de los 100 a los 600.000 euros
El colchón que elabora la empresa Hästens es el más caro del mundo. / Activos
Si hay un producto con el que convivimos desde que nacemos hasta que morimos es el colchón. De distintos tamaños y grosores, dependiendo de gustos, edades y espaldas, las diferencias de precios van acorde con la calidad de la materia prima con la que están hechos y el coste de producción. Basta ver el nivel de competencia que hay en el sector paseándose por las calles españolas y observando las rebajas constantes que ofrecen las tiendas de venta de colchones. Hay ofertas que llegan hasta el 60%, sin tener en cuenta las que se producen online. Y es que los colchones se venden por todos los canales, empezando por los hipermercados y acabando por las tiendas especializadas que representan empresas de gran lujo.
Una de estas últimas es Hästens, perteneciente al grupo familiar sueco Jansen-Ryde. El colchón artesanal de alta gama puede llegar a costar 600.000 euros, se elabora a mano bajo encargo y puede tardar 600 horas en realizarse. Puede tener una superficie de 9 metros cuadrados (3×3) y en él hay materiales de lo más variopinto: desde madera de pino sueco hasta crin de caballo y el lino de la mayor calidad. En el otro extremo se encuentran los colchones de apenas 20 centímetros de grosor hechos de materiales sintéticos y cuyo coste está entre 100 y 200 euros. Se encuentra, entre otros sitios, en las antípodas suecas de Hästens: Ikea.
«En todos los mercados el producto es distinto porque se duerme distinto», explica José Antonio González, consejero delegado de Pikolin. De colchones entienden en esta empresa aragonesa, propietaria de una de las marcas españolas más reconocidas, controlada por la familia Soláns, a la que dedicamos la portada de este número. Preside la empresa Álvaro Soláns, tercera generación, que recibe a ‘activos’ y a El Periódico de Aragón.
Pikolin fue pionero en la publicidad televisiva del tardofranquismo y quiere reverdecer laureles creciendo más en el extranjero. Más allá de Francia, donde es líder a través de sus cinco marcas, en el sur de Europa, Asia y Brasil. «Siendo jefe del Estado español Francisco Franco Bahamonde, se inauguró este complejo industrial el día 23 de noviembre de 1973», destaca un monolito en el jardín aledaño a la sala de juntas de Pikolin en su sede al lado de la A2, en el eje suroeste de Zaragoza, una de las áreas de mayor expansión de la capital aragonesa.
Para ayudar en el nuevo plan estratégico, Pikolin ha dado entrada en su capital al fondo Khemia, que realizó en febrero una ampliación de 70 millones para tomar el 25% de la empresa, cuyo valor se estimó en 280 millones. Khemia pertenece al empresario murciano Juan de Dios Hernández, propietario de la empresa agroalimentaria Prosur. El principal competidor en España de Pikolin, Flex, está controlado por la familia Beteré y tiene como accionista el fondo Aurica, antiguamente vinculado al Sabadell, con el 19,16% del capital.
Nada haría más felices a los fabricantes de colchones que los consumidores los cambiasen cada 10 años y se gastaran más dinero por uno mejor. Si el grosor mínimo estimado debe ser superior a los 40 centímetros, el precio que asegura una calidad a prueba de espaldas debe empezar a partir de los 700 euros. Con un uso de 10 años, si se duerme siempre sobre la misma superficie, supondría un coste diario de 0,1917 céntimos. Junto al sector residencial, dependiente de la reposición y la vivienda, Pikolin sigue apostando por el cliente más rentable: las grandes cadenas hoteleras, que sí cambian mucho más asiduamente de colchones y pagan precios más altos.
Un colchón que dure 10 años y cueste 700 euros supone un coste diario de 0,1917 céntimos de euro
De la misma forma que algunos nos sorprendimos la primera vez que usamos una cama en el norte de Europa —los edredones aún no habían llegado al sur— y no sabíamos cómo colocarnos, las teorías occidentales sobre el colchón no sirven en muchos países asiáticos. La tradición japonesa del descanso va unido al tatami, formado por una esterilla de paja y un colchón de apenas 15 centímetros de grosor. «Somos chinos en China», dice el consejero delegado de Pikolin para resumir su política.
Pikolin quiere que descansemos mejor. También apuesta por el resto de la oferta textil aplicada al descanso, donde la competencia es muy alta. El crecimiento en un sector tan atomizado pasa por ser orgánico y por comprar marcas reconocidas en sus países.
Que mejor manera de terminar la temporada que con una empresa dedicada al descanso. ‘activos’ volverá en su formato papel a finales de agosto, aunque las distintas webs de los diarios del grupo Prensa Ibérica seguirán manteniendo la información económica y empresarial diariamente. Si a nivel mundial, la atención seguirá puesta en la tempestad arancelaria, en España abriremos el nuevo curso con la próxima etapa de la opa hostil del BBVA sobre el Sabadell. Más otra duda: ¿habrá Presupuestos Generales del Estado? No lo creo. Felices vacaciones.












