir subiendo, lo que implica un potencial alcista» respecto del objetivo de cierre de 2026 de estos expertos, fijado en 4.500 dólares por onza. Además, opinan que las entradas de capital procedentes del ámbito cripto podrían aportar un impulso adicional, dado el tamaño de ese mercado, cuya capitalización ronda los cuatro billones de dólares.
Incertidumbres que animan los precios
El propio Bank of America considera que resulta convincente que «persistan las condiciones que llevaron a la reciente fortaleza del precio del oro». Esas razones son el déficit estructural de EEUU; la presión inflacionaria derivada de la desglobalización y el alza de los aranceles; las amenazas percibidas a la independencia del banco central de EEUU; y las tensiones e incertidumbre en la geopolítica global (pese a la tregua de Gaza).
Reserva de valor
Para Yves Bonzon, del grupo bancario suizo Julius Baer, todas las monedas del G7 son dudosas reservas de valor en un mundo de creciente déficit fiscal y endeudamiento público. «No podemos asignar la mayor parte de nuestro capital a activos monetarios, la clave es apegarnos a activos semi-reales y reales, como acciones y activos tangibles, para proteger el capital de la erosión monetaria», explica. Los precios del metal amarillo y otros activos fuera del sistema alcanzan nuevos máximos históricos a diario. Bonzon opina sobre el oro que «si bien existe cierta especulación, los dos principales factores subyacentes se mantienen firmes: los débiles balances gubernamentales y el uso intensivo del sistema financiero centralizado por parte de los inversores».














