Construir o repoblar el parque público de vivienda llevará dos o tres años
-Hoy se ha reunido con los consejeros autonómicos de comercio para hablar de la guerra comercial. ¿Cree que a la Comisión Europea le han temblado las piernas en el pulso con Trump por los aranceles?
-Ya dijimos desde el principio que el escenario que preferíamos era un escenario de avanzar en la integración con Estados Unidos. La Unión Europea y Estados Unidos es la relación comercial más fuerte del mundo. Queremos protegerla y creemos que ese tiene que ser el camino. La nueva administración Trump está elevando los aranceles con respecto a todos sus socios comerciales, casi que independientemente de la estrategia de negociación de esos socios comerciales. Y ese es el contexto en el que hay que entender el acuerdo comercial al que se ha llegado, que no es el que nos hubiera gustado, pero es con el que tenemos que trabajar. Este es el nuevo contexto geopolítico. Y ahí es donde tenemos que hablar con nuestras empresas, ayudarles a que naveguen en este nuevo contexto para convertirlo en la medida en la que podamos en una oportunidad.
-¿Está usted satisfecho?
-Hubiéramos preferido un acuerdo que no levantara barreras o aranceles, sino que profundizara en la integración entre las dos áreas. A partir de ahí, de nuevo hay que entender este nuevo contexto de la administración americana y navegarlo y ayudar a nuestras empresas a que saquen lo mejor de él. Las empresas nos señalan que hay dos elementos que pueden jugar a nuestro favor. El primero de ellos es que esto reduce mucho la incertidumbre y, por lo tanto, ayuda a tomar decisiones importantes de inversión, entre otras. Y luego hay que mirar el elemento relativo de cómo queda Europa frente a nuestros principales competidores.
-¿Qué impacto tendrá la guerra comercial en las empresas españolas?
-España será en 2025 un año más la economía avanzada que más crezca. La nueva previsión es del 2,7 %. El impacto económico que prevemos está en torno a una décima para este año, que es un impacto poco significativo, que deriva de la baja exposición directa que tenemos con respecto a otros países en nuestras exportaciones para con Estados Unidos. Más allá del dato macro, donde el efecto es poco significativo, el interés está en ir al detalle sectorial o incluso empresarial. Tengamos en cuenta que han pasado apenas cuatro meses. En estos cuatro meses se han juntado muchos elementos que distorsionan los datos, por ejemplo que muchas empresas anticiparon parte de los pedidos. Por lo tanto, necesitamos más datos.
-La macroeconomía va bien, el salario mínimo está en niveles históricos y las pensiones suben según la inflación, la gente viaja más que nunca y los datos de empleo son históricos. Sin embargo, la percepción instalada en la sociedad es que las cosas no van bien, que ese esplendor no penetra en todas las capas sociales. ¿Cómo se lo explica?
-Hay que entender a la gente y ponernos en su lugar. Los últimos cinco años han sido un período de un shock tras otro desde la pandemia, posteriormente la subida de precios que afectó al coste de la electricidad y a bienes básicos como la cesta de consumo y alimentos. Luego hemos tenido el impacto de la guerra en Ucrania. Y el conflicto arancelario. Son muchos shocks de manera sucesiva que suponen esa sensación de de incertidumbre o de volatilidad continuada y que pesa sobre los hogares y las empresas. Y esto hay que tenerlo en cuenta. Otro elemento importante es que el crecimiento o la macroeconomía es una condición necesaria, pero no suficiente. O sea, tenemos que crecer, pero con un propósito. Y ese propósito tiene que ser de refuerzo de nuestro Estado del bienestar. De ahí el hacer que suban los salarios para que mejore el poder adquisitivo, el esfuerzo por que el empleo sea cada vez más estable o por resolver el acceso asequible a la vivienda. Son retos que están pendientes, que siguen encima de la mesa aunque hemos avanzado en estos años. Recuerdo, por ejemplo, si miramos la tasa de desempleo de nuestros jóvenes en 2018, estábamos por encima del 34%. Hemos bajado más de diez puntos, pero todavía seguimos en tasas de paro juvenil muy elevadas. Hay camino por recorrer, pero vamos en la buena dirección. Por lo tanto, entendimiento del sentimiento de nuestra ciudadanía, pero también trasladar ese mensaje optimista de que las cosas van bien, van en el sentido adecuado y que somos conscientes de que hay todavía trabajo por hacer.
Carlos Cuerpo, el miércoles por la tarde, en la Delegación del Gobierno en València / JM Lopez
-Thomas Piketty ya alertó no hace tanto tiempo sobre el grave problema de la desigualdad, que cada vez se hace mayor. ¿Está ahí parte de ese desencanto larvado en la sociedad que está provocando un auge generalizado de las ultraderechas?
-El crecimiento tiene que llevar de la mano a la ciudadanía. No podemos pensar simplemente en términos macro y olvidarnos del corazón o del alma, de ese crecimiento que tiene que ser apoyar el Estado del bienestar para que se reduzcan esas desigualdades, que se reduzca la pobreza en nuestro país. Y estamos avanzando también en la buena dirección en todos estos indicadores con mínimos de los últimos diez años.
“El crecimiento tiene que llevar de la mano a la ciudadanía. No podemos olvidarnos del corazón o del alma”
-Si los inmigrantes, como propugna la ultraderecha, abandonaran este país, España se sumiría en el desastre. Bajaría la natalidad de forma aún más alarmante, las pensiones acabarían siendo insostenibles y un montón de empresas, negocios de todo tipo y sectores no tendrían mano de obra suficiente. ¿Por qué solo cala en la sociedad el mensaje del miedo al migrante, su criminalización y, en definitiva, su postrera expulsión?
-Tenemos que ser conscientes de la importancia de dar un relato sobre la realidad del impacto positivo de la inmigración en España. Sin la inmigración, tendríamos una población con un envejecimiento estructural y la fuerza laboral también iría disminuyendo. Todo ello lleva a un empobrecimiento de nuestra economía. La inmigración nos permite mantener el ritmo y es una fuente fundamental de crecimiento y también contribuye positivamente a la sostenibilidad de nuestras cuentas públicas. ¿Por qué ese sentimiento muchas veces negativo con respecto a la inmigración y a su impacto? Tiene que ver con esa falsa percepción que viene de una narrativa que no se basa en datos, sino, de manera intencionada, en una realidad distorsionada. Hay un estudio de la Fundación Iseak, donde hacen una encuesta a la población nativa para ver cuál es su percepción de la inmigración. Cuando preguntan sobre qué porcentaje de inmigración hay en España, la respuesta normalmente es el doble de la realidad. Cuando preguntan qué porcentaje de esa inmigración está en una situación de desempleo, de nuevo, la respuesta es el doble de la realidad. ¿Qué porcentaje de la inmigración utiliza o tiene acceso a subsidios o transferencias por parte del Estado? La respuesta es cinco veces más que la realidad. Desde esa percepción, luego hay una reacción negativa ante políticas de integración. Y este es el vínculo que tenemos que romper entre todos para que entendamos la aportación positiva de la inmigración.
-La prima de riesgo está en niveles de hace casi 20 años, mejor que la de Francia, y eso que la deuda española es muy elevada.
-La mejora que hemos tenido en el rating va de la mano de la percepción de los inversores y de los mercados, es decir, de esa prima de riesgo en niveles mínimos. Es un sentimiento de confianza con respecto a la economía española. La deuda ha bajado desde el pico que tuvimos como consecuencia de la respuesta al covid en más de 22 puntos porcentuales. ¿Por qué? Porque estamos ejerciendo ese elemento de responsabilidad presupuestaria.
-El mercado de la vivienda está fuera de control, con los jóvenes sin esperanzas de comprar ni incluso de alquilar. ¿Cómo es que el Gobierno solo ha empezado a actuar ahora, cuando es un problema que solo se puede resolver a largo plazo y viene de atrás?
-Vivimos una burbuja en el sector inmobiliario. La construcción representaba un 13% más o menos del PIB. Hoy día representa un 6%. Lo que ha habido en esta última década desde la salida de la crisis financiera es una infrainversión en vivienda. No solo hemos perdido el parque público de vivienda que se tenía, sino que no se ha invertido en seguir incrementándolo. Y al final son tendencias que acaban cristalizando cuando se junta con un incremento de la demanda. Hay que trasladar el mensaje a la ciudadanía de que no hay una única medida ni inmediata que nos permita solucionar este problema, pero sí hay muchas medidas que afectan a todas las dimensiones relevantes que estamos tomando, como la recomposición del parque público de vivienda, con la creación de la Sociedad Pública de Vivienda, donde además hemos metido los activos de Sareb. Medidas regulatorias como las relacionadas con las plataformas turísticas para evitar que haya ese exceso de oferta.
“Tenemos que ser conscientes del impacto positivo de la inmigración en España”
-¿Cuánto tiempo tardará en surtir efecto?
-Bueno, cada medida tiene su horizonte temporal. La construcción o el repoblar ese parque público lleva un horizonte temporal más largo, de dos o tres años, donde además estamos actuando para acortar los plazos.
-Uno de los factores clave del crecimiento español está en los récords continuos del turismo. ¿Es sostenible?
-Es verdad que estas cifras récord generan esa preocupación de la ciudadanía. Lo que estamos viendo en los últimos meses y aquí miramos los datos de las tarjetas de crédito, es una desconcentración en términos técnicos. Están creciendo los meses hombro que se llaman, que es justo antes y justo después del verano. Y esto va de la mano de una menor concentración en las zonas costeras, es decir, más de interior, más gastronómico, más turismo también asociado a los negocios. Por lo tanto, esto asegura una mayor sostenibilidad también hacia adelante.
El ministro de Economía, en un momento de la entrevista / JM Lopez
-¿De verdad se puede gobernar con los presupuestos de 2023, como pretende el presidente del Gobierno?
-La realidad es que estamos gobernando con unos presupuestos prorrogados y estamos llevando a cabo toda nuestra agenda de política económica. Y estamos con un objetivo muy claro de aprobar unos presupuestos expansivos que nos permitan seguir cumpliendo con nuestra agenda de política económica que, como he dicho, nos permite crecer de manera equilibrada.
-Visto lo que costó que usted y Yolanda Díaz llegaran a un acuerdo por la reducción de jornada, ¿cómo valora el no de Junts que ha impedido su aprobación parlamentaria?
-No nos olvidemos que hay más partidos que han votado que no en este caso, por ejemplo el PP y Vox. Con respecto a la enmienda a la totalidad, diría que es una pena que se haya privado al Congreso de entrar en la discusión sobre la configuración de este importante proyecto de ley de reducción de la jornada porque si no el mensaje que se le manda por parte de estos partidos a la ciudadanía es que esto no es una prioridad para ellos. Tiene que caber ahora mismo en la discusión económica que nos sentemos a hablar de cómo mejor seguir avanzando en este proceso. Estamos en 38,3 horas en promedio. En cuanto a llegar a estas 37,5 horas, podemos y debemos hacerlo.
-La Generalitat se queja día sí y día también de la falta de apoyo del Gobierno en la reconstrucción de la dana. ¿Qué responde?
-Es que es falso. Desde el principio lo dijo muy claro el presidente del Gobierno: Vamos a estar durante todo el proceso, no solo el de reconstrucción, sino también el de relanzamiento de la economía valenciana. Tenemos ya cerca de 7.000 millones que han llegado al tejido productivo. Esto es más del 8% del PIB de la provincia de Valencia. Más del 8% en apenas diez meses y medio ya han llegado a la economía valenciana para apoyar esa reconstrucción. Y es más, pensando en el medio y largo plazo para que haya un relanzamiento que permita que Valencia esté mejor de lo que hubiera estado en otras circunstancias.
-¿Por qué cree usted que la economía valenciana, como parece, se ha recuperado bien de aquella tragedia?
-Estamos haciendo una monitorización día a día de la actividad económica en Valencia. Al principio vimos que la actividad cayó en torno a un 15% con respecto a lo que hubiera sido normal. Sobre todo a partir de noviembre y los dos primeros meses del año, la actividad seguía por debajo de lo que cabría esperar si no hubiera habido este enorme shock. Estábamos en torno al 95%. ¿Por qué? Porque estábamos sobre todo recomponiendo infraestructuras, generando esa capa inicial para poder seguir con la actividad económica. En el segundo trimestre ya vemos que la economía valenciana está por encima de lo que le hubiera correspondido. Es decir, que hay un cierto efecto rebote. Y esto, entre otras cosas, tiene que ver con ese más de 8% del PIB en recursos que ya han llegado a la economía. Dicho esto, somos conscientes de que hay gente que sigue pasando por una situación difícil, tanto empresarios como hogares, y tenemos que seguir seguir apoyando.
-¿Si el BBVA hubiera lanzado su opa contra Unicaja en lugar del Sabadell la respuesta del Gobierno habría sido la misma?
-El análisis que hemos hecho desde el principio es independiente de las entidades a las que se refiere. Es un análisis y una preocupación referida a la concentración del sector y al impacto que una operación que aumente la concentración pueda tener en elementos tan importantes como la competencia, como el acceso a los servicios financieros por parte de la población, en particular en el ámbito rural, como el acceso al crédito de nuestras pymes como el empleo. Todo esto no depende de las siglas de las entidades que haya detrás, sino de la operación en sí y de qué sistema bancario nos queda.
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