Aurelia y Emilia, dos estrellas de la conserva borradas de la Plaza de España de Molina de Segura
El borrado del mural ‘Estrellas en Conserva’ por el gobierno local de PP y Vox desata la indignación de muchas mujeres de Molina, que lo ven como una decisión arbitraria e injustificable contra la memoria de miles de trabajadoras
“Para mí, tapar el mural ha sido un agravio contra aquellas mujeres que trabajamos en la conserva, sufriendo muchas penurias. No era política, era memoria”, dice con voz firme Aurelia Fernández, que a sus 80 años recuerda cada madrugón y cada bote de melocotón en las fábricas de Molina de Segura en las que empezó a trabajar con solo 16 años.
A su lado, otra veterana del sector, Emilia Fernández, 85 años, no oculta su indignación: “No espero otra cosa de esta gentuza. Son absolutamente incultos”, afirma, sin rodeos, tras conocer que el mural que les rendía homenaje en la céntrica Plaza de España ha sido cubierto con pintura blanca por decisión del Ayuntamiento de Molina de Segura, gobernando por PP y Vox.
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Para ambas, se trata de la desaparición de un símbolo que recordaba la historia de miles de mujeres que, durante muchos años sesenta, mantuvieron en marcha las fábricas conserveras de la ciudad. Una ciudad en la que el olor dulzón de la fruta cocida lo impregnaba todo y el humo de las calderas dibujaba una nube permanente sobre las chimeneas.
Mujeres que levantaron Molina
La industria de la conserva llegó a ser el motor económico de Molina de Segura. En su momento álgido, la localidad contaba con 33 fábricas en activo, que procesaban toneladas de frutas y hortalizas para exportar a medio mundo.
A ese engranaje industrial se sumaron miles de mujeres, muchas de ellas llegadas desde otras poblaciones e incluso de provincias limítrofes. No pocas eran adolescentes que, sin otra opción laboral, aceptaban condiciones durísimas: alojamientos en auténticas cuadras, con colchones en el suelo, un único retrete para decenas de trabajadoras, ausencia de duchas o vestuarios, jornadas de hasta 14 horas, sin pago de horas extra, humedad constante y ausencia de ropa de trabajo adecuada.
A pesar de las penurias, aquellas mujeres sostuvieron la economía familiar y fueron pieza clave del crecimiento industrial y social de Molina. Su trabajo invisible y mal pagado convirtió a la ciudad en un referente conservero.
Un mural para no olvidar
Ese esfuerzo quedó plasmado en 2018 en “Estrellas en Conserva”, un mural creado por el Colectivo Cuatro y dirigido por la artista multidisciplinar y actriz Miriam Garlo, con el respaldo del entonces Ayuntamiento socialista, empresas locales como La Caixa, Lumitel o Domiberia, y un grupo de mujeres que participaron en su elaboración.
El mural ocupaba el escenario de la Plaza de España y combinaba retratos, colores vivos y elementos simbólicos que recordaban a las pioneras de la conserva. Para Aurelia, su valor iba más allá del arte: “Servía para que la gente joven preguntara por qué estaba ahí y conociera nuestra historia”.
El viernes que todo se borró
La mañana del viernes 8 de agosto de 2025, operarios municipales cubrieron la obra con pintura blanca. En cuestión de horas, el mural desapareció, dejando tras de sí una pared lisa y un intenso debate político.
La Asociación Mujeres con Nombre fue una de las primeras en reaccionar, acusando al gobierno local de misoginia:
“Al actual gobierno las mujeres les molestamos, y con cosas así lo demuestran. Solo odio y afán de dominación sobre nosotras”.
El PSOE: “Un ataque a la memoria”
El Grupo Municipal Socialista ha calificado la actuación como “un acto de desprecio y total olvido a las mujeres homenajeadas”. La portavoz, Isabel Gadea, afirma que “este mural no era ideología, era memoria”, y denuncia que “en lugar de restaurar y ampliar esta obra de arte, la pintan de blanco”.
“No vamos a permitir que este intento de la derecha de Molina de Segura de volver a esconder a las mujeres se lleve a cabo. No conseguirán que los molinenses olviden a aquellas pioneras, muchas de ellas ya fallecidas, que entregaron su vida en condiciones durísimas para sacar adelante a sus familias y levantar esta ciudad.”
La versión de PP y Vox
Desde el Ayuntamiento, el equipo de gobierno de PP y Vox se defiende argumentando que su obligación es “mantener los edificios públicos y los espacios municipales en óptimas condiciones de higiene y conservación”.
En un comunicado, sostienen que “‘Estrellas en Conserva’ no era ya un homenaje vivo a la mujer conservera, sino un símbolo del abandono y deterioro que ha caracterizado la gestión socialista en sus 7 años de gobierno”.
Añaden que el mural “presentaba daños, pérdidas de color y elementos culturales rotos que nunca fueron repuestos”, y que “lo único que se mantenía era la placa, probablemente lo que realmente molesta al PSOE”.
“Nuestra actuación ha supuesto poner fin a un estado de abandono que no merecía seguir siendo exhibido. Hemos hecho un bien a la ciudad, velando por el mantenimiento de sus espacios y recuperando la dignidad de nuestros equipamientos públicos.”
Estrellas que no se apagan
Para Aurelia, Emilia y tantas otras mujeres, el mural era una forma de estar presentes en la vida de la ciudad. Ahora, su ausencia física duele, pero no borra lo vivido.
Aurelia lo resume con nostalgia y orgullo: “Nosotras éramos las estrellas de verdad, las que trabajábamos de sol a sol sin que nadie nos viera. Y eso, aunque lo tapen, no lo pueden borrar”.
Emilia, con su franqueza habitual, añade: “Ellos piensan que así nos olvidarán, pero mientras una de nosotras viva, se seguirá contando lo que hicimos. Y que lo sepan: no nos van a callar”.
Sin ellas todo se habría detenido
Durante décadas, la conserva vegetal fue el corazón que bombeaba la economía de Molina de Segura. Las fábricas no solo daban empleo, sino que marcaban el ritmo de la vida diaria: la ciudad despertaba con el silbato de las naves y se dormía con el zumbido de las etiquetadoras.
En esas líneas de producción, las verdaderas protagonistas eran las mujeres. Con manos rápidas y resistentes, pelaban, cortaban, envasaban y cerraban botes a una velocidad que hoy cuesta imaginar. Sin ellas, la maquinaria se habría detenido.
Pero su trabajo se pagaba con salarios bajos y condiciones que rozaban lo inhumano. Muchas, llegadas de otros pueblos, dormían en antiguas cuadras acondicionadas a medias, sobre colchones en el suelo, compartiendo un único retrete. Las jornadas podían superar las doce horas y las pausas dependían más del capricho del encargado que de la necesidad de la trabajadora. No había sindicatos de clase, solo sindicatos verticales cuya misión era chivarse al empresario de las protestas de las trabajadoras.
En junio de 1976, ese silencio impuesto se rompió. Las mujeres de las fábricas de Molina fueron a la huelga, reclamando un trato más digno: descansos, estabilidad en los llamamientos y respeto a su esfuerzo. Aquella protesta marcó un antes y un después, demostrando que la unión podía arrancar conquistas.
Casi medio siglo después, el mural Estrellas en Conserva quiso dejar todo eso grabado en la retina colectiva. Era un recordatorio visible de que la ciudad se levantó sobre el trabajo de aquellas manos. Hoy, la pared está blanca, pero la memoria -dicen Aurelia y Emilia- sigue pintada en sus voces.












