BBVA y Sabadell, en un punto muerto para evitar un paso en falso

BBVA y Sabadell, en un punto muerto para evitar un paso en falso



SantanderHan pasado más de 14 meses desde que el BBVA lanzó la opa hostil sobre el Banc Sabadell y su desenlace aún no se ha resuelto. De entrada, nadie imaginaba que el calendario se alargara tanto, lo que ha llevado a la operación a convertirse en un debate (y cobertura mediática) sobre las declaraciones públicas de unos y otros. Lo que se dice desde un lado o desde el otro llena la agenda del día, y no tanto los hechos en sí. Sin embargo, esto no quiere decir que sobre la mesa no haya cuestiones determinantes para la continuidad, o no, de la opa. De hecho, tanto BBVA como Sabadell están en un punto muerto para evitar dar un paso en falso.

En el caso del primero, debe decidir qué camino sigue después de que el gobierno español haya condicionado la operación a la que no haya fusión entre ambos bancos durante tres años (sólo habría integración). Mientras, el Sabadell debe hacer números por si le sale a cuenta deshacerse o no del TSB, su filial británica.

El dolor de cabeza de las sinergias

El BBVA está a las puertas de lo que tanto ha reivindicado durante todo este tiempo: que sean los accionistas del Sabadell quienes determinen el futuro de la operación. Es decir, si durante el período de aceptación venden sus títulos al BBVA. Tras la decisión del gobierno español, el siguiente paso natural habría sido cerrar el folleto con toda la información sobre la operación con la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). Una vez aprobado, se abriría el período de aceptación.

Ahora bien, la condición del gobierno de Pedro Sánchez trastoca, directamente, las sinergias o ahorro de costes que se producen cuando existe una fusión: el banco comprador suele despedir, cerrar sucursales y combinar las capacidades tecnológicas para evitar duplicidades. BBVA siempre ha defendido que la operación presenta «sinergias muy relevantes», aunque también ha afirmado que sin fusión la operación todavía tiene sentido. En concreto, las ha cuantificado en 850 millones de euros: 450 millones de ahorro administrativo y tecnológico, 300 millones de personal y 100 millones de financieros. Dado que la condición del gobierno español complica, entre otras cosas, los despidos vinculados a la fusión, los 300 millones de ahorro personal se ven diluidos.

«Estamos analizando todas las opciones», indicaba el director del BBVA en España, Peio Belausteguigoitia, esta semana. El número tres del banco medía mucho las palabras y dejaba abiertos todos los escenarios: desde continuar con la operación, pese al impacto sobre el ahorro de costes, retirarla o incluso llevar la decisión del gobierno a los tribunales.

Convencer a los accionistas

«El BBVA debe buscar un difícil equilibrio entre contentar a sus propios accionistas y los del Sabadell», indica un alto directivo del sector bancario, ahora ya retirado. El directivo se refiere a que existe una parte del mercado que apunta a que el BBVA deberá mejorar la oferta para asegurarse de que una mayoría de los accionistas del Sabadell venden sus títulos, sobre todo después de su evolución en bolsa. De hecho, si la opa acaba prosperando, pero con una oferta mucho mejor, hay quien lo ve como una oportunidad para el propio Sabadell: «Sus accionistas podrían sentirse agradecidos porque [el presidente y el consejero delegado] han logrado que les paguen más», comenta una fuente del mercado.

En cambio, de cara a los propios accionistas del BBVA, la entidad debe justificar por qué pese al impacto negativo en las sinergias, la apuesta de unir a ambos bancos sigue teniendo sentido. «La oferta tenía un precio cuyas condiciones son hoy más onerosas [por los accionistas del BBVA]. […] Como no puedes fusionar las compañías hasta dentro de tres años, las ganancias por eficiencia llegarán más tarde», razona el financiero. «La racionalidad económica a mí me diría que es hora de echar atrás, pero a veces pesan más las emociones», añade.

Sin embargo, hay quien no ve tan «dura» la condición del gobierno español, por lo que no debe suponer un problema para el BBVA de cara a encontrar los argumentos para continuar con la operación. Una fuente conocedora del sector lo vincula a que un proceso de fusión no suele ser inmediato, y recuerda que la decisión del gobierno español no afecta a que el BBVA pueda consolidar sus resultados con los de Sabadell. «Eso le permitiría diluir el impacto en sinergias», indica. También la exposición que tiene en Turquía y en México a favor de los mercados en los que el Sabadell es fuerte: Reino Unido y España.

La misma fuente cree que el paso de ahora del BBVA es poner en marcha una ronda de contactos con sus accionistas, sobre todo los inversores internacionales. «El inversor internacional puede ver [el escenario actual] como una debilidad desde el punto de vista económico porque no tienes valor añadido en las sinergias», indica la misma fuente de antaño. Asimismo, los beneficios por estas sinergias permitían no poner los fuegos en la evolución macroeconómica de Turquía o México, mercados en los que la volatilidad no juega a favor. «Creo que [BBVA] están atrapados aquí», comenta.

TSB: ¿Adiós, diez años después?

Pero la decisión que pueda tomar el BBVA o, más bien, los tiempos no pasan por alto el hecho de que el Sabadell esté inmerso en la posible venta de su filial británica, TSB, lo que dejaría a un banco mucho más pequeño. De entrada, el movimiento se leyó como una ofensiva del banco vallesano para defenderse de la opa, pero la entidad lo ha negado. La CNMV no ha detectado, por ahora, que exista una vulneración del deber de pasividad.

Encima de la mesa están las ofertas de Santander y Barclays, según ha informado Bloomberg TV y confirman fuentes financieras al ARA. El Sabadell debe analizar estas manifestaciones de interés, y sobre todo el precio. La entidad compró TSB en el 2015 por 2.300 millones de euros y tras un inicio convulso, hoy el negocio ha reflotado. «Hoy el mercado hace una buena valoración y podría aprovecharlo para remunerar a los accionistas», indican fuentes del mercado.

Por todo ello, la opa sigue envuelta, aunque hay quien lo ve así desde su nacimiento. «Nunca son bien vistas [las ofertas hostiles] y menos dentro de un mismo país», comenta una voz. El gestor de la compañía opada, en este caso Josep Oliu y César González-Bueno, suele hacer manos y mangas para dificultar el proceso. «Oliu siempre ha sido un hombre de pocas palabras. Ahora [con la opa] no tiene nada que ver», asegura quien le conoce de cerca, que añade que «luchará hasta el final». Además, en el caso de la opa del BBVA en el Sabadell existe un componente político «muy claro». Coinciden distintas voces consultadas que recuerdan que la opa nació después de una filtración ya las puertas de las elecciones autonómicas en Catalunya. «Es el momento de que el BBVA asuma si la adquisición lo vale, o no lo vale», reflexiona el propio financiero de antes.



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