OPA BBVA-Sabadell: el poder invisible de los fondos

OPA BBVA-Sabadell: el poder invisible de los fondos



En el mundo de las finanzas, pocas palabras despiertan tantas pasiones como una OPA hostil. No se trata de una mera operación financiera: es un pulso de poder, una partida de ajedrez en la que un banco, contra la voluntad de otro, intenta convencer a los accionistas de que vendan. Hoy, esa partida se juega entre BBVA y Banco Sabadell, y los peones —los accionistas minoritarios— están atrapados en la batalla.

BBVA ha puesto sobre la mesa su oferta y, pese a las resistencias, ya ha conseguido entre el 8% y el 10% de aceptación. Sabadell, en cambio, no se rinde. El banco de origen vasco lo ha denunciado ante la CNMV por supuestamente trabar la venta de acciones en sucursales mediante documentación errónea o negativas a tramitar operaciones. El Sabadell contraataca: acusa a BBVA de desinformar sobre fiscalidad y sobre el papel de los grandes accionistas. Resultado: denuncias cruzadas y pequeños inversores desconcertados. Y es que, cuando alguien se empeña en comprarte, el gran interrogante es si los minoritarios pueden realmente defenderse.

La clave está en quién posee las acciones. Si se observa con detalle, BBVA y Sabadell comparten hasta 71 grandes accionistas institucionales. En conjunto, controlan un 31 % del capital de BBVA y casi un 19 % del de Sabadell. Entre ellos destacan gigantes como BlackRock, con cerca del 7 % en ambos bancos; Vanguard y Norges Bank, también presentes en las dos entidades; y Zurich o el mexicano David Martínez, con alrededor del 4 % y 3,9 % respectivamente en Sabadell.

Este es el verdadero poder: los fondos globales entran en todas partes, en bancos, energéticas, tecnológicas… y acaban siendo accionistas de todos contra todos. Su presencia transversal les da un poder silencioso pero enorme. Y al mismo tiempo, el pequeño accionista se diluye, pierde voz y descubre que la supuesta protección regulatoria no basta.

 

En la economía de hoy, los verdaderos poderosos son los fondos, el poder invisible, esa mano negra que decide en silencio quién compra, quién vende y quién se queda atrás»

 


No es la primera vez que ocurre. En la batalla de Gas Natural por Endesa (2005–2007), los pequeños inversores asistieron atónitos a un carrusel de ofertas y vetos políticos que terminó con Enel y Acciona en control. En la guerra por Abertis (2017–2018), ACS y Atlantia se disputaron la concesionaria hasta pactar, sin que los minoritarios pudieran influir en nada. Y en el caso de Kraft y Cadbury (2010), los fondos institucionales aceptaron la oferta hostil, pero años después muchos pequeños se lamentaban de haber perdido valor a largo plazo. El patrón es siempre el mismo: los grandes fondos inclinan la balanza, y los pequeños se convierten en espectadores de su propio destino.

En teoría, una OPA protege al accionista porque le permite vender sus títulos a un precio determinado. En la práctica, los minoritarios pueden enfrentarse a falta de información, presiones y hasta trabas operativas. Y cuando el capital está dominado por fondos que están en todos los bandos, su capacidad de defensa desaparece.

Por eso, la OPA del BBVA sobre Sabadell no es solo un paso más en la concentración bancaria. Es un recordatorio de que el verdadero poder en los mercados financieros lo ejercen los fondos globales, y que el pequeño inversor, ese que creyó estar protegido por la regulación, termina diluido, invisible y desprotegido.

Y todo esto ocurre en un momento en que no sabemos hacia dónde va la economía. Inflación, incertidumbre geopolítica, tensiones en el crédito… pero da igual la dirección: los que siempre ganan son los mismos. Porque en la economía de hoy, los verdaderos poderosos son los fondos, el poder invisible, esa mano negra que decide en silencio quién compra, quién vende y quién se queda atrás.

Yo, en estos casos, me acuerdo de mis amigos que trabajan —o han trabajado— en banca: cada vez que se anuncian “sinergias”, en realidad hablamos de despidos. Y al final, el gran relato de la concentración se escribe en los mercados, pero se paga en las oficinas.

 

Isabel Martínez Conesa

Catedrática en Economía Financiera y Contabilidad

Directora de la Cátedra de Mujer Empresaria y Directiva de Murcia











Fuente