José Ramón Iturriaga: Calor y turismo
Coincidiendo con la ola de calor de estos últimos días vuelve a la prensa británica un tema recurrente en verano: los cambios de hábitos de los turistas por el cambio climático. Es algo con lo que les gusta fantasear y que les ayuda para rellenar … huecos en las semanas del año en las que pasan menos cosas porque la mayoría estamos a otra cosa.
Y con independencia de hacia donde vaya el clima, quizás la primera reflexión debería ser cómo con el cambio de prioridades que se ha producido en los últimos años tras el Covid el turismo ha sido el claro beneficiario. Se ha impuesto el solo se vive una vez frente a otros planteamientos más conservadores. Y de este ‘aprovecha el momento’ se están beneficiando fundamentalmente los destinos tradicionales lo que, por otra parte, no deja de tener su lógica. Ahora que por distintas circunstancias viajamos más, visitamos más lo que antes ya eran los principales destinos. Las temporadas se alargan, lo que hace que el sol y playa no sea algo que se restrinja a los meses de verano, sino que se practique todo el año. Además, muchos de los otros destinos que están cogiendo tracción están en los países que tradicionalmente han recibido turistas porque, básicamente, tienen las infraestructuras y están siendo capaces de adaptarse a las nuevas demandas de los consumidores.
Y esa es la razón por la que España entre otros destinos va este año a batir otra vez el récord de visitas. A los turistas que tradicionalmente ha recibido todos los veranos hay que sumar los que están viniendo fundamentalmente a esos mismos destinos el resto del año. También emergen otros destinos, pero son los menos. Está todo prácticamente inventado. Los destinos son los que son y son los que se benefician de la mayor propensión a viajar.
La prensa británica puede seguir fantaseando con que la subida de las temperaturas va a provocar un vuelco que va a desbancar los destinos tradicionales pero lo que nos dicen las cifras es otra cosa: hay más visitas a los mismos destinos que han triunfado siempre.
La vida de 100 años
Otra de las lecturas veraniegas que me atrevo a recomendar desde esta página es el ensayo de Lynda Gratton y Andrew Scott, que abunda en cómo va a ser vivir y trabajar en la era de la longevidad en la que ya estamos. En ‘La vida de 100 años’ encontrará reflexiones muy pertinentes que le ayudarán en la toma de decisiones en esta nueva época en la que sin duda vamos a vivir más y mejor. Son más los años que, como seres racionales, vamos a estar temiendo a la muerte y debemos prepararnos para que este verdadero regalo no se torne en una maldición.
Como recoge el libro en su introducción, «el filósofo Thomas Hobbes describió la vida como ‘desagradable, brutal y corta’. Solo hay una cosa peor, que sea desagradable, brutal y larga. Esta es la maldición: una existencia de trabajo constante, aburrimiento, agotamiento de energía, oportunidades pérdidas y como colofón una ancianidad de pobreza y lamentaciones».
Este regalo de una vida más larga supone una transformación en todos los órdenes. Presenta multitud de problemas para los gobiernos -las pensiones desde luego pero no solo-, también transforma las relaciones laborales y familiares al aparecer nuevas etapas en donde las opciones serán más valiosas.
Trabajaremos hasta los 80 años. El cálculo es así de simple si queremos retirarnos con un porcentaje razonable del salario final. Y aunque las finanzas sean sin duda importantes no serán lo único que habrá que adaptar. «Conseguir que te vaya bien en el terreno económico es esencial para vivir 100 años, pero el dinero no es, ni mucho menos, el recurso más importante. La familia, las amistades, la salud mental y la felicidad son componentes cruciales».
Hay que planificar contando con que viviremos más. Seremos jóvenes durante más tiempo, las relaciones familiares y laborales se transformarán y en el proceso viviremos un periodo de profunda complejidad. Cuanto antes nos pongamos con ello, mejor. Aprovechen estos días para darle una vuelta.
Los 15.000 del Ibex
Toca una semana más hablar del buen comportamiento de la Bolsa española. La semana pasada el Ibex 35 volvió a los 15.000 puntos, niveles que no se veían desde antes de la gran crisis financiera. Es un titular con el que lógicamente ha abierto toda la prensa económica estos días y que provoca reflexiones muy parecidas a las que ha ido provocando la sucesiva ruptura de niveles por parte de la Bolsa española en los últimos meses. Importa recordar que en el último año y medio hemos visto como los 12.000 primero, luego los 13.000 y 14.000 y, finalmente la semana pasada, los 15.000 puntos del principal índice de la Bolsa española eran portada a toda página de la prensa económica. Y el mínimo común denominador de los comentarios que han acompañado a estas portadas ha sido el de la sorpresa. Al inversor español, el muy buen comportamiento de nuestra Bolsa le está pillando con el pie cambiado. No ha sido capaz de reaccionar y subirse a un tren que no cabe ninguna duda que ya ha salido y siguen mirando con una mezcla de asombro y estupor como vuela su Bolsa.
Los árboles de la política no dejan a muchos, casi todos, detenerse a ver el bosque de los fundamentales. Porque no hay que olvidar que lo que pone en precio la Bolsa es la evolución de los beneficios de las empresas cotizadas y estos están teniendo un muy buen comportamiento los últimos años.
La pregunta que procede ahora es si la portada de los 16.000 cuando llegue volverá una vez más a dejar a la comunidad inversora española con un palmo de narices. Y salvo sorpresa en la política a corto plazo, tiene toda la pinta que va a ser así. Es muy difícil -y esto tiene mucho que ver con los sesgos cognitivos que rigen nuestro día a día como inversores- reconocer el error que a la luz de los acontecimientos ha sido no estar invertido en Bolsa española estos últimos años.
Una gran mayoría va a seguir enrocada en su posición recitando uno tras otro los mismos argumentos que hasta ahora le han llevado a perderse uno de los mejores periodos de comportamiento de la Bolsa española. Y los menos serán capaces de sacar la cabeza de la centrifugadora del día a día de la política y hacer la reflexión de que los mismos argumentos que han llevado al Ibex hasta aquí siguen absolutamente vigentes para auparlo al siguiente nivel. La economía, las valoraciones, los flujos, la composición del índice, todo, en definitiva, y como hemos argumentado muchas veces en esta página, continúa apoyando a que la Bolsa española lo siga haciendo bien. Dejen de lado sus prejuicios y confíen.










