La Caixa pone el cartel de ‘se vende’ a sus viviendas protegidas
InmoCaixa, filial inmobiliaria de Criteria, brazo de inversión de la Fundación La Caixa, mantiene con el cartel de ‘se vende’ su cartera de viviendas protegidas, que explota en régimen de alquiler y se ubican principalmente en Cataluña y Comunidad Valenciana. En los últimos meses, el holding accionista de referencia de CaixaBank, Telefónica o Naturgy ya ha cerrado importantes operaciones en estas regiones y mantiene una estrategia de salida de una de las actividades históricas de referencia de la fundación.
El pasado verano, la Fundación La Caixa vendió al Institut Català del Sòl, dependiente de la Generalitat, un lote de más de 400 viviendas ubicadas en los municipios de Girona, Lleida, Reus, Salou, Vila-seca, El Vendrell, Sant Feliu del Llobregat, Terrassa y Vic. Previamente, en mayo de 2024, Criteria entró en el accionariado de Colonial a través de una ampliación de capital de 622 millones. Parte de esta inyección fue en especie y el holding traspasó a la cotizada del Ibex-35 cinco edificios de viviendas en alquiler en varias localidades españolas, entre ellas Madrid, Zaragoza o Málaga, cuya tasación se elevó entonces por encima de los 160 millones.
Otra gran operación la ha firmado con la socimi Ktesios, consistente en el traspaso de 134 pisos protegidos en Valencia, transacción que ha despertado mucho interés por haberse efectuado a una media de 67.000 euros por inmueble, muy por debajo del precio de mercado, motivo por el que el Consistorio de la localidad ha anunciado que ejercerá el derecho de tanteo. La última compraventa ha sido con el Gobierno vasco, al que ha traspado 148 pisos en Arrasate, después de que la administración pública ejerciese el derecho de tanteo y retracto con el que contaba.
Detrás de estas operaciones, según explican las diferentes fuentes consultadas, hay varias motivaciones. Por un lado, el riesgo que existe de sufrir crisis reputacionales derivadas de la gestión de los inmuebles, que en algunos casos implica la no renovación de contratos, subidas en los precios o, incluso, desahucios, cuando el retorno que ofrece es mínimo y en raras ocasiones supera el 5% o 5,5%.
Toda esta situación ha coincido también con un reenfoque en la estrategia de inversión hacia otros activos más estables y fuera del ruido mediático, como es el mercado de oficinas. Desde 2021, la filial inmobiliaria en este segmento ha protagonizado importantes adquisiciones, como la histórica sede de CaixaBank en el número 51 del paseo de la Castellana o, más recientemente, un inmueble en Barcelona y otro en Málaga. Sin ir más lejos, fue uno de los inversores que pujó en la venta de la sede de Planeta en la Ciudad Condal, un proceso en el que se acabó imponiendo Pontegadea, brazo inversor de Amancio Ortega. Fuentes de InmoCaixa declinaron hacer comentarios sobre esta información.
Según revela en su propia web, InmoCaixa dispone de una cartera de activos inmobiliarios valorada en libros en más de 1.500 millones de euros: aproximadamente el 28% son activos destinados a la venta, el 40% están alquilados a largo plazo y el 32% son promociones en desarrollo. Además de la VPO o los edificios de oficinas, el holding es propietario de Infinitum, un ‘megaproyecto’ en forma de resort privado en la Costa Dorada que incluye la promoción de 2.350 viviendas, hoteles de cinco estrellas y varios campos de golf.
Fondos e institucionales renuncian a invertir en vivienda en alquiler
En los últimos años, algunos de los grandes fondos e institucionales nacionales e internacionales han reducido su exposición al sector residencial después de las diferentes regulaciones aprobadas, especialmente desde la pandemia. El Ejecutivo ha implantado ‘topes’ a las renovaciones de los alquileres, además de la aprobación de la ley de vivienda, que también prevé limitaciones a los precios, que hasta el momento solo se han aplicado de forma masiva en Cataluña. Esto ha obligado al capital en muchos casos a mover fichas: por ejemplo, en los últimos meses el gigante alemán Patrizia exploró la venta de una parte relevante de los 1.500 pisos que compró en 2022 por 600 millones sin despertar apenas interés en el mercado. También el ‘megafondo’ norteamericano Blackstone, que después del estallido de la burbuja de 2007 se adjudicó numerosas carteras de viviendas a través de sus diferentes estrategias, ha ido desinvirtiendo de forma paulatina sus inmuebles al encontrarse con una regulación arisca a la hora de crear un gigante del alquiler residencial. Por ello, poco a poco el vehículo ha ido desinvirtiendo y colocando en el mercado inmuebles a la venta de forma unitaria.















