¿Pueden quebrar Japón o Reino Unido?
Entre los inversores, los tipos de interés no son solo un coste financiero, sino un termómetro que nos mide la salud de la relación entre gobiernos e inversores. Y hay unos cuantos países en temperaturas de fiebre. En este caso vamos a ver a Japón, con una deuda del 240% del PIB y de Reino Unido, que alcanza el 101%.
Pero el problema no es solo la deuda y quién la tiene (en el caso de Japón, japoneses en su mayoría), sino el coste y lo que ello supone. El bono a 30 años de UK ha llegado al 5,6%. Más elevado que con la famosa crisis de deuda que hizo dimitir a Liz Truss. En el caso nipón, superando el 3,2%, un máximo desde que se emiten estos bonos.

Fuente: Carlos Arenas Laorga
El 10 años no se queda atrás. Lógicamente pagando menos, pero lo que nos interesa son las enormes subidas relativas. Y se pueden ver en el 10 años igual que en el de 30, más o menos.
Cuando hablé de Francia y Alemania, me pidieron poner estos dos nuevos países, que están peor, así que, aquí los tenemos.
Reino Unido y Japón tienen una cosa importante que no tienen Francia y Alemania. Y es que emiten su propia moneda. Y, sí, los bancos centrales pueden controlar quizá a corto plazo esos costes de la deuda, pero en ningún caso el valor de la deuda a largo, ni engañar de forma indefinida al mercado. Vamos, que no vale imprimir dinero para pagar la deuda. si esto sucede, la inflación se dispara y el país se empobrece. Y, además, cada vez menos inversores se atreverán a prestarte dinero, por lo que los intereses se dispararían más todavía, resultando un pago sobre los presupuestos insufrible.
Si mi vecino me pide prestado algo de dinero para una reforma de la cocina, se lo podré dejar con un bajo interés. Pero si me pide de nuevo para hacer una bodega con bar y pantalla gigante para ver pelis y una piscina en el jardín, yo me preocuparía y ya no se lo dejaría tan fácilmente. A Japón y a Reino Unido, cada vez menos inversores están dispuestos a prestarles, por lo que la demanda se reduce y tienen que aumentar la rentabilidad para cuadrarla con las exigencias de los inversores.
Estamos viendo niveles que no veíamos desde hace años, tanto en el 30 años, ya mencionado, como en el 10 años que vemos en el gráfico. Y es normal. No me apalanco 30 años sin una rentabilidad jugosa con el riesgo que veo en esos países. Por otro lado, esto nos indica que el mercado descuenta malas noticias: puede ser un impago directo o indirecto. Por ejemplo, el coste medio de la deuda de Japón hace que se coma más del 8% del PIB solo en el pago de intereses. No es sostenible. También puede estar descontando, como ya hemos dicho, la inflación futura: querer compensar la pérdida de poder adquisitivo con mayores tipos.
Y esto tiene consecuencias, claro. Si los inversores ven jugosas rentabilidades en estos países, los demás que quieran financiarse deberán subir algo su rentabilidad. Se podrá producir un reajuste en las carteras para introducir más deuda a largo plazo dada su rentabilidad. Y cuidado con la inflación que esto puede generar de cara a las medidas de política monetaria de los bancos centrales… La tesitura no es fácil: o reducen el coste de la deuda bajando tipos, o controlan la inflación subiendo. Pero las dos cosas no se pueden hacer a la vez.
Por supuesto, la solución es fácil en la teoría. Pero en la práctica, con los políticos, no es tan sencilla. En primer lugar, reducir de forma drástica los déficits (lo cual ya está en el tablero en Francia y Alemania). En segundo lugar, hacer el gasto más eficiente. Es decir, gastar en reformas que impulsen el crecimiento, no es gasto superfluo. En tercer lugar, reducir de forma estructural el tamaño del estado, lo que también estamos viendo en Francia y Alemania y a lo que dedicaremos un artículo propio.
La pregunta es si lo harán o no. Palabras bonitas las podemos decir todos, pero obras son amores y no buenas razones. Sinceramente, lo veo complicado. Lo políticamente rentable no suele fiscalmente muy adecuado.
Esto no es una crisis (todavía), pero la advertencia es clara. Y si no escuchamos al mercado, el enfermo terminará siendo operado sin anestesia.











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