¿Burbuja o mina de oro? El por qué hay que invertir ahora en defensa

¿Burbuja o mina de oro? El por qué hay que invertir ahora en defensa



Para muchos invertir en defensa no es una opción, pero la realidad es que de un tiempo para acá con el aumento de la tensión geopolítica, la vuelta de Donald Trump al poder y la carrera por reforzar el gasto militar, el sector vive su momento de oro. 

Si lo explicamos con datos sería así: En 2024, el gasto militar mundial alcanzó los 2,72 billones de dólares, marcando un aumento sostenido durante diez años consecutivos y un incremento acumulado del 37% desde 2015. El crecimiento del 9,4% registrado en 2024 representa el mayor repunte anual desde al menos 1988. La guerra en Ucrania ha consolidado el conflicto de alta intensidad en Europa, impulsando un cambio estructural en defensa. En respuesta, los países de la OTAN han superado la tradicional meta del 2% del PIB en defensa, fijando un nuevo objetivo: destinar el 5% del PIB a seguridad para 2035, de los cuales un 3,5% corresponderá al gasto en defensa básica. Esta decisión refuerza las expectativas de una demanda sostenida y a largo plazo para la industria global de defensa. Y de hecho, los números no fallan, los ETFs de defensa han alcanzado y superado los 7.000 millones de euros en activos bajo gestión y el sector no para de crecer.

Y las perspectivas no son peores si tenemos en cuenta el incremento de los presupuestos en defensa en Europa y EEUU. Mientras que la primera potencia mundial destinará hasta 920.000 millones de dólares en defensa en 2025, Europa moviliza 1.500 millones de euros hasta 2027, con foco en compras conjuntas y apoyo a pymes. Este impulso presupuestario se traduce en más pedidos y producción para la industria, aunque con posibles presiones en los márgenes. No obstante hay que vigilar, porque el efecto sería limitado por el carácter oligopólico del sector y la baja capacidad negociadora de los gobiernos.

Riesgos éticos y reputacionales

No todo es positivo, porque como hemos dicho al principio, apoyar este tipo de inversiones para muchos no es bueno. 

De hecho, Luis García Langa, analista y fundador de luisgarcialanga.com señala que para él es una línea roja: “no vamos a cambiar el concepto de “armas” por el de “defensa” o “seguridad” especialmente en cuanto a este subsector se refiere. Ojo, ni mucho menos critico a los que lo hacen, cada uno es libre, hay quién no invierte en petróleo, coches o energéticas y yo allí no he puesto línea roja. Es más, nosotros en nuestras carteras asesoradas no metemos, pero sí tenemos clientes que quieren comprar y lo han hecho a través de nosotros”

Mientras, desde WisdomTree creen que un marco de riesgos sólido permite al inversor equilibrar ética y deber fiduciario. Lo que implica excluir armas controvertidas, evaluar controles de exportación y analizar ingresos por uso final o ventas a zonas de alto riesgo, facilitando así decisiones de inversión alineadas con la tolerancia al riesgo.

Además, desde la gestora añaden que la Comisión Europea ha aclarado en 2025 que invertir en defensa es compatible con el marco de finanzas sostenibles, al considerarla parte de la “sostenibilidad social”. Aunque, eso sí, se exige cumplir con la taxonomía y el principio DNSH (Principio de No Causar Daño Significativo). Tanto la UE como el Reino Unido han instado a las entidades financieras a tratar la defensa como compatible con los objetivos de seguridad nacional, facilitando así una mayor inversión en el sector.

Vehículos para invertir

Si la decisión está tomada, la siguiente cuestión es cómo acceder a este tipo de inversión, algo que no es complicado.

Aneeka Gupta, Director, Macroeconomic Research, WisdomTree comenta que los inversores pueden acceder al sector defensa mediante acciones cotizadas, fondos temáticos y ETFs, que ofrecen una exposición diversificada y basada en reglas. También disponen de opciones en mercados privados y crédito, donde se financian tecnologías de doble uso (ciberseguridad, espacio, inteligencia artificial) y proyectos de expansión de capacidad (pólvoras, propelentes, fundiciones)”. Y además, señala que la postura cambiante del BEI sobre el doble uso está reduciendo el coste de capital para medianas empresas y pymes europeas.

Por su parte, Luis García Langa prefiere los fondos convencionales, aunque la forma más directa de invertir sería mediante un ETF que integre varios subsectores, “como el VanEck Defense ETF. En cuanto a fondos tradicionales, comenta que “el Echiquier Space tiene una exposición significativa al sector defensa, aunque también incluye otros activos; por ejemplo, su primera posición es Kratos y la segunda es Teledyne. Una estrategia que es menos directa, pero que permite captar parte de las posibles subidas del sector.

Estrategias y oportunidades

Desde WisdomTree afirman que la innovación tecnológica está redefiniendo la inversión en defensa: la guerra pasa de plataformas a software y redes. La ciberseguridad, la inteligencia artificial, los drones y el espacio, con aplicaciones duales, amplían el mercado y aceleran los ciclos de renovación. La IA comprime el ciclo de decisión OODA (Observación–Orientación–Decisión–Acción) y la economía del sector se desplaza hacia software, datos y servicios de mayor margen, mientras que energéticos y comunicaciones seguras exigen inversión en capacidad.

A nivel estructural, creen que las tensiones en el mar Rojo, Europa del Este y el Indo-Pacífico sostienen la demanda en defensa aérea y antimisiles, ISR y seguridad marítima. Por lo que la reconfiguración de cadenas de suministro y contratos a largo plazo consolidan la defensa como un crecimiento secular sólido.

Y según Aneeka Gupta, las oportunidades más atractivas se concentran en municiones y energéticos, con Europa obligada a resolver cuellos de botella en proyectiles; en defensa aérea y sistemas antidrones, validados en Ucrania y el mar Rojo; en espacio y comunicaciones seguras como infraestructuras críticas; y en ciberseguridad y software de misión, que aportan ingresos recurrentes y de alto margen”.

Por su parte, Luis García Langa opina que más allá del corto plazo, no está tan claro que la defensa sea siempre atractiva: “el mercado, sobre todo en Europa, ha descontado en exceso una “fiebre del oro” con las armas. Muchas compañías han subido gracias a compras públicas, pero si la tensión se relaja o entran partidos contrarios al gasto militar, no sería extraño ver contratos rotos y reglas cambiantes”. Por lo que afirma que confiar las inversiones a decisiones políticas es arriesgado.

En cuanto a geografía, el analista cree que el sector norteamericano ofrece más atractivo que Europa, donde el rally de empresas como Rheinmetall o Thales parece excesivo. “Por ejemplo, la alemana cotiza a múltiplos muy superiores frente a RTX en EEUU. En todo caso, la opción más sensata sigue siendo un fondo global diversificado”.

En tipos de activos, los favoritos claros para él son ciberseguridad y espacio, “dos segmentos con un potencial de crecimiento enorme y sin conflicto ético directo con la fabricación de armamento”.

Al final, invertir en defensa hoy significa entrar en un sector impulsado por la inestabilidad geopolítica, el incremento histórico de presupuestos militares y la innovación tecnológica. Para algunos, es una burbuja sostenida por compras públicas y vulnerable a cambios políticos. Para otros, una oportunidad estructural apoyada en contratos de largo plazo y demanda creciente. Lo cierto es que el gasto militar global bate récords y Europa y EEUU han reforzado su compromiso con la seguridad. Con los ETFs de defensa alcanzando máximos y tecnologías de doble uso como ciberseguridad o espacio al alza, el sector vive un momento único. La clave para el inversor es valorar si encaja en su estrategia, horizonte y criterios éticos.

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