Los ‘puñetazos’ geopolíticos entre EEUU, China y Rusia vuelven a dejar noqueada a una Alemania que no levanta cabeza
El mundo se ha vuelto demasiado convulso como para emplear el apelativo del ‘pupas’ solo con Alemania, pero lo cierto es que cada aleteo de mariposa geopolítico en los últimos años provoca una oscura tormenta en Berlín. Las ansias de China por depender menos de Occidente han privado a Alemania de un excepcional cliente y le han traído a cambio un feroz competidor. La invasión rusa de Ucrania ha privado a la tradicional ‘locomotora’ germana de su fuente ‘privilegiada’ de energía: un gas que llegaba en ‘tarifa plana’. El deseo de Donald Trump de que EEUU ajuste cuentas comerciales con el resto del mundo ha taponado un mercado esencial para el automóvil alemán. Con una Alemania tendida en la lona por toda esta secuencia de golpes (existe la amenaza real de un inédito tercer año consecutivo de contracción económica), la nueva tanda de ‘puñetazos’ geopolíticos entre los países referidos la ha dejado en ‘KO técnico’.
Lo cierto es que dos de los últimos grandes movimientos de calado de EEUU y China han ennegrecido las nubes que ya se acumulaban sobre Berlín y sobre su lastimada industria. Por un lado, el nuevo ‘cerrojazo’ administrativo de China a la exportación de tierras raras (especialmente para ‘darle en la cara’ a Washington), amenaza con causar un importante roto a la manufactura germana. Por otro, la decisión de Trump de sancionar a las petroleras rusas Lukoil y Rosneft, abre un inesperado boquete para el Gobierno que encabeza el canciller Friedrich Merz: en Alemania operan tres refinerías que pertenecían a Rosneft.
Por empezar con el titular más reciente, el ‘caso Rosneft’ está dando que hablar en las últimas horas. El Ejecutivo alemán busca garantías de que las tres refinerías en suelo germano quedarán exentas de las restricciones anunciadas el miércoles por la Administración Trump, que prohíben a las instituciones financieras y a los clientes occidentales tratar con las entidades incluidas en su ‘lista negra’.
«El gobierno está en contacto con las autoridades pertinentes en Washington», ha intentado tranquilizar el Ministerio de Economía alemán. Desde el Ejecutivo teutón argumentan que las medidas estadounidenses no deberían afectar a las filiales de Rosneft en Alemania, ya que estas filiales se encontraban «desvinculadas de su empresa matriz rusa». Y ponen como a Reino Unido, que impuso sanciones a Rosneft y Lukoil la semana pasada acordando eximir a las refinerías con sede en Alemania.
En respuesta a la invasión a gran escala de Ucrania por parte de Moscú en 2022, el Gobierno alemán puso la refinería PCK, situada en la ciudad de Schwedt, al noreste de Alemania, así como otras dos propiedad de Rosneft, bajo la tutela de la Bundesnetzagentur (BNA), el regulador federal de energía del país. Berlín buscó entonces proteger la economía de los efectos de un embargo de la UE sobre el crudo ruso. Tras la decisión, Rosneft ha seguido controlando el 54% de las acciones.
La amenaza que se cierne sobre las refinerías supone un reto más para el Gobierno alemán, que lucha por reactivar una economía estancada y afectada por los altos precios de la energía, un costoso legado de los anteriores cancilleres, que cerraron las centrales nucleares y apostaron por las importaciones de energía desde Rusia.
La refinería de Schwedt es motivo de especial preocupación, según traslada una fuente cerca al Financial Times. Situada sobre el oleoducto Druzhba, a unos 4.000 km del centro de Rusia, representa más del 12% de la capacidad de refinería de Alemania, lo que la convierte en una de las mayores empresas de procesamiento de petróleo del país. Esta planta también plantea un problema político para la coalición gobernante entre los conservadores de Merz y los socialdemócratas: es una gran fuente de empleo en el antiguo estado comunista de Brandeburgo (en la República Democrática Alemana), donde ha aumentado el apoyo al partido de extrema derecha Alternativa para Alemania.
Pese al llamamiento a la calma desde Berlín, existe la preocupación de que la filial alemana de Rosneft pueda quedarse sin clientes clave si no se le concede una exención. Los comerciantes de petróleo, los bancos y las compañías petroleras ya han amenazado con poner fin a sus relaciones con la empresa. Las nuevas sanciones estadounidenses dan a los clientes hasta el 21 de noviembre para retirarse de «cualquier entidad» que sea propiedad en más del 50% de las empresas rusas sancionadas. Aunque Alemania puso los activos locales de Rosneft bajo administración temporal después de que Rusia invadiera Ucrania en 2022, no llegó a nacionalizar el negocio. Eso significa que Berlín probablemente tendrá que negociar con el Tesoro de EEUU.
China y las tierras raras
Desde China, el golpe también puede ser doloroso e incluso causar más daños internos. Hace una semanas, Pekín endureció y amplió sus procedimientos de licencias para la exportación de minerales críticos en general y de tierras raras en particular. Si bien estas medidas se justificaron por la escalada del conflicto comercial con EEUU, sus efectos se sentirán a nivel mundial, especialmente en la industria alemana. Al fin y al cabo, señalan los economistas de Commerzbank, Alemania importó casi una quinta parte de los imanes permanentes con tierras raras exportados por China el año pasado, y esta proporción ha aumentado aún más este año.
A principios de octubre se anunció que el procedimiento de concesión de licencias aprobado por Pekín en abril se ampliaría en tres aspectos a partir del 1 de diciembre. En primer lugar, se ampliará para incluir cinco elementos adicionales, con lo que el total ascenderá a 12. Además, en el futuro, todos los productos cuyo valor consista en tan solo el 0,1 % de una de las tierras raras chinas afectadas se verán incluidos en el proceso.
En segundo lugar, se impondrá una prohibición de exportación a toda la propiedad intelectual, las tecnologías de proceso, la maquinaria y los equipos necesarios para la extracción o el procesamiento de tierras raras. El objetivo latente es dificultar que las empresas del resto del mundo establezcan o amplíen sus propias capacidades de extracción de tierras raras, segmento en el que China tiene un dominio casi absoluto, explican desde Commerzbank. Además, se prohibirá a los ciudadanos chinos apoyar a empresas extranjeras en este tipo de proyectos.
Y en tercer lugar, el procedimiento de concesión de licencias se ampliará para incluir un componente extraterritorial. Anteriormente, solo el exportador (chino) y el importador extranjero tenían que solicitar una licencia al Ministerio de Comercio chino. En el futuro, esto también se aplicará al resto de la cadena de suministro. Esto significa que si una empresa extranjera importa tierras raras de China para fabricar imanes permanentes fuera de China, ahora tendrá que solicitar una licencia adicional si quiere revender estos imanes.
Aunque Pekín mantiene que esto no es una prohibición como tal a la exportación de estos materiales, un somero vistazo a toda esta reglamentación ya anticipa el calvario para muchas empresas europeas, con las alemanas en el foco. Según la Cámara de Comercio Europea en China, solo 19 de las 141 solicitudes habían sido aprobadas hasta el 9 de septiembre, cinco meses después de la introducción del primer procedimiento de concesión de licencias. Esto provocó que, en agosto, siete empresas tuvieran que cesar su producción, y se esperaban otros 46 cierres en septiembre. Según el comisario de Comercio y Seguridad Económica, Maros Sefcovic, hasta la fecha no se ha aprobado aproximadamente la mitad de las solicitudes, por lo que recientemente se han producido repetidos titulares de pérdidas de producción en Alemania.
El panorama no es especialmente benigno ni para Europa ni para su tradicional ‘locomotora’ económica. Incluso si EEUU y China llegan a un acuerdo, los procedimientos de licencias para las empresas europeas no se suspenderían ni acelerarían necesariamente, puntualiza Volkmar Baur desde Commerzbank. Según informaciones de prensa, también hay conversaciones entre la UE y China, pero sus posibilidades de éxito son inciertas.
Enésimo golpe a la industria germana
Queda claro que, si el procedimiento de licencia entra en vigor el 1 de diciembre, como se ha anunciado, es probable que surjan de nuevo problemas de suministro, con los consecuentes efectos en una economía alemana que no logra despegar tras el ‘invierno’ del covid y cuyo optimismo ante el gran paquete fiscal aprobado por el nuevo Gobierno está decayendo por los posibles obstáculos materiales en su aplicación (burocracia o cuellos de botella) así como por su eventual tardanza en sustanciarse.
Entre esos efectos, Baur destaca en un completo informe de Commerzbank que China podría usar el procedimiento de licencias como palanca contra la UE para que reduzca los aranceles de importación a los coches eléctricos chinos, impuestos por la UE debido a los amplios subsidios gubernamentales a las empresas automovilísticas. En este caso, podría desatarse una guerra de precios de los coches eléctricos en Europa similar a la de China, lo que presionaría a la industria automotriz europea y, por ende, a la alemana. Solo esta perspectiva causa temblores tras el daño infligido por las marcas chinas estos años, los aranceles de EEUU recientemente y noticias como las que ha protagonizado esta semana el gigante Volkswagen, con supuestos problemas financieros.
Asimismo, prosigue Baur, si China suministra menos tierras raras e imanes permanentes a Europa, es probable que los precios de estos productos en la UE sigan subiendo, mientras que en China, incluso, bajarán ligeramente. «Esto incrementaría los costes de material para las empresas que fabrican en Europa y reduciría la competitividad de sus productos frente a los de sus competidores chinos», plantea. Una coletilla que ya es demasiado habitual en Alemania.
Por otra parte, el procedimiento de licencia constituye un incentivo adicional para invertir en China en lugar de en Alemania, incide el analista alemán: «El procedimiento de licencia se aplica a las tierras raras en forma de óxidos, en aleaciones y en imanes, pero no a los productos que incorporan imanes. Esto significa que un fabricante alemán de maquinaria necesita una licencia si requiere un imán permanente para su máquina fabricada en Alemania, pero no si fabrica la misma máquina localmente en China y la exporta a Alemania».
Por último, todo esto impacta en un sector especialmente sensible como el de la defensa en un momento en el que Europa, pero especialmente Alemania, están haciendo un gran esfuerzo para un rearme a gran escala que permita afrontar la creciente amenaza rusa. «Alemania planea aumentar significativamente sus inversiones en el sector de defensa en los próximos años. Por lo tanto, la prohibición general de exportar tierras raras chinas para fines de defensa supone un riesgo para estos planes de inversión. Si bien algunas grandes empresas ya han declarado tener reservas suficientes para varios años, este no es el caso de todas las pymes», cierra con un deje claramente pesimista Baur.














